Los 4 kilómetros cuadrados en los que se aisla el G-7

Cimas nevadas, verdes praderas, un lugar de ensueño alpino para acoger a los líderes de los países autodenominados más ricos del planeta. Son nueve, falta Putin, y hablan de los problemas del mundo… pero sin el mundo. Retirados a 1.200 metros de altitud, en las montañas bávaras, se han rodeado de un ejército de policías.

Por Ángela Gonzalo del Moral

A pocos kilómetros, miles de personas, la mayoría jóvenes, les gritan que los problemas que intentan solucionar, los han provocado ellos mismos. De hecho el último se llama Vladímir Putin, pero unos y otros mantienen un diálogo de sordos.

Angela Merkel ha llevado a sus invitados de honor al castillo de Elmau. Un vistazo a su web  nos muestra un lugar idílico con una historia particular. En 1942 fue centro de reposo de los soldados de la Wehrmacht, tras la caída del III Reich pasó a convertirse en un hospital militar estadounidense y posteriormente en centro de refugio de supervivientes del Holocausto. Ahora acoge a una mujer y ocho hombres, anclados en las glorias pasadas. 70 años después del final de la II Guerra Mundial los vencedores de esa contienda creen que el mundo es el mismo que ellos han perfilado durante estas siete décadas. Una visión errónea. Se autodenominan los siete países más ricos del mundo, pero desde hace un año han expulsado del selecto club a Rusia, tras la adhesión de Crimea, y no incluyen a la segunda economía mundial, China.

Los activistas y grupos de derechos humanos, han colocado globos con los rostros de los 9 líderes mundiales. Unas cabezas etéreas, sin manos y sin pies, aislados de la tierra, (reflejo de su soberbia), mientras quedan a merced del aire que los balancea, un símil de lo que hacen con ellos los mercados internacionales.

Los dos protagonistas del encuentro son Barack Obama y Angela Merkel. Conforman el casting François Hollande, David Cameron, Matteo Renzi, Shinzo Abe, Stephen Harper, Jean-Claude Juncker y DonaldTusk. El pueblo de Krün es el lugar elegido para el rodaje, con una primera escena en la que Obama y Merkel han tomado una cerveza en la plaza mayor, ante un grupo de ciudadanos que les miraban expectantes. «¡Gruss Gott!», ha saludado el presidente estadounidense en el dialecto local, provocando la autocomplacencia de la mayoría de sus 2.000 habitantes ataviados con los trajes regionales.

A pocos kilómetros de la idílica localidad, en Garmisch-Partenkirchen, miles de personas anhelaban también saludar a los líderes mundiales. Les denominan los antisistema y querían exponerles, entre otras cuestiones, la inequidad mundial, su sordera ante el problema de la emigración y los refugiados, la pasividad gubernamental al calentamiento global, y sus dudas sobre el tratado de libre comercio entre EE.UU. y la UE. No les han dejado ni siquiera acercarse. Se lo han impedido más de 22.000 policías que han bloqueado las carreteras de acceso a la zona de la reunión y el gobierno ha cerrado el espacio aéreo en un radio de 100 kilómetros.

El ministro del interior bávaro Joachim Herrmann, dice que no entiende las quejas por impedir las manifestaciones, «Baviera tiene una superficie de algo más de 70.000 kilómetros cuadrados. Solo 4 de de ellos están cerrados a los manifestantes». Por desgracia en ellos los líderes se aislan de los ciudadanos y del resto del mundo.

Cronología de las Cumbres del G-7