En el siglo noveno, en el norte de Europa se producÃa un cambio polÃtico que afectarÃa al resto del continente. Se unificaban los reinos de Suecia, Noruega y Dinamarca. Una centralización del poder que supuso importantes cambios sociales, polÃticos y de dominio territorial.
NacÃa la edad vikinga, y sus guerreros aterrorizaban, -como por el sur hicieron los árabes, y antes por el oeste los romanos-, a todos los pueblos que iban conquistando, sometiéndolos a su dominio. Desde entonces en Europa relacionaron al vikingo con saqueos, pillaje, barbarie y conquista. Su poder se extendió hasta el continente americano, a través del Atlántico norte; a toda la costa atlántica europea hasta llegar a la PenÃnsula Ibérica; siguieron por el Mediterráneo hasta Constantinopla, y por tierra -a través de los rÃos orientales-, llegaron hasta Kiev.
«Nunca antes ha aparecido tal terror en Gran Bretaña como el que hemos sufrido de la raza pagana […] Los paganos derramaron la sangre de los santos alrededor del altar, y pisotearon los cuerpos de los santos en el templo de Dios, como el estiércol en las calles». Su poder era temido por todos. El 8 de junio del año 793, la Crónica Anglosajona recogÃa el primer latrocinio en el monasterio de Lindisfane. La historia vikinga se proyecta a partir de entonces hacia toda Europa. Pero, ¿qué sabemos realmente de esta cultura, y cuánto hay de cierto o de falso, en la tradición histórica europea de este pueblo?
Hasta enero de 2017, el Museo Arqueológico de Alicante, acoge una exposición conjunta con el Museo Nacional de Dinamarca, en la que repasa sus aportaciones histórico-culturales y económicas de este pueblo de guerreros y comerciantes. Se exponen más de 600 piezas en una muestra dedicada al mar, la cultura y la sociedad vikinga y su gran devoción religiosa. Dentro de la exhibición se recogen sus huellas durante sus incursiones en Orihuela, Tierras de Tudmir y la costa mediterránea, dando a conocer la experiencia local de la era vikinga. Se ofrece la oportunidad de conocer con rigor cientÃfico muchos aspectos de su vida, deformada por una idea popular y parcial «que los ha mostrado como saqueadores violentos y asesinos, pero que oculta una realidad cultural y polÃtica mucho más rica, de un pueblo de grandes comerciantes, colonos, exploradores, ingenieros, arquitectos y artesanos, que fundaron ciudades y reinos», explica la comisaria de la muestra, la danesa Anne-Kristine Larsen.
Escucha entrevista con el director del Museo Arqueológico de Alicante
Entre los objetos más destacados se encuentra la piedra de Jelling, una pieza única erigida en el año 965 por el rey Hararld Bluetooth para proclamar su bautismo y, con ello, el establecimiento del cristianismo como religión oficial de Dinamarca. Por cierto, el nombre de este rey, está muy de actualidad. Bluetooth (diente azul) es el nombre que el ingeniero informático Jim Kardach, utilizó para denominar el estándar de tecnologÃa inalámbrica.
También se expone un timón de barco de más de dos metros de longitud, un conjunto de monedas, un fragmento de casco de Tjele, una espada de doble filo con adornos de plata o un yugo de madera con engaste ornamental de bronce, otro de los objetos más representativos que componen esta colección.
El vikingo fue granjero, comerciante, colono y aventurero, y las piedras rúnicas son el único ejemplo escrito que poseemos de esta cultura, que transmitÃa su saber de forma oral. En Inglaterra, reinaron sobre Danelaw, fundaron DublÃn, se asentaron en York y en Kiev, dieron nombre a la región francesa de NormandÃa y siguiendo las corrientes atlánticas hacia el sur, alcanzaron las costas del norte de la PenÃnsula Ibérica, a mediados del siglo XI, donde se encontraron con los reinos cristianos al norte y Al-Andalus al Sur. Asaltaron la rÃa de Arousa, Lisboa y Sevilla, duramente saqueadas hacia mitad de ese siglo.
