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Rodin y Giacometti dialogan en Madrid

Foto: Fondation Giacometti

La exposición Rodin-Giacometti, trata de explorar por primera vez en España los paralelismos y las disparidades entre la obra de ambos escultores, generando un diálogo que muestra las conexiones de sus respectivos trabajos.

Este diálogo entre estos dos destacados escultores europeos del siglo XX, se puede ver hasta el 10 de mayo en la Sala de Exposiciones Recoletos (Paseo de Recoletos, 23) en Madrid. La exposición está comisariada por Catherine Chevillot, directora del Musée Rodin, Catherine Grenier, directora de la Fondation Giacometti, y Hugo Daniel, responsable de la Ecole Des Modernités del Instituto Giacometti. Entidades han prestado importantes obras para que la muestra sea una realidad.

Rodin-Giacometti muestra algunas de las preocupaciones que los dos artistas tuvieron en común durante sus procesos creativos, como fueron la importancia del modelado y la materia, el trabajo en serie o el cuestionamiento constante del pedestal.

Auguste Rodin (París, 1840 – Meudon, 1917) es uno escultor que refleja la expresividad del rostro y el gesto, centrándose en sentimientos tan humanos como la angustia, el dolor, la inquietud, el miedo o la ira. Alberto Giacometti (Borgonovo, Suiza, 1901 – Coira, Suiza, 1966) expresa, a través de sus figuras alargadas y frágiles, la complejidad de la existencia humana.

Ambos artistas comparten una mirada a la Antigüedad clásica que desemboca en la interpretación libre de los modelos del pasado, ya fueran completos o fragmentarios. A pesar de admirar a Rodin, Giacometti renegó durante un tiempo del maestro francés y dirigió su mirada a escultores más contemporáneos como Ossip Zadkine, Jacques Lipchitz o Henri Laurens. El escultor suizo pasó por el neocubismo y el surrealismo, para acabar en el simbolismo.

Aunque no coincidieron en la vida, los dos estuvieron marcados por los conflictos bélicos que ensombrecieron al continente europeo. Rodin vivió la primera guerra mundial y Giacometti quedó marcado por la segunda gran contienda mundial.

La selección de obras permite comprobar como ambos creadores hallaron, en sus respectivas épocas, modos de aproximarse a la figura que reflejaban una visión nueva, personal pero engarzada en su tiempo: en Rodin, el del mundo anterior a la Gran Guerra; en Giacometti, el de entreguerras y el inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial, marcado por el desencanto y el existencialismo.

Más de 200 piezas

Foto: Musée Rodin/Christian Baraja

Las más de 200 piezas que forman la exposición muestran cómo ambos creadores hallaron, en sus respectivas épocas, modos de aproximarse a la figura de manera totalmente nueva, a la vez que arraigada en su tiempo: en Rodin el mundo anterior a la Gran Guerra; en Giacometti, el inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Los Burgueses de Calais, una de las obras más importantes del maestro francés, abre el recorrido expositivo. En esta pieza Rodin trabajó cada una de las figuras como si fueran independientes entre sí, generando así una experiencia con el espectador, que podía recorrer la obra y mezclarse con las figuras libremente. A finales de la década de los cuarenta, Giacometti, tomándole el relevo, se interesó por los grupos escultóricos. Piezas como El claro hablan del interés del artista a lo largo de toda su trayectoria por comprender la paradoja que supone la soledad del individuo, aunque se encuentre entre la multitud.

Gusto por el fragmento

Foto: Musée Rodin

El gusto por el fragmento es otra de las características que ambos artistas comparten. Rodin, en una fecha tan temprana como 1878, se atrevió a exponer en el Salón su obra El hombre con la nariz rota(1864) como si fuera un trabajo terminado. Esta pieza actuaría como un prólogo de muchas de las piezas de Giacometti que parecen haber sufrido un accidente, como Cabeza de hombre (1936).

Junto al accidente, la búsqueda de la expresividad hace que muchas de las esculturas de Rodin rocen la caricatura en una suerte de deformación, que no es menos evidente que en otras de Alberto Giacometti, como es el caso de La nariz.

