Dos jóvenes yazidíes, Nadia Murad Basee Taha y Lamiya Aji Bashar, han obtenido el premio Sajárov a la Libertad de Conciencia 2016, que otorga el Parlamento Europeo. Destaca así la labor de dos supervivientes de la barbarie impuesta por el Dáesh contra esa minoría religiosa de Irak contra la que el grupo terrorista ha llevado a cabo una campaña genocida. En la actualidad, unas 3.000 mujeres y niñas yazidíes siguen siendo esclavas del Daesh.
Aji Bashar y Murad son supervivientes del cautiverio del Dáesh, en el que fueron utilizadas como esclavas sexuales, y son hoy, tras su huida, portavoces de las mujeres víctimas de la campaña de violencia sexual del Dáesh. El 3 de agosto de 2014, esta organización terrorista asesinó a todos los varones de Kocho, el pueblo natal de Aji Bashar y Murad situado en la provincia de Sinjar en Irak. Tras la masacre, las mujeres y los niños del pueblo fueron capturados y esclavizados: todas las mujeres jóvenes, incluidas Aji Bashar, Murad y las hermanas de ambas, fueron secuestradas, vendidas en varias ocasiones y utilizadas como esclavas sexuales.
Durante la matanza de Kocho, Murad perdió a seis de sus hermanos y a su madre, que fue asesinada junto con otras ochenta mujeres mayores, que los terroristas consideraron sin valor sexual. Aji Bashar fue también explotada como esclava sexual junto con sus seis hermanas. Fue vendida y comprada cinco veces por los terroristas y obligada a fabricar bombas y chalecos suicidas en Mosul, después de que el Dáesh asesinara a su padre y hermanos.
En noviembre de 2014 Nadia Murad, que logró escapar con ayuda de una familia vecina que la sacó clandestinamente de la zona controlada por el Dáesh, pudo llegar hasta un campo de refugiados del norte de Irak, y desde ahí viajar a Alemania. Un año después, en diciembre de 2015, intervino en la primera sesión de la historia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dedicada al tráfico de personas, pronunciando un vibrante discurso sobre su experiencia. En septiembre de 2016 se convirtió en la primera persona superviviente de tráfico de personas en ser nombrada embajadora de buena voluntad de la ONUDD por la dignidad de los supervivientes del tráfico de personas. Desde entonces ha participado en diversas iniciativas a nivel local y mundial para la sensibilización frente al sufrimiento de las incontables víctimas de este tráfico. En octubre de 2016 el Consejo de Europa la distinguió con el Premio Václav Havel a los Derechos Humanos.
Aji Bashar trató de escapar varias veces hasta finalmente conseguirlo el pasado abril con ayuda de su familia, que pagó los servicios de transportistas clandestinos locales. Al poco de atravesar la frontera kurda, en su huida hacia el territorio controlado por el Gobierno iraquí, con los militantes del Dáesh pisándole los talones, le explotó una mina terrestre, matando a dos conocidos y dejándola a ella misma malherida y casi ciega. Afortunadamente pudo continuar su huida y pudo recibir tratamiento médico en Alemania, donde se reunió con sus hermanos y hermanas supervivientes. Desde su recuperación, Aji Bashar ha promovido activamente la sensibilización frente al sufrimiento de la comunidad yazidí y hoy sigue ayudando a las mujeres y los niños víctimas de la esclavitud y de las atrocidades del Dáesh.
Las jóvenes se han impuesto a otros dos finalistas. Can Dündar, un destacado periodista y ex redactor jefe del diario Cumhuriyet, el principal periódico de la oposición turca, que se ha convertido en un símbolo de la resistencia frente a la represión contra la libertad de prensa en Turquía. En noviembre de 2015 fue detenido y acusado de revelación de secretos de Estado y violación de la seguridad del Estado, tras publicar una grabación mostrando una entrega de armas a los rebeldes sirios a través de camiones pertenecientes al servicio de inteligencia turco.
Mustafa Dzhemilev, era el otro finalista. Dzhemilev es un activista ucraniano, crimeo y tártaro que presidió el Parlamento de los tártaros de Crimea antes de ser elegido diputado al Parlamento de Ucrania. Ha dedicado toda su vida a la lucha no violenta en favor de los derechos humanos y de las minorías, de la libertad de expresión y de la dignidad personal. Está considerado un símbolo de la lucha contra el totalitarismo soviético y la represión de los derechos civiles y nacionales de esta minoría de confesión musulmana. En octubre de 1998 el Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados le concedió la medalla Nansen por su compromiso con la causa tártara. En una entrevista, Dzhemilev afirmó que «cuando se recurre a medios violentos muere gente inocente, y no hay causa justa que justifique la pérdida de vidas inocentes».
La Eurocámara concede el Premio Sájarov desde 1988 a personas u organizaciones que se hayan distinguido por su lucha contra la injusticia y la opresión en el mundo. Su nombre rinde homenaje al primer ganador del premio, el físico y político disidente soviético Andrei Sájarov. Dotado con 50.000 euros, refuerza uno de los principios básicos de la UE y el PE, la defensa de los derechos humanos como uno de los valores fundamentales de Europa.