José Luis Sampedro llegó a Aranjuez en plena adolescencia, cuando su padre, médico militar, fue destinado a un colegio de huérfanas en la ciudad. Y se enamoró de ella, le llegó al alma. “Yo gocé el inmenso privilegio de que mi vida, en la decisiva edad de la adolescencia, transcurriera en el Real Sitio. Mi paraíso terrenal está situado en esas riberas del Tajo”. (Real Sitio. Nota del Autor. Pág. 588. Ed. Destino Áncora y Delfín).
La sección turismo y cultura de la editorial «Doce Calles» organiza unos paseos mensuales para recorrer los lugares que más atrajeron al escritor de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad. Es un proyecto turístico cultural, que procura darle a la visita un perfil cuidado y orientado hacia los colectivos que tengan más interés en verla desde otro punto de vista. Para participar en los tours es necesario inscribirse en la página web de Turismo y cultura, esto permite a los organizadores poder incorporar a amigos del escritor que acercarán su figura desde una relación personal.
En los paisajes literarios culturales de Aranjuez colaboran Doce Calles Turismo y Cultura, la Asociación de Amigos de José Luis Sampedro y el Foro Cívico de Aranjuez. Están dirigidos a los apasionados de la literatura y el turismo y permiten, en este caso, recorrer la histórica villa localizando los lugares descritos y las andanzas de los personajes de novelas como Real Sitio, pero buscan también despertar el interés de aquellas personas que no conocen la obra del escritor.
Otro itinerario turístico organizado es la ruta de El Real Cortijo, que ha preparado el arquitecto local Alfonso Segovia y que se suman a los recorridos temáticos De la ciudad Barroca a la ciudad Ilustrada, y Paseo por los jardines de palacio entre dioses y mitos. El cuidadoso contenido de los itinerarios ofrece al visitante opciones para conocer la historia de Aranjuez desde disciplinas de estudio multidisciplinares como la arquitectura, el urbanismo, la mitología, la botánica y la literatura. Todo visto desde una perspectiva dinámica, amena y actualizada.
Aranjuez aparece en muchos libros de Sampedro, como Octubre, octubre, El río que nos lleva o Real Sitio. En Escribir es vivir, una de sus últimas obras, recuerda el impacto que supuso en su vida este poblachón manchego con su palacio y sus jardines, que «dejaron un gran peso simbólico en mis novelas».
Aranjuez es un paisaje muy ligado no solo a José Luis Sampedro, también a Santiago Rusiñol o a la música de Joaquín Rodrigo.
Hubo tres momentos en que la ciudad se convirtió en un ejemplo de modernidad e innovación proyectando una imagen cosmopolita y culta. El primero fue cuando Felipe II decide en 1561 establecer la Corte de Madrid de forma estable y aplicar las ideas innovadoras que aportaba el Renacimiento, en aquél momento una visión revolucionaria de ver y entender el mundo. Juan Bautista Toledo y Juan de Herrera fijaron esas pautas territoriales y arquitectónicas convirtiéndolo en un referente paisajístico del renacimiento español. La ciudad pasa de ser un bosque de caza y se convierte en un lugar de poder de la realeza. Ordena la ciudad a través de la geometría manteniendo una comunicación entre el Palacio, el jardín y el campo, pero no construye una villa, no hace ciudad.
Eso ocurrirá casi dos siglos después, bajo el reinado de los Borbones Fernando VI y Carlos III. Es entonces cuando se inicia la construcción de la ciudad planificada con parámetros culturales del barroco francés. El arquitecto es Santiago Bonavía, tranformándola en una moderna ciudad, que reflejaba los gustos del despotismo ilustrado. Se deciden construir casas, porque hay que habitar el lugar, dejando claras las diferencias entre palacios y casas de jornada. Se proyecta octogonalmente al eje principal sin destruir nada, sino apoyándose en las estructuras preexistentes. Abre los accesos del municipio por el norte y coloca una fuente en el eje de la plaza de san Antonio, junto a la iglesia. Excepcionalmente no es la plaza la que se organiza en torno al centro religioso, sino que ocurre al revés, por eso tiene que enfatizar el oratorio circular con una prominente linterna con la que consigue dar una escala al templo en relación a la plaza.
El tercer acontecimiento que marcó la modernidad de la ciudad fue la llegada del tren en 1851, durante el reinado de Isabel II. La corona había decidido traer al país los avances de la revolución industrial. Esta decisión la convirtió en un importante nudo de comunicaciones y en un pujante centro industrial, aunque todo se desarrollo sin un plan de ordenación sin controlar el impacto en el territorio y en el paisaje. Actualmente todavía se pueden ver las heridas provocadas por un trazado ferroviario tan poco respetuoso con las geometrías arboladas de las huertas de Picotajo, que son una pieza fundamental del paisaje cultural, reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad desde 2001.
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