Estos dÃas las miradas están fijas en un pequeño pueblo de Portugal, Fátima. Pero la verdadera capital religiosa de Portugal está más al norte, en Braga. Con más de 2.000 años de historia es la metrópoli más antigua de ese paÃs y una de las ciudades cristianas más antiguas del mundo. Fundada por los romanos con el nombre de Bracara Augusta, como otras ciudades de sus caracterÃsticas, se ha modernizado sin olvidar sus tradiciones ni su pasado. Mantiene un ritmo tranquilo, entre el ir y venir de miles de estudiantes que se dirigen hacia las dos universidades que tienen sede en esa población, la Universidad Católica y la del Minho, con cuatro campus en la ciudad y otro en la vecina Guimarães. Además cuenta con el Laboratorio Ibérico Internacional de NanotecnologÃa, un moderno edificio en el que trabajan unos 200 investigadores y que se ha convertido en un sÃmbolo de colaboración entre España y Portugal.
Junto a este complejo cientÃfico, encontramos una ciudad que mantiene sus raÃces históricas, perceptibles nada más pasar el Arco da Porta Nova, por donde nos adentramos en su rico casco antiguo, un reflejo del poder eclesiástico de siglos pasados. Conocida como la ciudad de los arzobispos, tiene más de 40 iglesias, la mayorÃa barrocas. El tiempo parece haberse parado en esa zona, hoy en dÃa peatonal, con sus impresionantes monumentos como la Catedral, el palacio episcopal y los jardines de Santa Bárbara.
Por esas tierras anduvieron los celtas, después los romanos y más tardes los suevos, que mantuvieron la capital en Braga. Durante un tiempo sufrieron la invasión musulmana y más tarde pasó de unas manos a otras, de Galicia al reino de León, hasta que Afonso Henriques lideró la independencia de Portugal en 1139. Aun asà su importancia en la historia no fue polÃtica sino eclesiástica, donde mantuvo el arzobispado sobre todo el noroeste de la penÃnsula, enfrentándose durante la Edad Media con Toledo y Tarragona. Hacia finales del s. XI, el obispo D. Pedro ordenó la reconstrucción de la catedral, destruida durante las invasiones musulmanas y con el arzobispo Diego de Sousa, en el siglo XVI, vivió una edad de oro embelleciendo las iglesias, palacios y fuentes. Unos doscientos años más tarde el arquitecto André Soares, la convirtió en un sÃmbolo del barroco portugués.
En Portugal se dice que «Coimbra estudia, Lisboa se divierte, Oporto trabaja y Braga reza». Un tópico que ha quedado atrás, aunque es cierto que, «algo queda». En las estrecha calles del centro histórico se mezclan iglesias y casas modernas. Vale la pena sentarse en alguno de sus cafés o bajo las arcadas de la Plaza de la República. Ese es el punto que permite ver las dos Bragas: la antigua y la moderna con sus amplias avenidas.
La catedral se inició en el siglo XI y conserva el aspecto románico en el exterior donde se mezclan los tres pórticos de ese estilo con dos torres barrocas. En el interior también se puede observar la mezcolanza de gótico, renacentista y barroco, con sus dos magnÃficos órganos de tubos del siglo XVIII. En el museo catedralicio hay más de 200 campanas, que fueron retiradas de numerosas iglesias de la ciudad.
Ya fuera del casco antiguo encontramos la Iglesia de la Santa Cruz, uno de los más bellos ejemplares de la arquitectura barroca religiosa bracarense. Hay una leyenda que dice que quien encuentre dos gallos simétricos en su fachada, se casará ese mismo año, o lo hará en Braga.
En las afueras de la ciudad, en medio de la montaña se divisa el monasterio de Bom Jesus do Monte, uno de los edificios más reconocidos de la ciudad, y lugar de peregrinaje, en el que destacan sus escaleras zigzagueantes, con un desnivel de más de 100 metros. Es una de las atracciones turÃsticas de Braga. Comenzó siendo una capilla, en el siglo XIV, a la que se añadieron más tarde seis capillas dedicadas a la pasión de Cristo. En cada escalera hay una fuente dedicada a uno de los cinco sentidos, y está rematada por una iglesia barroca de principios del siglo XVIII.
Unos kilómetros más allá y en lo alto de otra colina, encontramos la basÃlica de Nuestra Señora de Sameiro, otro de los lugares de peregrinaje mariano de Portugal, y que fue visitado por el papa Juan Pablo II, en 1982.
En Semana Santa, los farricocos -penitentes-, devuelven por unos dÃas la ciudad al pasado. Durante la tarde del Jueves Santo, llaman la atención de feligreses y visitantes para anunciar la procesión del Señor del Ecce Homo, que tiene lugar en la madrugada del jueves al viernes. Con una tradición que se inicia a finales del siglo XV, estos personajes lucen capirote, visten ropas bastas con cinturones de cuerdas y caminan descalzos, portando matracas que sirven para llamar la atención antes de la procesión de la noche. Junto a ellos aparecen los «fogareus» que portan teas encendidas con fuego, precediendo a la imagen del Ecce Homo, o al Señor de la Caña Verde. La procesión comienza el recorrido en la Iglesia de la Misericordia, cercana a la catedral.
En la ciudad, a lo largo de los siglos se han sucedido múltiples celebraciones religiosas durante la Semana Santa, algunas desaparecieron en los últimos siglos, principalmente a principios y mediados del XX. Pero algunos ciudadanos, feligreses o no, han recuperado la procesión de la Virgen de Burrinha, una curiosa celebración que sale desde la iglesia de São Victor. Participan unas 1.000 personas, que representan diversos pasajes bÃblicos como la expulsión del ParaÃso, la proclamación de los 10 mandamientos, o varios pasajes del Antiguo Testamento hasta llegar al último cuadro, que es la huida a Egipto representada por una imagen de la Virgen subida a un borrico.
Para viajar a Braga, se puede ir por carretera pasando por las provincias de Zamora, Salamanca, Orense o Pontevedra, aunque lo más cómodo, si no se vive cerca de esa zona, es viajar en avión. El moderno aeropuerto Francisco Sa Carneiro, uno de los mejores de Europa, tiene conexión con una 50 ciudades europeas y una de las aerolÃneas que tiene mejor conexión es la portuguesa TAP, con dos vuelos directos y diarios de Madrid a Oporto. Desde allà se puede coger un autobús que va hasta Braga o Guimarães.
Para conocer más detalles sobre el destino, se puede -se debe-, consultar la web de Porto and Northern Portugal Tourism, el organismo responsable y coordinador de las acciones turÃsticas del norte del paÃs, donde encontraréis muchas y variadas formas de aprovechar vuestra estancia. En Braga hay una gran variedad de alojamientos tanto en precio como en calidad. Nosotros nos alojamos en el Hotel Melià Braga, situado a unos cinco minutos del centro en coche, situado cerca del Centro Ibérico de NanotecnologÃa y próximo al santuario Bon Jesús y el Parque Nacional de Peneda-Gerês, por poco dinero se puede comer tipo buffet con cocina nacional e internacional. Pero si queréis comer en el centro de la ciudad, el Restaurante Brac, ofrece también buffet a buen precio, se trata de un lugar moderno y se encuentra muy cerca de la catedral junto al núcleo museológico del Domus de la Escuela Vieja de la Sé-catedral.