Foto: Isaku Yanaihara y Suki Yanaihara_Fondation Giacometti

El pequeño busto de Silvio, las diversas figuras de pie o las cabezas de Diego son un buen ejemplo del uso que hace el artista suizo de la materia, en la que deja la impresión de sus dedos al modelar e incluso la incisión de sus uñas. Rodin ya había dejado percibir el barro bajo el bronce en algunas de sus piezas y, por ejemplo, en el busto de su Balzac, se pueden ver las estrías del bronce en el cuello.

Continúa la muestra con las obras Torso del Estudio para San Juan Bautistallamado Torso del hombre que camina (1878-1879) y Mujer (plana V) (1929), en las que se observa cómo desde sus inicios, tanto Rodin como Giacometti se interesan por el arte del pasado, realizando numerosas copias de esculturas antiguas, griegas o romanas, -que en muchas ocasiones deriva en un trabajo en series, práctica habitual para ambos-, pero también cicládicas, sumerias o egipcias.

La Clairière
Foto: Fondation Giacometti/Alberto Giacometti Estate
Foto: Fondation Giacometti/Alberto Giacometti Estate

Finaliza el recorrido expositivo El hombre que camina. Tanto el ejemplar de uno, como el de otro reflejan la fusión de las culturas y el interés por el arte del Renacimiento.  Aunque comparado con el de Rodin, el Hombre que camina de Giacometti parece desgastado y frágil, el del maestro francés también muestra una gran expresividad y con ello todo elsentimiento de la fragilidad humana.

Rodin fue uno de los primeros escultores en emprender el camino hacia lo
real, pues, para él, «la belleza reside únicamente allí donde hay verdad». Para inscribir la escultura en el mundo de la realidad, compleja y variable, y no estática y congelada, desarrolla la llamada «técnica de los perfiles». En lugar de trabajar sus obras desde un solo lugar y con un punto de vista dominante, toma apuntes desde todas las perspectivas posibles moviéndose alrededor del modelo.

Tras sus experimentaciones cubistas y su paso por el surrealismo, Giacometti, en su búsqueda de «figuras y cabezas vistas en perspectiva», va destilando cada vez más sus esculturas hasta realizar el tipo de obras por las que llegaría a ser más conocido. Sus características figuras alargadas sustituyen entonces a las piezas anteriores, de gran perfección técnica, y el trabajo de la materia y el modelado se convierten en protagonistas de sus obras.

La exposición Rodin-Giacometti, estará hasta el 10 de mayo de 2020 en la Sala de Exposiciones Recoletos de la Fundación Mapfre (Paseo de Recoletos, 23) en Madrid.

NdP

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This entry was posted on 26 febrero, 2020 by in Agenda Cultural, Cultura and tagged , , , , .

Agenda Cultural

«Dieric Bouts. Creador de imágenes»

MLeuven, Lovaina, Hasta el 14 de enero de 2024

Dieric Bouts (1410-1475), es uno de los maestros flamencos más importantes. En Lovaina, pintó sus mejores paneles de escenas ricas, retratos impactantes y paisajes de otro mundo. Bouts tuvo éxito en vida y en 1472 recibió el título honorífico de pintor de la ciudad, cuando Lovaina experimentaba una renovación urbana y mantenía una universidad pionera en una época tan creativa como el Renacimiento.

La imagen que tenemos hoy del artista pintor no existía en el siglo XV. Bouts no fue un genio romántico ni un inventor brillante, sino un creador de imágenes. El festival M confronta algunas de sus obras maestras como 'La Última Cena' y 'El Martirio de San Erasmo' con los creadores de imágenes actuales: fotógrafos deportivos, cineastas o desarrolladores de juegos.

Después de cinco siglos, el maestro flamenco regresa a Lovaina para el festival urbano con el tema "Nuevos Horizontes". Bouts ocupa un lugar central porque todavía hoy estamos ansiosos por explorar nuevos horizontes, tal como lo hizo él en el siglo XV.

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