La GalerÃa Nacional de Irlanda (National Gallery of Ireland) muestra la exposición ‘Turning Heads: Rubens, Rembrandt and Vermeer’ hasta el 26 de mayo
Los pintores barrocos flamencos descubrieron una forma diferente de pintar el rostro. Los llamaban tronie. La mayorÃa de las obras eran retratos de personajes más o menos conocidos, de pequeño tamaño. Protagonistas anónimos que les servÃan para resaltar su expresión facial exagerada o sus rasgos más bellos.
A menudo, estos bustos pintados aparecen de medio cuerpo y en muchas ocasiones adornan la cabeza con un sombrero o una máscara que tapa una parte de la cara. No eran auténticos retratos sino estudios de expresiones que se hicieron famosos a partir del siglo XVI.
Mujeres, ancianos, soldados, gente corriente o de diferentes oficios eran sus modelos.
El comisario de la exposición Turning Heads, Nico van Hout, explica que «a diferencia de los teóricos italianos, los artistas flamencos no pensaban en la cabeza ideal, no tenÃan esa idea platónica, sino que querÃan que fueran más enérgicas. Buscaban diferentes tipos y para los pintores todas eran ideales y aprovechables».
Hasta el 26 de mayo, la GalerÃa Nacional de Irlanda, muestra unos 80 cuadros en la exposición «Turning Heads», que ha realizado en colaboración con el museo KMSKA de Amberes.
Este arte que potenciaron artistas como Vermeer, Brower, Rubens o Rembrandt no se hacÃa por encargo si no para captar detalles faciales de aquellos que nunca podrÃan pagarse un retrato de pintores de alto caché. Estos tronies les servÃan a ellos como bocetos para obras posteriores. También les permitÃa experimentar con la luz, los claroscuros o el cromatismo, sin jugarse su prestigio o si poner en duda su fama ante sus compradores: la naciete y acaudalada burguesÃa.
La GalerÃa Nacional de Irlanda muestra como los grandes artistas flamencos de los siglos XVI y XVII, pintaron rostros humanos que les servÃan como figurantes para elaborar algunos de sus cuadros más famosos
Durante más de 40 años, Rembrandt realizó unos 100 autorretratos en pinturas, dibujos y grabados, para demostrar que «la vida se graba en nuestro rostro a medida que envejecemos» y muestra la violencia vivida, los excesos…. o la ternura.
El fumador, de Joos van Craesbeeck es un claro ejemplo de esta corriente artÃstica que es el objetivo fundamental de esta exposición pensada por las dos pinacotecas europeas situadas en DublÃn y Amberes.
Cabeza de hombre barbudo es una de las ocho obras de Rubens en la muestra irlandesa. Mientras Rembrandt está representado por seis pinturas y cuatro grabados.
Rubens, Rembrandt o Vermeer jugaron con la emoción y la expresión a través de estudios mentales. Los artistas se centran en las sutilezas y complejidades de la expresión de sus modelos. Un caso claro es el «hombre que rÃe» en la que parece que Rembrant disfrutó destacando los dientes torcidos de su modelo.
Mujer con sombrero rojo y La joven de la perla o Muchacha con turbante azul, conocidos cuadros de Johannes Vermeer son un ejemplo evidente de tronie basado en la belleza.
El comisario Van Hout explica que «estos pintores necesitan cabezas individualizadas porque obviamente nuestra sociedad está formada por individuos que siempre tienen cabezas diferentes, nunca somos 100% iguales. Y entonces, necesitaban tener suficientes cabezas en el taller para hacer composiciones futuras. Por eso precisaban tener una reserva».
Lo más curioso es que al exponerlos en paredes oscuras y focos dramáticos muy profundos, el visitante tiene la experiencia de mantener un cara a cara con esos personajes que vivieron hace unos 400 o 500 años. Es una conexión que trasciende el tiempo.
También es muy interesante observar la obra de Adriaen Brower, Un trago amargo, que con una expresión sorprendente de su protagonista consigue trasladarnos el gusto áspero que siente el personaje cuando toma una pócima desagradable.
Además de Rubens, Rembrandt o Vermeer, también se exponen cuadros de van Dyck y Michael Sweerts.
La exposición “Turning Heads†es una colaboración con el museo MSMKA de Amberes
El cuadro «35 cabezas» de Louis-Léopold Boilly, es el ejemplo más claro de estos cambios y la diversidad de gestos que podemos realizar con los músculos faciales. La exposición quiere mostrar cómo los artistas de PaÃses Bajos jugaron y experimentaron de forma lúdica con los rostos entre los siglos XVI y XVII.
Los organizadores de «Turning Heads» también invitan al espectador a jugar con rostros más contemporáneos a través de decenas de semblantes. Unos antiguos y otros rostros más actuales, o a vernos deformados o con caras multiplicadas y desproporcionadas… utilizando espejos distorsionadores
«Les animo a que se detengan a disfrutar de esos rostros extraordinarios. Lean sus expresiones y sientan sus emociones cuando visiten la exposición».
En esta apuesta por traer el arte de siglos pasados a la actualidad invitan al espectador a dibujar rostros de personas para formar un gran mural colectivo. O ver cómo las gesticulaciones cambian nuestra fisonomÃa, también somos diferentes si añadimos un sombrero o adorno en la cabeza, o si utilizamos un antifaz para tapar una parte de la cara.
El resultado seguramente llamará la atención.
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