A pocos metros de la Puerta de Alcalá y del Parque del Retiro, un grupo de expertos en gastronomía de Madrid, han conocido los aromas y sabores de la cocina y de los productos que se cultivan en la provincia de Tarragona, o para ser más exactos entre el Montseny y el Mediterráneo del sur de Cataluña.
«La gastronomía se arraiga a la diversidad y contribuye al entendimiento» nos dice José María López, director de CATA MAD, una opinión compartida por Carles Segarra presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Tarragona, que encuentra este maridaje gastronómico con Madrid, una buena oportunidad para dar a conocerse en la capital española.
Pepe Fillola, el chef de La Clave … de Velázquez, la calle que le da el apellido al establecimiento, resalta el desconocimiento que todavía hay en Madrid de la cocina catalana.
La primera edición de «Cata Mad» ha permitido a los madrileños conocer la creatividad del joven chef tarraconense Quach, que ha versionado recetas tradicionales cocinadas por su abuela y su madre, trasladándolas al siglo XXI, con creaciones propias.
Suquet de gamba roja de Tarragona o tarrina de butifarra con cremoso de judía, han sido sólo algunos de los platos que el catalán ha llevado a Madrid. «Nuestros productos son muy buenos», exclama Quasch y Pepe Fillola añade que «la cocina catalana es muy rica y variada».
Tarragona, la única ciudad catalana patrimonio de la Humanidad, no quiere quedar anclada al pasado, sino atraer cada vez más a los turistas del siglo XXI. Unos viajeros a los que les gusta adentrarse en las gastronomías locales.
No sólo se han podido degustar los platos preparados por Quasch, chef de El Terrat restaurant, sino que el responsable de la cocina que lo ha acogido en el centro de Madrid, Pepe Filloa de La Clave, ha aportado un plato típico estos días de la feria taurina de San Isidro, rabo de toro a la cordobesa. Un guiño al «VI Mes del Rabo de Toro» que se celebra en mayo en la ciudad. También han compartido mesa los vinos del Penedès con el de las Moradas de San Martín, unos viñedos de la sierra madrileña, que han recuperado una tradición perdida tras la Guerra Civil, cuando los vinos desaparecieron de la provincia.
Además de su cocina, los tarraconenses han traído otros productos autóctonos que demuestran la calidad de lo que producen en las comarcas del sur de Cataluña. Se han podido probar dos vinos del Penedès, salinos de costa o de alta expresión como los vinos de autor de La Milana 2014, que han sido analizados y catados por Carmen Garrobo, profesora de la Escuela Española de Cata, dos vermuts de Reus, y otros 20 productos de históricos fabricantes locales como Cudié, RIFACLI, Yzaguirre, Parxet o Chartreuse.
Tarragona ha conseguido seducir a los paladares más exquitos de la capital española, en un momento de gran tensión política. Como han dicho en el acto, cuando hay graves discrepancias … una mesa puede servir para debatirlas más tranquilamente. Compartir una mesa es siempre una buena excusa para reencontrar puntos en común.
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