Es una tarde calurosa de principios de julio. Tendida en la tumbona de la piscina del hotel Albons, Country Boutique Hotel, recién salida del agua y el cuerpo todavía mojado. Los ojos cerrados, siento el calor de las últimas horas de la tarde. Oigo el braceo de alguien que está nadando…. de fondo llega la música suave de jazz, unas notas de viola y un piano, amenizan el momento, y el olor de un gran pino, plantado junto a la piscina, te va trasladando a un entresueño.
Un coctel en la mesa-camilla del jardín, junto a la piscina… ¿qué más se puede pedir? Es mi primera salida tras el largo confinamiento que hemos sufrido casi todos, obligados por este virus, que ha afectado a todos los sectores de la economía, especialmente al turismo.
Mi visita coincidió con la luna llena de principios de julio, sobre las diez de la noche, que daría paso a lo largo de la madrugada a un eclipse de luna. La salida de la superluna sobre los olivares, acompañado de la tenue luz del espacio, la música,- ahora con un ritmo de bolero-, y las luces azuladas de la piscina, ponen el punto y final a una agradable visita a este hotel.
Situado en el golfo de Rosas, a pocos kilómetros de Barcelona, de la frontera francesa, a cuatro kilómetros de l’Escala, de las ruinas de Empurias -primer lugar al que llegaron los griegos a España, y a unos 20 km. de la daliniana Figueres. Bien comunicado por carretera y ferrocarril, a unos 20 km. de la estación del AVE de Figueras, a 35 de la de Girona.
Cultura, naturaleza, deporte, relax y aires marineros envuelven el entorno de este cinco estrellas, que casi con toda seguridad va marcar su impronta en la hostelería de la siempre excelsa Costa Brava. Un enclave privilegiado, donde se respira silencio, paz y tranquilidad, pensado para el descanso y el recogimiento.
El hotel, situado en el municipio gerundense de Albons tiene una ubicación inmejorable, un amplísimo jardín y su cuidado diseño. En el interior destacan sus pasillos luminosos, sus amplias habitaciones. 29 dormitorios dobles, 3 suites y una suite de lujo. Todas mínimo 30 m2. cuando a un cinco estrellas se le exigen un máximo de 15 m2.
Si algo sobresale en el hotel Albons son los espacios amplios y luminosos. La joya de la corona es la Suite Empordà, una experiencia exclusiva, de 125 m2 e impresionantes vistas a la bahía de Rosas, al cabo Norfeu y a las montañas que lo envuelven. Las habitaciones estándar son de 30 m2 y la junior suite, de 80 m2. Esta dos últimas solo ofrecen vistas al jardín y a la montaña.
Las estándar, de 30 m2, se componen de dos estancias y terraza con vistas al jardín y la piscina. Equipada con cama de matrimonio king size y baño completo con jacuzzi. Todas las habitaciones ofrecen grandes comodidades para disfrutar del relax y el descanso. Televisión de pantalla plana, Wi-fi, albornoz, zapatillas, aire acondicionado, secador de pelo, caja de seguridad y minibar.
Las habitaciones junior suite, ofrecen un espacio de 80 m2, con vistas a la montaña, al jardín y la piscina. Además de las amenities rtnomenitti o Hermès, un detalle, que demuestra como el diseño está presente en todos sus espacios. En la persiana del baño un estore oscure o ilumina toda la habitación gracias a sus tiras oportunamente colocadas.
La piscina permite disfrutar de una panorámica de las llanuras ampurdanesas y el restaurante, ofrece productos de kilómetro 0, típicamente empordanés, donde no puede faltar el pescado fresco, procedente de las lonjas de la Costa Brava.
Las anchoas de l’Escala, las gambas de Palamós, pato con peras del Empordà y el foie de Riudellots de la Selva, forman parte de la cocina del Petit Empordà, acompañados por fantásticos vinos blancos de esta comarca gerundense. Sin olvidar las manzanas, también Denominación de Origen y el aceite, extraído de la oliva arbequina, pequeña y de poca producción. Hay unos recorridos en bicicleta por entre los campos de manzanos, espectacular.
Este hotel boutique, cinco estrellas, está diseñado para disfrutar de momentos de relajación, leyendo un libro en el jardín, tomar un refresco o una copa con amigos o en la intimidad. Sus 33 habitaciones, son una muestra de la exclusividad del lugar. A los franceses, muchos de sus huéspedes, les encanta, no solo por el espacio hotelero, sino también por la posibilidad de practicar deportes al aire libre, la gastronomía de la provincia de Girona y los centros de interés cultural.
Lo construyeron con esmero los arquitectos Pigem, Aranda y Vilalta, con un diseño contemporánteo que fue reconocido con un premio FAD por la originalidad de su concepto. Su primer propietario no procedía del mundo de la hostelería y primó el espacio más que el negocio. Hasta que se hizo cargo Joan ‘Jani’ Figueras, fundador del grupo hotelero Mas de Torrent, fallecido hace dos años. Lo vendió en 2009 a un grupo inversor ruso que no se preocupó mucho por la gestión y lo cerró.
Ha estado tres años cerrado hasta que hace unos meses tres jóvenes empresarios hoteleros se hicieron cargo de su gestión tras ver las posibilidades de este hotel, bien situado, con un espacio envidiable y un paisaje excepcional. Rodeado por la bahía de Rosas, las montañas del Montgrí y la llanura empordanesa.
Ellos le han cambiado la cara al hotel, sin cambiar su alma. «Tenemos el cascarón y las modificaciones son sencillas. Haremos una ampliación oculta, que no perderá nada de su encanto actual», nos dice Miguel Ángel Carulla, su director. Reconoce que «la capacidad perfecta es de 130 habitaciones». Una cifra que esperan alcanzar con las ampliaciones previstas para los próximos años, y que no van a dañar a su arquitectura.
Crearán una gran zona de spa wellnes, y en la parte trasera un club de padel, con 5 o 7 pistas. Excepto las habitaciones, todo es abierto al público general. Eso sin olvidar su apuesta por las bodas, convenciones y reuniones empresariales, con dos salones destinados a estos eventos, a los que añade una pérgola en el jardín y otros espacios del establecimiento.
En la primera rehabilitación, realizada hasta febrero, antes de abrir, «hemos conservado los mármoles de las habitaciones, procedentes de la provincia de Alicante y únicos», nos dice Carulla, que reconoce que uno de mis principios es que «hay que ser respetuoso con un inmueble que tiene historia y arte«.
Sus líneas rectas, armonizan perfectamente con los olivares y pinares del municipio de Albons y lo hacen casi invisible desde la lejanía.
Tiene cerca los mejores campos de golf de la Costa Brava, aeródromos, el club náutico l’Escala, las ruinas de Empuria y el universo daliniano formado por Figueres, Portlligat y Cadaqués. Deportes náuticos, hípica, excursiones en bicicleta o senderismo son algunos de los atractivos alrededor del hotel. Escapadas con encanto que permiten además disfrutar de la tranquilidad o de la algarabía de los paseos marítimos de la costa gerundense.
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