Los líderes de la Unión Europea están preparando un serie de medidas para que la mayoría de los emigrantes económicos que tratan de cruzar el Mediterráneo en frágiles pateras, poniendo en peligro su vida, -y que no tienen posibilidad de ser acogidos como refugiados-, se queden en Libia. Las organizaciones humanitarias denuncian que si se llega a un acuerdo muchas de esas personas quedaran a expensas de las mafias. Durante 2016, unas 5.000 personas murieron en esa peligrosa ruta que les obliga a navegar durante unos 500 kilómetros.
En África subsahariana, nueve de cada diez jóvenes trabajadores son pobres o casi pobres. En 2015, aproximadamente 879 millones de africanos vivían en países de bajo desarrollo humano, mientras que 295 millones lo hacían en países de desarrollo medio o alto.
Las autoridades europeas tienen prevista otra iniciativa a largo plazo. La creación del Fondo Europeo de Desarrollo que promoverá inversiones público-privadas en África para potenciar el desarrollo socioeconómico y frenar la inmigración irregular a Europa. Hasta 2020, se movilizarán unos 44.000 millones de euros, de los que el Banco Europeo de Inversiones prestará unos 32.000 millones. Una parte de ese dinero irá destinado a potenciar infraestructuras como la energía, básica para el desarrollo del continente.
Luis Padrón, director general de Casa África explica a Canal Europa que «en el tema energético se invierte, pero no al ritmo que se precisa. Cuando el presidente del Banco Africano tomó posesión de su cargo, dijo: ‘África tiene tres necesidades: energía, energía, energía’. Una empresa no puede instalarse si no tiene una red energética. Es el cordón umbilical sobre el que se basará el crecimiento de del continente». También es importante desarrollar las redes de agua, las políticas de medioambiente, financiación para microempresas y pymes y mejora en los servicios de transporte, especialmente la interconexión aérea.
«Fuimos un continente colonizado por varios países europeos y las relaciones más estrechas se mantienen entre esos países, como es el caso de la Commonwealth, o de las antiguas colonias belgas, alemanas o francesas. La interconexión entre estos grupos se da en el flujo de negocios», nos explica Margaret Whitehouse, directora general de turismo de Sudáfrica. Por ejemplo muchas aerolíneas obligan a sus viajeros a hacer escala en las grandes capitales de la UE, salir de Zimbabue para viajar a Londres cuando el destino final es Camerún… Eso va en detrimento de la rapidez que supondría viajar de una capital africana a otra.
«El comercio interafricano solo supone el 12%, mientras en Europa alcanza el 80%. Es decir a un país le cuesta negociar con su vecino. En ese ámbito África sigue dependiendo del continente europeo. Así como la conectividad en los vuelos de larga distancia ha mejorado en el continente, cuesta mucho la conexión interna, que es poca y muy cara», añade el director general de Casa África.
Los conflictos bélicos en algunos países, el terrorismo en otros o la inseguridad, ralentizan esas inversiones. Las empresas, no pueden avanzar en los negocios, lo que frena la creación de empleo y deja sin trabajo a muchos jóvenes, que quieren mejorar su futuro. Otro de los problemas es que se considera África como si fuera un solo país, una visión que afecta negativamente en el caso de crisis como la del ébola. La enfermedad afectaba a 3 países, pero redujo los viajes en todo el continente.
La Organización Mundial del Turismo en colaboración con Casa África, ha celebrado en Madrid Investour, con el objetivo de promover el intercambio entre Europa y África en el ámbito del turismo, un sector que puede aportar inversiones en ese continente.
En 2016 África recibió 58 millones de turistas internacionales, un 8% más que el año anterior. Las previsiones son que dentro de 15 años se alcancen los 134 millones. Jaime Mayaki, director adjunto para África de la OMT apunta que «el sector turístico es muy transversal y está relacionado con otros ámbitos como las infraestructuras, el acceso a la energía, o al agua. Todo está vinculado. Actualmente se está desarrollando el PIDA, que incluye 16 programas generales y regionales de grandes infraestructuras, que han de servir para desarrollar todo el continente. Son lo que se llaman los corredores de África, que incluyen carreteras, ferrocarril, etc, y que van a permitir unas mejores conexiones entre países». Estos corredores africanos deben conectar con rutas directas todas las capitales del África, mejorar las instalaciones de transporte por carretera y, finalmente, contribuir a la integración económica del continente africano.
El Banco Mundial cree que el rápido crecimiento económico y la ligera mejora de las iniciativas empresariales en África abre nuevas perspectivas para las compañías extranjeras. Europa no solo quiere competir con China y Estados Unidos, sino colaborar para que el desarrollo del continente frene la emigración, los que reduciría los riesgos que corren muchas de esas personas al intentar huir al continente europeo.
Según publica Casa África, recogiendo datos del African Economic Outlook 2016, la transformación económica del continente depende de desbloquear el potencial de las ciudades. El cómo se urbanice África será un aspecto crítico para el futuro crecimiento y desarrollo del continente. Este informe se presentó en mayo del año pasado, durante la celebración de la 51ª reunión anual del Grupo del Banco de Desarrollo Africano, celebrada en la capital de Zambia.
De estos datos se extrae que «el rendimiento económico de África se mantuvo firme en 2015, a pesar de estar en medio de contratiempos globales y shocks regionales. El continente sigue siendo la segunda región de más rápido crecimiento económico global después de Asia Oriental«. De acuerdo con el pronóstico prudente del informe, el crecimiento promedio del continente puede alcanzar un 4.5% en 2017, siempre que la economía global se fortalezca y que los precios de las materias primas experimenten una recuperación gradual.
En 2015, los flujos financieros netos hacia África se estimaron en unos 208 mil millones de dólares, 1.8% menos que en 2014 debido a una contracción en la inversión. Sin embargo, la ayuda oficial al desarrollo creció un 4% con 56 mil millones de dólares en 2015, y las remesas se mantienen como la fuente individual más estable e importante de financiación externa con 64 mil millones de dólares en 2015.