Uberto Pasolini ha presentado en Madrid su última película «Nunca es demasiado tarde», estrenada esta semana en los cines españoles. A pocos días de otorgarse los Premios del Cine Europeo (EFA),el director y productor de cine italo-británico, sobrino-nieto de Luchino Visconti, habla con eXp de los retos del cine europeo y de su manera de entender el séptimo arte, al que define como un medio para descubrir y explicar las historias de personajes cotidianos.
Por Ángela Gonzalo
Fuera de alguna película que pasa a ser un éxito en las salas de cine, ¿porqué en general se piensa que el cine europeo no es comercial, o al menos no lo es tanto como las producciones estadounidenses?
Uberto Pasolini.- No sé porque, creo que el problema del cine europeo es que hay muchos cines locales que marchan bien, la comedia española funciona bien en España, y hay un cine un poco más difícil que viaja poco. Actualmente hay 5 grandes directores como Almodóvar en España, Hanecker en Austria o Nuri Bilge Ceylan en Turquía y sus películas viajan mucho, pero se queda en eso en cuatro o cinco que venden bien, pero el resto no pasa las fronteras de su país. El porqué no lo sé. pero el cine europeo continental es más interesante de lo que es el cine inglés, que mira solo al oeste, al otro lado del Atlántico, a Estados Unidos. Los directores, los guionistas, los productores, los actores solo piensan en tener éxito en Hollywood. Mientras que los que trabajan en Alemania, en Francia, incluso en Italia o España, miran también al cine europeo, ya sea rumano, chino, alemán. Hay más intercambio, más interés en Europa por el cine que se hace en otros países continentales europeos, de lo que existe en el Reino Unido. También creo que son los periodistas los que deciden si la película es comercial o no. Está claro que, en muchos casos, el resultado de los comentarios que realizan los críticos, dependerá de que una película llegue a ser comercial o no.
A.G.- Pero aun así no es un cine que atraiga a muchos espectadores
U.P.- Eso es el resultado de la guerra mundial y de lo que los estudios americanos hicieron después del 45. Lo refleja muy bien la película «Bienvenido Mr. Marshall», el poder económico de ese país marcó el tipo de cine que se distribuía. Aun así, hay un cine francés y los franceses van a ver su cine, y lo mismo ocurre en Alemania, en Italia o en España. Tal vez van a ver comedias «de poco calado», pero también se interesan por un nuevo director. En Inglaterra nadie dice «quiero ver la próxima película de Ken Loach», todo el mundo espera a ver si la crítica es muy positiva, y entonces a lo mejor van. Pero si quieres ver a Ken Loach tienes que ir a París, porque mientras en Londres solo dura una semana, en París puede estar un mes o dos meses en cartelera. Por eso me parece que el público europeo está más interesado en el cine de otros países de su entorno que el público inglés, que mira mucho a Estados Unidos. Es cierto que la situación del cine en Europa podría ser mejor, pero en Inglaterra, sólo el 5% de las entradas son de cine inglés, en España es del 25 o 35% dependiendo del año, en Francia, llega al 40-45% de las películas que se proyectan. Es decir, el público francés quiere ver cine hecho en su país. Por supuesto también les interesa el cine estadounidense, pero también quieren ver al director de cine francés, a sus actores, reconocerse en sus historias. Quieren ver la última película de François Ozon, o en España, la última de Amenábar. En Inglaterra no existe ese interés, no dicen voy a ver la película del director de «Queen», no hay conexión entre el público y los directores.
A.G.- Las coproducciones europeas facilitan que haya un mayor conocimiento del cine europeo en otros países que no es el del espectador?
U.P.- En Europa es un fenómeno muy interesante, pero es muy raro ver coproducciones entre Inglaterra y Alemania, o entre Inglaterra y Rumanía. No existe esa colaboración. En el cine francés es fácil ver una coproducción con Rumanía, con Turquía, o con Argel o Azerbaiyán, etc… se ve como algo natural, porque el sistema ayuda a eso. Además hay que añadir que también hay interés por parte de los espectadores. Van a ver cine diferente, les interesa. Aunque la verdad no sé porqué se produce este fenómeno.
A.G.- Sin duda el idioma es uno de los problemas que dificultan el intercambio cinematográfico. Lo vemos incluso en la traducción de títulos ¿Qué le parece la traducción española de su último largometraje «Still Life» por «Nunca es demasiado tarde?
