No son buenos tiempos para las relaciones entre galos y transalpinos. Los dos países más importantes de la Unión Europea gobernados por socialistas, andan tirándose los trastos en las últimas semanas.
En medio de la polémica sobre las barreras impuestas por los franceses a los extracomunitarios sin papeles, para dificultar que crucen sus fronteras procedentes de los puertos del sur de Italia, la ministra de Medioambiente, y excandidata al Elíseo, añadía más leña al fuego.
Segolène Royal acusó en un programa de televisión a Nutella, de ser responsable de la deforestación del sudeste asiático, debido al uso masivo de aceite de palma. No solo eso sino que invitó a no comer ese popular chocolate con avellanas. «Deben dejar de comer Nutella porque está hecho con aceite de palma», dijo la política francesa en Canal+. El producto en cuestión es «Marca Italia» por excelencia.
La empresa fabricante no tardó en asegurar que hace tiempo que mantiene un compromiso activo con la lucha contra la degradación medioambiental. La crítica de Royal se convirtió en afrenta para los italianos, que ya lo definían como el Nutella-gate.
Las declaraciones de la ministra gala se convirtieron casi en una cuestión de Estado para los transalpinos que, liderados por la esposa del primer ministro Matteo Renzi, mostraron su indignación y su solidaridad con la «marca patria». Agnese Landini, acompañada de una de sus hijas, no tardó en comerse una rebanada de pan untada con su «italianísimo» chocolate, y lo hizo ni más ni menos que en el stand que la marca ha colocado en la Expo de Milán -por cierto dedicada a la alimentación-.
Greenpeace también salió en defensa de Ferrero, empresa propietaria de Nutella, asegurando que el boicot no resolverá los problemas de producción de este tipo de aceite, y que la compañía tiene una política ambiciosa para mejorar su suministro. Finalmente, la ministra francesa, que con sus declaraciones le ha hecho una gran campaña publicitaria a la compañía italiana, dió marcha atrás y tuiteó «Mil disculpas por la polémica sobre Nutella. De acuerdo con valorizar los progresos que se han hecho».
Pocas horas después, el presidente francés, François Hollande, -expareja de Segolène Royal- visitaba la Expo de Milán y se reunía con Matteo Renzi, primer ministro italiano. Ni una sola mención a este «rifirrafe gastronómico» entre vecinos. Trataron el tema de la emigración y aseguraron que «no hay ninguna tensión» entre los dos gobiernos, calificándolo como un problema normal entre estados. «Este no es un problema italiano o francés, es un problema europeo», dijo Renzi, mientras Hollande aseguraba que las relaciones «son excelentes».
De momento parece que el tema del chocolate, aunque amargo, es más fácil de tratar que la solución al problema de los emigrantes acampados en la frontera de Ventimiglia y en las estaciones de tren y autobuses de las principales ciudades del norte de Italia.