Un crimen todavía no resuelto, pero que cambió parte del «modus vivendi» de los suecos. El 28 defebrero de 1986, el entonces primer ministro, Olof Palme, salía del cine, cuando recibió un tiro por la espalda. El país nórdico descubrió entonces, que también era vulnerable. El líder socialdemócrata solía caminar con escolta, pero aquella noche había decidido no salir de casa y envió al guardaespaldas a su casa. Después cambió de plan. Su hijo reconoce que es difícil saber que si un escolta hubiera podido salvarle la vida.
Esta semana el canal TV4 ha estrenado un documental en el que recoge las impresiones de sus colaboradores y de sus sucesores al frente de unos de los países que sigue siendo, a pesar de algunas políticas actuales, paradigma del respeto a los derechos humanos. El ex primer ministro Igvar Carlsson, está convencido de que «Suecia nunca se recuperó de lo que ocurrió aquella noche», Una aseveración que comparte el fiscal general, Kerstin Skarp. Otras personas que colaboraron con Palme califican el hecho como «final de la inocencia del sueño sueco» y creen que la herida sigue abierta.
A lo largo de estos 30 años se ha interrogado a 10.000 personas, de las que 133 se han confesado autores del crimen. Se han recopilado unos 90.000 documentos, que ocupan 250 metros de estantes de la comisaría de Estocolmo, pero ni un objeto o pista que lleve al autor o autores de su asesinato. No se ha encontrado el arma del crimen y algunas pruebas materiales se conservan en mal estado. La única persona detenida, condenada a cadena perpetua y absuelta más tarde, murió en 2004.
A pesar de que las investigaciones estuvieron rodeadas de imprecisiones y errores policiales, la policía se mostraba esta semana optimista. No se acordonó el lugar, tampoco se decretó una alarma nacional, y las primeras pesquisas se dirigieron a una posible trama kurda, que quedó descartada al poco tiempo. En 2010 el parlamento sueco abolió la ley de prescripción de delitos, que estaba establecida en 25 años.
No ha sido el único asesinato político que ha sufrido Suecia. En 2003, la entonces ministra de Asuntos Exteriores, -la también socialdemócrata- Anna Lindh, fue tiroteada en unos grandes almacenes de Estocolmo. En este caso su asesino fue condenado a cadena perpetua.
Olof Palme, que gobernó entre 1969 y 1976 y volvió al poder en los años 1982 -1986, vivió en un mundo tan confuso como el actual y se convirtió en una referencia política internacional en las décadas de los 70 y 80. El político sueco se opuso a la invasión soviética de Checoslovaquia, condenó las dictaduras de Franco y de América Latina, la invasión de Vietnam y el colonialismo. Aunque las investigaciones policiales continúan vigentes, su asesinato sigue siendo un misterio sin resolver, que todavía traumatiza a su país.