El 9 de abril de 1940, la maquinaria bélica de la Alemania nazi desembarca en la ciudad de Oslo. Ante esta situación, el rey Haakon VII de Noruega se ve obligado a abandonar la tradición neutral de su país y tomar la difícil decisión de unirse a uno de los dos bandos. En sus manos está el futuro y la vida del pueblo noruego. «La decisión del rey» fue la película más taquillera en Noruega en 2016, fue la candidata a los Óscar y arrasó en los últimos Premios Amanda de la Academia Nacional de Cine Noruego, con un récord histórico de 13 nominaciones. Al final consiguió el galardón en 8 categorías: Película, Guión Original, Actor Secundario, Diseño de Producción, Efectos Especiales, Montaje, Banda Sonora y Diseño de Sonido.
Aquella noche, en medio de la niebla una flota de barcos alemanes se adentra en aguas noruegas. El mayor de estos barcos, el Blücher, es uno de los orgullos de Hitler. Se dirige a Oslo. Pero lo que esta flota no esperaba es que el comandante del fuerte de Oscarsborg, Birger Eriksen, abriese fuego y hundiese al enorme barco. Mientras tanto, y con la escasa luz que proporcionan dos velas, Curt Bräuer, un diplomático alemán se entrevista con el ministro de exteriores noruego, Halvdan Koht, y le presenta el ultimátum alemán: rendirse o preparase para la guerra. Koht le dice que Noriega se defenderá. En tal caso, contesta Bräuer, empezarán las hostilidades. Este es el principio de lo que serán los cinco largos años de ocupación alemana de Noruega. Durante esos primeros dos días hay dos personas que destacan por su determinación de obrar de acuerdo con aquello en lo que creen: el rey Haakon de Noruega y Curt Bräuer, el diplomático alemán.
Mientras Bräuer informa a Berlín de su fracaso en llegar a un acuerdo, el Rey y la familia real huyen de la capital. Hace dos años que es viudo, y sigue entristecido. Pero ya no hay tiempo para sentimentalismos. Sobre todo cuando el primer ministro, presa del pánico, le presenta al rey su dimisión. El país se está desmoronando, y el rey intenta que permanezca en pie, al igual que su familia. La presión es excesiva. Justo cuando rechaza la dimisión del primer ministro, su propio hijo, Olaf, le dice a su padre que irá a filas para combatir. Quiere participar en la guerra.
En Oslo, a Bräuer le preocupan los métodos demasiado expeditivos del coronel Hartwig Pohlman, el enlace con el ejercito alemán. Ha dado la orden a las tropas alemanas de encontrar al rey y a su familia, y detenerlos a todos. Pero Bräuer busca un resultado diferente: quiere que la solución llegue por la vía de la diplomacia. Pide hablar con el rey. No obstante, y sin saberlo, Bräuer está en una cuenta atrás. Todo cambia cuando, de repente, Vidkun Quisling, da un golpe de estado. El gobierno, que huye con el rey, no tiene poder, una recompensa pesa sobre la cabeza del rey, y Bräuer recibe órdenes directas de Hitler para que deje que Quisling se haga con el poder y que intente convencer al rey, en privado, para que se entregue.
El rey, la familia real y el gobierno huyen hacia el norte del país. Pero los alemanes se acercan, y en Midtskogen, una zona de granjas en las afueras de Elverum, se produce el choque con los soldados noruegos. Tras un tiroteo intenso, al que siguen intercambio de granadas, fuego de ametralladoras y lanzallamas, la Guardia Real Noruega, que lucha con el apoyo de granjeros, jóvenes y cazadores de la zona, consigue parar los pies a los alemanes.
Al día siguiente es cuando la derrota alemana deja a Pohlman paralizado. Bräuer, en cambio, ve que ahora ha llegado su oportunidad. Tiene que hablar con el rey. Se tiene que producir una solución diplomática. Sin tener demasiadas alternativas, sin saber si su hijo está dispuesto a permanecer junto a él o si se incorporará al combate, el rey acepta la propuesta de Bräuer para negociar. La reunión tendrá lugar en Elverum, el 10 de abril. Ambos están terriblemente condicionados. Braüer, por su parte, tiene en la reunión la última posibilidad para convencer al rey para que se rinda.
Bräuer le dice al rey que si no acepta sus condiciones, se van a perder vidas. Morirá gente. ¿Está dispuesto el Rey a aceptar esa responsabilidad? Bräuer le pide al Rey una respuesta. Pero el monarca le dice que no puede tomar esa decisión a solas. Noruega es una democracia, no una dictadura, le dice Haakon VII, de manera firme.
El Rey está apesadumbrado. El destino de todo el país descansa sobre sus hombros. De vuelta de la reunión, ve que Olaf está ahí, y que está dispuesto a estar junto a él. Se siente un poco aliviado cuando manifiesta al gobierno que no puede ceder a las exigencias que los alemanes le han planteado. A pesar de que la elección debe tomarla el gobierno, si se rinden a los alemanes, él y su familia abdicarán.
Ya han lanzado el guante. Noruega decide seguir al rey, y Bräuer ha fracasado. Éste informa a Pohlman, y al día siguiente, al alba, los bombarderos alemanes aparecen. El 11 de abril de 1940 los aviones alemanes bombardearon y destruyeron Elverum y Nybergsund con un objetivo principal: matar al rey. Sin embargo, él, su hijo y el gobierno consiguen evitar el ataque de la máquina de guerra alemana. A partir de ese día, el ejército noruego, la resistencia y el pueblo de Noruega lucharon contra los alemanes, bajo el mando del rey y del gobierno libre, que se trasladaron a Inglaterra.
«La decisión del Rey» es una película que trata los acontecimientos de esos días, y de todo aquello que hizo los hizo posible. El director Erik Poppe retrata a un personaje que tiene que optar entre el deber o la ética. El tablero de guerra nazi desarrolla un ataque sorpresa a un ritmo frenético y el rey de Noruega, una gran interpretación de Jesper Christensen, tiene poco tiempo para decidir.
El director noruego, Erik Poppe, asegura que no hay nada inventado, porque se entrevistaron con todas las personas de su entorno que todavía estaban vivas. Asegura que no intentó crear a un superhéroe, pero sí quería demostrar que «puso en peligro su vida por defender la democracia». Los otros dos personajes destacados son el embajador alemán, que hace todo lo posible para salvar a Noruega de un conflicto y mantener su postura neutral, pero se ve atrapado por los planes de Berlín y el tercer personaje de la trama es, según su director Oslo, la capital noruega. En este sentido cabe destacar también el papel del austríaco Karl Markovics que da vida al embajador Curt Bräuer .
Poppe quiso rescatar esta historia del olvido porque considera que los ciudadanos no la conocen lo suficiente y se sentía «en deuda» con hechos que hoy son importantes. En sus palabras, se trata de la vida de un «líder» que «tomó decisiones para su gente, incluso poniéndose en gran peligro». El director noruego cada vez más en las miras de Hollywood, añade que «en estos últimos años hemos visto a líderes enfocados en sí mismos y en sus torres, así que decidí contar una historia sobre aquellos que se centraron en la democracia».
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