«Vikingos. Guerreros del Norte. Gigantes del mar», nos introduce en su historia, en la construcción naval de sus drakares, su expansión como guerreros y comerciantes, y su vida cotidiana, a través de la vivienda, el arte y las creencias religiosas. Los vikingos eran expertos navegantes, sus barcos de madera eran estrechos, ligeros, con un casco de poco calado que permitÃa alcanzar velocidad y eran suficientemente ligeros. Además tenÃa dos extremos iguales, lo que permitÃa invertir la dirección de navegación sin tener que dar la vuelta. TodavÃa hay muchas lagunas sobre esta cultura. Recientemente se ha descubierto la valquiria de Harby, una estatuilla del tamaño del pulgar, que representa a una mujer armada con una espada vikinga de doble cara y un escudo redondo, con el pelo cuidadosamente trenzado con una larga cola de caballo y que podrÃa haberse utilizado como colgante.
Para conocer a los vikingos, podemos viajar a Alicante o realizar la ruta turÃstica europea del legado vikingo, que recorre su presencia en casi todos los paÃses europeos, desde Bielorrusia a Islandia, y nos traslada desde los hielos de Groenlandia, al Mediterráneo, el Mar Negro o el Caspio. Desde el Cabo norte a los viñedos del sur de la PenÃnsula Ibérica o Italia, pasando por el norte de Marruecos o navegando por los grandes rÃos europeos como el Danubio, o el Volga.
La ruta vikinga recorre unas 50 ciudades, la mayorÃa en el la penÃnsula escandinava. Para recorrerla se necesita realizar varias etapas, pero podemos visitar el museo del barco vikingo, cementerios, centros religiosos en Noruega, fortalezas, restos arqueológicos o ciudades en Dinamarca; trineos, pequeñas embarcaciones, tejidos y objetos domésticos en Suecia y restos arqueológicos a lo largo de varios paÃses europeos.
El museo de los barcos vikingos, muestra tres grandes drakkar -los mejores conservados del mundo-, encontrados en tres grandes tumbas reales, cerca de Oslo. Fueron enterrados hace más de 1.100 años para transportar a sus reales propietarios al reino de los muertos. El paÃs está lleno de pequeños museos, como el de las islas Lofoten, donde alientan a participar en el Festival Lofotr que dura cinco dÃas, en el que organizan auténticos festines, mientras se escuchan historias de poder, gloria y riqueza, o se aprende el arte de la arquerÃa y del lanzamiento de hacha. Además se puede navegar en una réplica del Gogstadskipet. Algunos barcos de pesca actuales siguen utilizando las mismas técnicas de construcción de las antiguas embarcaciones.
El asentamiento de Avaldsnes, en la isla de Bukkøy, permite experimentar como vivÃan en su vida cotidiana y familiar, desde el trabajo en las granjas, a la pesca o la manualidades. Incluso han reconstruido las viviendas tÃpicas usando técnicas originales de la antigüedad. En Gudvangen, organizan el mercado del valle, catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En su contacto con las culturas del sur, los vikingos también asimilaron algunas creencias y construyeron iglesias de madera, que mantenÃan tallas vikingas. Una de las más representativas está en Borgung. La mitologÃa escandinava se basa en la naturaleza que fue creada por el cuerpo de un gigante muerto. La carne es la tierra, los océanos la sangre y el sudor, y el cerebro las nubes, mientras que la vegetación es el cabello del gigante, los arrecifes los dientes y las colinas sus huesos.
Erik el Rojo conquistó a principios del siglo VIII la actual Groenlandia, hoy un estado autónomo de Dinamarca. En la tierra del hielo, vivieron más de 5.000 personas, unos asentamientos que tuvieron que abandonar por tratarse de una zona inhóspita, que no podÃa alimentarlos.
En ese paÃs está el Museo de Barcos vikingo de Roskilde, antigua capital danesa entre los siglos XI y XV. Se puede subir a bordo de la réplica de un barco de carga y conocer como era la vida durante las travesÃas de estos navÃos.
