Estos días se publican en las redes sociales centenares de fotografías mostrando la floración en todo el hemisferio norte. Desde las flores silvestres del desierto de Anza-Borrego, en el sur de Estados Unidos, un lugar al que estos días hemos visto de colores amarillos o morados, cactus con flores blancas o rosáceas. También estas semanas, en los campos mediterráneos se pueden ver los almendros en flor, un fantástico regalo de la naturaleza, igual que la floración de los cerezos, un auténtico reclamo turístico. El sakura, como se llama a la flor del cerezo en Japón, es uno de los símbolos más representativos del país y una auténtica pasión para sus habitantes. Una muestra de ello es el Festival de Hanami que se celebra coincidiendo con la primera floración.
En España destaca la floración de más de un millón de cerezos en el valle del Jerte…. que se alarga unas dos semanas y se convierte en una excusa perfecta para realizar actividades lúdicas, culturales, rutas senderistas o marchas en bicicleta. Otros lugares de atractivo turístico son Washington, con su parque Potomac donde sus cerezos en flor acogen los primeros picnics de la temporada, lo mismo ocurre en el surcoreano parque de Jinhae.
Hoy no proponemos un recorrido geográfico, sino un viaje a los sentimientos y las emociones, tan relacionados con esta estación meteorológica. La primavera ha inspirado a muchos artistasa lo largo de los siglos. Músicos, poetas o pintores no han sido ajenos a la estación más colorida y al parecer, enamoradiza del año. Al menos en nuestra memoria colectiva siempre se ha relacionado a ambos. Prácticamente ninguno de los más célebres poetas, pintores o músicos, se han resistido a plasmarlo en sus obras.
Quizá la melodía más emblemática para esta estación es «La Primavera» del italiano Antonio Vivaldi. Pero seguro que si se paran a pensar un poquito más recuerdan otras obras musicales. Léo Delibes, en la ópera Lakmé, nos deleita con un maravilloso dúo de las flores, que dos sopranos cantaron por primera vez en París en 1883. Aparece en el primer acto, y a lo largo de 6 minutos, Lakmé, la hija de un sacerdote brahmán, y su criada Mallika conversan mientras van a recoger flores cerca de un río.
El vienés Johann Strauss, le dedicó un vals a las golondrinas y nos relató con su música las voces de primavera. El noruego Christian Sinding, más íntimo, nos lo susurraba, el rusoStravinsky la consagraba con sus notas, Beethoven, le dedicaba una sonata y Schuman, una sinfonía. En la música popular también hay canciones para todos los gustos, principalmente infantiles y, por supuesto, de amor.
Los poetas, también han escrito versos a la estación más juvenil del año, aunque Rubén Daríoconfundía la primavera y el otoño; Gustavo Adolfo Bécquer la relacionaba con el regreso de las oscuras golondrinasa; Antonio Machado describía las frescas lluvias de abril en «La primavera besaba», García Lorca lo guardaba en secreto, Gloria Fuertes, se sentía cursi ante ella, Jorge Guillén nos la presenta delgada, entre los remos de los barqueros.
El 21 de marzo, la UNESCO celebra el Día Mundial de la Poesía y nos invita a reflexionar sobre el poder del lenguaje poético y el florecimiento de las capacidades creativas de cada persona.
En la Galería Uffizi de Florencia, podemos contemplar el cuadro «La Primavera» de Sandro Botticelli, que muestra el rito pagano de esta estación mediante una atmósfera de fábula mitológica en la que aparecen Venus en el centro, junto a ella, Cupido, el dios del amor, la diosa Flora y Céfiro, el Dios del viento. A la primavera le han dedicado cuadros Cosmè Tura, Giuseppe Archimboldo, Narui Nuzzi, Chésare Marchesini, Ivan Rabúzin, Ornella Pavirani o Kazimír Malevich.
Auguste Renoir, intentó «encerrarla» en un jarrón, mientras Van Gogh, dibujaba los almendros en flor y William-Adolphe Bouguereau , nos recordaba su eterno regreso. Sophie Gengembre Anderson la declaraba la estación lila, Cranach Lucas dedicaba su mirada a las ninfas y David Lloyd Glover nos mostraba sus efectos en los campos de Normandía. De lo que no hay ninguna duda es de que los impresionistas adoraban la Primavera y la han plasmado en multitud de cuadros recogiendo sus multiples expresiones.
La primavera, una estación cada vez más difuminada -quizá por el cambio climático-, no solo ha inspirado a muchos artistas de diferentes disciplinas sino que es una de las mejores épocas del año para viajar.
@angelaGonzaloM