«Retorno a la belleza. Obras maestras del arte italiano de entreguerras»
Fundación Mapfre, Madrid, hasta el 4 de junio de 2017
En la Italia de la primera y segunda década del siglo XX, los ecos de la gran tradición mediterránea fluían de forma leve, pero constante, para intentar acallar años de vanguardias. Después de la desolación de la II Guerra Mundial, un numeroso grupo de artistas se sumergió en algunos de los episodios memorables de su pasado histórico para desarrollar el tema de la belleza como eje central, unido al equilibrio, el sosiego y la eternidad.
En esa búsqueda de la belleza no solo retomaron la temática y el sentido de la composición propio de la Antigüedad y del Renacimiento, también incluyeron la atmósfera de misterio, la solemnidad del gesto y el idilio con la naturaleza. Un centenar de esas obras se exponen en la Fundación Mapfre de Madrid, articulada en siete secciones: «Metafísica del tiempo y del espacio», donde destaca la presencia de Giorgio de Chirico y Carlo Carrà; «Evocaciones a lo antiguo», que aglutina a un grupo de pintores conocido como el Novecento o «Regreso a la figura», donde se muestra la vuelta a los géneros tradicionales de la pintura, especialmente el retrato.
El resto de secciones recogen «El desnudo como modelo», con Felipe Casorati como uno de sus máximos exponentes, «Paisajes», que van desde las zonas rurales a las ciudades industriales y que intentan despertar en el espectador un sentimiento de inquietud o melancolía; De esta sección se pasa a «La poesía de los objetos», donde Giorgio Morandi pinta naturalezas muertas para cerrar la exposición con «Las edades de la vida», que recoge la infancia, la maternidad, la época adulta y la senectud.
A pesar de la admiración de estos artistas por el pasado supieron extraer del clasicismo una figuración renovada e imaginativa con altas dosis de modernidad. Los artistas italianos sintieron que ese regreso a la tradición, conocido internacionalmente como Vuelta al Orden, sería el bálsamo infalible para atemperar la devastación sufrida y la ausencia de esperanza.
La Alhambra de Granada inicia su año cultural con una exposición de fotografía de la fotoperiodista catalana, Isabel Steva, más conocida como Colita. A través de sus obras, la autora -que ha recibido numerosos premios como el Nacional de Fotografía en 2014-, repasa sus obras sobre el arte flamenco desde mediados de los años 60 hasta principios del siglo XXI.
Los responsables de la muestra resaltan que se trata de un diálogo visual con varias figuras más emblemáticas del arte, mostrando su dimensión humana y cotidiana, la relación de la artista con los artistas y sus familias, además de retratar la vida de los gitanos que vivían en los arrabales de Barcelona, como el Somorrostro, donde conoció a Carmen Amaya y a Antonio Gades.
Colita, que fue una de las grandes documentalistas gráficas de la Barcelona de los 60, no solo retrató la ciudad condal sino que se desplazó a Andalucía donde coincidió con Manolo Caracol, las Hermanas Utrera o Antonio Mairena, tras ellos llegarían Paco de Lucía, Cristina Hoyos, Lola Flores, Martirio, Miguel Poveda o Estrella Morente.
La exposición de la Casa Garriga Nogués, muestra la obra del fotógrafo estadounidense, Peter Hujar desde los años 1950 hasta 1987, cuando murió en Nueva York. Hujar retrataba todo, desde un ganso, a un actor underground o su propio rostro. Buscaba la chispa del encuentro y su intercambio con el objeto o la persona. Sus fotografías de formato cuadrado transmiten serenidad al eternizar un momento acelerado en el tiempo.
Hujar está considerado uno de los artistas más personales. Sus retratos combinan revelación y misterio, ferocidad y calma en modos que a veces resultan familiares y cuya familiaridad no puede ser ignorada. Su obra no
puede valorarse sólo por lo que deja ver, sino también por lo que parece mostrar. Su carrera osciló desde la búsqueda por lograr un reconocimiento en el mundo de la moda de las revistas, como habían logrado artistas como Irving Penn o Richard Avedon a los que admiraba.
Fotografiaba a artistas que conocía y respetaba, a animales, el cuerpo desnudo y el Nueva York que le era familiar, una ciudad en plena decadencia económica en aquel momento. En 1976 publicó su libro Portraits in Life and Death (Retratos de Vida y Muerte).
Hijo de inmigrantes polacos, se interesó por la fotografía desde muy pequeño y se inició en estudios de profesionales de las revistas. Entre 1958 y 1963 vivió en Italia, donde estudió en la escuela de cinematografía de Roma. A su regreso a Manhattan estuvo relacionado con importantes artistas y escritores como Susan Sontag o Andy Warhol.