En Lindholm Hoje, cerca de Aarlborg, está el mayor cementerio de la época, con más de 600 tumbas marcadas por cÃrculos formados por piedras y que datan de la época medieval. Es un buen lugar para hacerse una idea de la visión que tenÃan de la muerte.
Otro lugar donde pervive el espÃritu de este pueblo es Birka, situada junto al lago Mälaren. Es la ciudad más antigua de Suecia, construida en el siglo VIII y un lugar estratégico para el comercio entre los tres paÃses que se unieron ese siglo. Uppsala, se convirtió en el Olimpo de los dioses vikingos, OdÃn y Thor. Allà los veneraban y cada nueve años realizaban sacrificios para contentarlos. En el pequeño pueblo de Kaseberga se mantiene intacto el Ales Stenar, un conjunto megalÃtico funerario, formado por 59 piedras colocadas en fila, que forman un barco de 67 metros de largo. Impresiona su posición estratégica en referencia al sol.
En Thingvellir, construyeron cerca del año 1000, el primer parlamento democrático. Actualmente es un parque nacional y se cuenta que cuando se instauró el cristianismo en esta pequeña isla, se lanzaron a la «cascada de los dioses», Goðafoss, todas las estatuas que representaban a las deidades vikingas.
Las islas Shetland, tienen marcada la huella de esta cultura, porque allà crearon uno de sus reinos y permanecen las ruinas de Sumburgh. La tradición dice que en el muro de la catedral de la Iglesia de Armagh yacen los huesos del héroe irlandés Brian Boru, que venció a los vikingos y liberó Irlanda en la histórica batalla de Clontarf en 1014. Aunque los historiadores, que muchas veces desmontan las historias populares -es su trabajo-, desmienten que eso sea asÃ. Pero quedan pueblos con raÃces nórdicas, como Wexford, Waterford (la ciudad más antigua del paÃs) o Carlingford.
Estuvieron en la isla unos 250 años, primero saquearon, y aprovechando la división de los siete reinos que habitaban en ella, acabaron siendo reyes. En el viejo monasterio de Lindisfarne, encontramos el primer lugar de contacto con los vikingos fuera de sus territorios. Fue en el 793, de ahà les viene su fama de saqueadores y asesinos, porque se lanzaron al pillaje del centro religioso y mataron a la mayorÃa de los monjes. Les llamaban wicingas «ladrones del mar» y conquistaron casi todo el paÃs.
Los vikingos atacaron las costas gallegas en diversas oleadas entre el año 844 y el 1028. Diversos factores motivaron estas incursiones. El arte de la navegación en Escandinavia tuvo un gran desarrollo tecnológico y posibilitó la construcción de naves ligeras, flexibles, rápidas y de fácil maniobrabilidad. Eran navÃos de guerra hechos con madera, de bajo calado y que permitÃan la navegación costera y en aguas poco profundas. Estas embarcaciones, denominadas drager, les permitieron realizar largos viajes entre los años 800 y 1500. Durante la Edad Media, los invasores se adentraron en la rÃa de Arousa en busca de los tesoros de Compostela. Si se sigue la ruta europea de los vikingos en esta parte de Galicia, se puede viajar a bordo de una auténtica embarcación recorriendo escenarios reales y disfrutando de los principales atractivos turÃsticos de la zona a través de su naturaleza, sus paisajes y su patrimonio arquitectónico. En Catoira, han reconstruido el drakkar «Torres de Oeste» una pequeña embarcación de finales del siglo VI que se encontró en las aguas del fiordo de Roskilde en Dinamarca, y con la que se pueden realizar travesÃas por la rÃa, hasta la desembocadura del Ulla.
La inventiva popular, montó sus propios mitos. Pero lo cierto es que, los vikingos nunca llevaron cascos con cuernos, una imagen que fue potenciada por su agresividad, y además según algunas excavaciones eran muy coquetos y les encantaba llevar joyas. Sus avances tecnológicos en la construcción de barcos, les permitieron surcar los mares en busca de nuevos mercados que conquistaban en sangrientas batallas, temidas por sus enemigos. Y sobre todo…. eran unos grandes contadores de cuentos mitológicos, que han llegado hasta la actualidad.