U.P.- En inglés «Still life» significa muchas cosas. La palabra más importante es life, y la película habla de Vida, también de la soledad en el momento de la muerte, pero sobre todo de cómo se vive, cómo organizamos nuestra vida en relación a los demás. Si uno opta por una vida egoista, o al contrario, vive como el protagonista de la historia, que tiene una vida muy generosa, dedicada a los otros, en su caso a lo muertos. El título inglés trata de expresar cómo se cambia la vida, cómo podemos estar menos presos de nuestro trabajo, nuestra familia o nuestros hijos… de los ordenadores y como podemos pensar en los vecinos. Por otra parte Still significa que no se mueve, y se refiere a la gente que ha muerto, pero también del personaje principal, que no se preocupa de su propia vida. Además «Still Life» también significa que todavía hay vida. En el caso del título en español, me gusta la traducción porque se destaca que nunca es demasiado tarde para pensar en los demás, para que la gente pueda volver a recuperar las relaciones, y también el personaje principal tiene tiempo para experimentar cosas diferentes, como degustar por primera vez un chocolate caliente, en vez del té habitual. Me gusta más esa traducción que han hecho en vez de «Naturaleza muerta», que sería una versión más literal, aunque no reflejaría lo que yo he querido explicar. No quiero la palabra «muerte» en el título.
A.G.- Ha obtenido éxitos como director, y también como productor. ¿En qué papel se encuentra más cómodo?
U.P.- Depende del proyecto, en este caso no pensé dejar el guión a otro director, porque quise terminar el viaje hasta el final, pero tengo proyectos en los que disfruto y soy feliz trabajando como productor, por que además creo que no tengo el talento ni la capacidad de hacerme cargo de la dirección, y eso no me preocupa. Son proyectos diferentes. Cuando se encuentra una historia que me interesa como la de Sri Lanka (Machan) o ésta que presentamos ahora, esa historia se transforma en guión, luego en dirección y quiero vivir toda la experiencia, por que se necesita ese momento en el set, o esa charla con los actores, te falta descubrir cosas de la historia. Es como si te faltara algo. En este caso, como la historia y la situación me interesó muchísimo, y me afectó personalmente, decidí realizarla hasta el final.
A.G.- Alcanzó su primer éxito como productor de «Full Monty», nominada a los Oscar, y dio el salto a la dirección y el guión con Machan. Ahora presenta «Nunca es demasiado tarde», premiada en 2013 en el Festival de cine de Venecia. ¿De dónde «saca» las historias que luego cuenta en el celuloide?
U.P.- Yo tengo la suerte de vivir una vida plácida, y me parece interesante descubrir vidas diferentes y sobre todo vidas que son más difíciles, personas que tienen problemas que yo no podría imaginar. Leo periódicos, y muchas películas que he hecho han salido de un periódico, de noticias que hablan de realidades sociales y económicas muy alejadas de mi realidad. Por eso hace seis años me fui a Sri Lanka para tratar de comprender como una persona puede dejar a su familia, sus amigos, su idioma por ese viaje de esperanza, que tal vez acabe de forma triste. En esta ocasión leí varias entrevistas sobre un funcionario que tenía el mismo trabajo que John May, (el protagonista de «Nunca es demasiado tarde») que organizaba funerales para personas que habían muerto solas y donde no asistía nadie más que él y el sacerdote que oficiaba el acto religioso, parar tratar de comprender porqué y cómo nuestra sociedad llega a olvidar a la gente, cuando están muertos y cuando están vivos. Estuve meses y meses recorriendo con estos funcionarios del sur de Londres casas vacías de gente que había fallecido sola y ví lo poco que se reconoce el trabajo que hacen los funcionarios para no olvidar a los olvidados.
Cada año que pasa, el trabajo se convierte más en una excusa para descubrir otras vidas que en un objetivo para hacer una película. Claro, se empieza a descubrir algo y te gustaría contarlo y terminar la película, que tuviera éxito… pero lo más importante es el viaje, el descubrimiento, lo que aprendes de la situación en el proceso de hacer la película. Eso es lo más importante.
Noticia publicada en euroXpress el 24 de Noviembre de 2014