TTIP, negociaciones «Top secret»

Varios periodistas escuchábamos hace unas semanas, en la sede de la Comisión Europea en Madrid, los últimos resultados del eurobarómetro de primavera, que recoge la opinión de los ciudadanos sobre temas políticos, económicos o sociales. Uno de los datos nos sorprendió. Los españoles eran los ciudadanos que se consideraban mejor informados sobre el TTIP, el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión que negocian la UE y EE.UU. Nos temíamos que la mayoría de los que habían contestado afirmativamente a esa pregunta, lo habían hecho inconscientemente, y nos creaba dudas sobre cómo habrían respondido al resto de preguntas. Ni siquiera los periodistas sabíamos explicar muchos de los flecos que se negocian a ambos lados del Atlántico.

Ahora, Greenpeace Holanda ha filtrado algunos documentos de ese tratado, que confirmaría graves riesgos para la seguridad de los consumidores, el clima y el medio ambiente. La información que ha hecho pública la organización ecologista, comprende aproximadamente la mitad del borrador del texto que corresponde a la ronda 13 de negociaciones celebrada en Nueva York, entre el 25 y el 29 de abril. 248 páginas con 17 textos consolidados, en los que se aprecia por primera vez la posición de Estados Unidos.

Según el análisis realizado por Greenpeace, las políticas de protección ambiental parecen haber sido eliminadas, por lo que «sitúa los beneficios económicos por encima de la vida, la salud y el medio ambiente». Además después del reciente acuerdo sobre el Clima de París, la COP21, los documentos filtrados mostrarían que no se han recogido estas políticas en la protección del medio ambiente, entre las que desaparecerían, por ejemplo, la regulación de la importación de combustibles altamente contaminantes como el petróleo procedente de las arenas bituminosas. Al mismo tiempo se abriría la puerta a una mayor intervención de las corporaciones internacionales en las decisiones políticas durante las primeras fases de instauración del TTIP.

Una de las denuncias más habituales entre las organizaciones que representan a la sociedad civil, ha sido el escaso acceso que han tenido a las negociaciones y los documentos mostrarían que en muchos casos la industria sí ha sido consultada y ha tenido un papel privilegiado en el proceso de toma de decisiones. La Unión Europea siempre ha negado que las negociaciones fueran opacas. Incluso la Comisión Europea señala que tiene una web dedicada específicamente a informar a ciudadanos y entidades para dar transparencia al proceso.

Hace unas semanas un informe editado por Corporate Europe Observatory, Lobby Control y Ecologistas en Acción, explicaba cómo los grupos de presión de las principales multinacionales influían en las negociaciones del tratado comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos. Este es un aspecto crucial porque consiste en adaptar la legislación a ambos lados del Atlántico, por medio de la llamada cooperación reguladora. Esta parte de las conversaciones implica el desmantelamiento de las ‘barreras reguladoras’ existentes y la prevención de otras nuevas, al hacer que la legislación en favor del interés público tenga que pasar por largos procedimientos de aprobación, que incluyen el posible veto empresarial por los impactos sobre el comercio.

La preocupación por que el acuerdo comercial derive en ataques contra la protección ambiental, la seguridad en el trabajo, la sanidad pública o la calidad de los alimentos está más que justificada: el informe ‘Un peligroso dúo regulador‘, traducido al castellano, revela que estos mecanismos reguladores ya han sido utilizados por los grupos de presión empresarial para retrasar, diluir y evitar la legislación en favor del interés público.

Con la cooperación reguladora del TTIP se pretende cubrir todo el espectro de políticas públicas, que abarcan desde la regulación de los productos químicos a las políticas laborales, la protección de datos o la agricultura, lo que convierte al tratado en uno de los objetivos fundamentales de los grupos de presión empresariales. Otros lobbies que también habían redoblado su presión sobre las negociaciones son las grandes empresas farmacéuticas y financieras. También Transparencia Internacional, ha comprobado que más del 75% de las reuniones que los funcionarios de la Comisión y sus asesores más cercanos mantienen con grupos de presión son con representantes de empresas privadas.

En el informe también se muestra que, aunque las negociaciones se iniciaron oficialmente en 2013, los preparativos para el acuerdo habían comenzado décadas antes, en secreto y con acceso privilegiado para los representantes de las grandes empresas.

Las dudas creadas hasta ahora y las denuncias de secretismo llevaron a la Defensora del Pueblo Europeo a abrir, a finales de 2014, una consulta pública sobre la transparencia de las negociaciones para saber si los resultados de las mismas podrían tener un impacto significativo en la vida de los ciudadanos. Las negociaciones del TTIP se iniciaron en julio de 2013, ya en aquellos momentos un estudio de la Fundación Bertelsmann aseguraba que el acuerdo podría incrementar un 13% el PIB de Estados Unidos, a largo plazo, pero apenas significaría un 5% de media para la UE.

De momento, Bruselas ha respondido que «no hay nada en los documentos que demuestre que rebajaremos nuestros estándares».