Nos encontramos a la vera del río Segura en la sierra de Jaén, el sonido de la corriente se mezcla con unas notas interpretadas por Dudok Kwartet Amsterdam. Es la sinfonía n. 6 «Pastoral» adaptada para sexteto de cuerdas, de Beethoven.
El escenario ha roto sus puertas y se ha trasladado a la naturaleza. El público que ha acudido al lugar vivirá una experiencia insólita. De momento están dispuestos a subir con sus mochilas, palos y botellas de agua, hasta la cima del Navalperal. La partitura se irá desgranando en varias etapas, durante los recesos previstos durante el ascenso, donde los músicos volverán a tocar sus instrumentos para seguir interpretado esta sinfonía de Beethoven.
Es una excursión musical programada en el Festival de Música en Segura, uno de los certámenes musicales que se celebran en algunas zonas rurales de Europa. Un pequeño, pero ilusionante, programa que atrae cada año a centenares de turistas a estos pequeños pueblos que conforman la Sierra de Segura. La cita este año es entre el 24 y el 28 de mayo.
El clarinetista local Daniel Brocano, es el alma mater de este festival. «Nuestra doble vocación en este evento -exclusivo, pero no excluyente- es ofrecer nuestras delicatessen musicales a la población local, totalmente alejada de los circuitos culturales, y a la vez generar una demanda turística de amantes de la música que nos visitan ex profeso desde España y el extranjero». Fue idea suya el traer a esta comarca, rural y alejada de los centros culturales a músicos de varios países para que sus paisanos también pudieran disfrutar de una propuesta cultural, que de otra manera sería imposible que pudieran escuchar. Quiere que alguien pueda sentir lo mismo que él experimentó hace ya muchos años. «Yo nací en un pueblo donde no hay muchos conciertos, por no decir nada, y me impresionó mucho escuchar por primera vez una orquesta sinfónica en directo. Ahí surgió mi amor por la música, decidí aprender a tocar un instrumento y acabé siendo músico. Si no se conocen las cosas no te pueden gustar».
Aunque parezca imposible, podemos escuchar la voz de una ballena a 1.200 metros de altitud. La magia del londinense Riot Ensemble interpretará en la iglesia de los Jesuitas, este sorprendente sonido que nos transporta a eras geológicas pasadas, a través de la partitura la «Voz de las Ballenas» de Crumb.
Artistas y vecinos de estos pueblos, no solo comparten música, también vivencias, y ratos de ocio en las plazas y bares de los pueblos… Los seguranos abren sus mentes a nuevos conocimientos, y sus casas… a turistas y músicos de otros rincones del planeta. Brocano cree que eso potencia el orgullo comarcal, pero sobre todo, es un aprendizaje mutuo. «Nosotros reinterpretamos el paisaje a través de la música y enseñamos nuestros pueblos a través de ella. Para los músicos significa tocar en un lugar que de otra forma no conocerían. Para muchos de ellos supone un desafío, porque esa cuarta pared del escenario supone una protección extra y en un pueblo donde no solo van a inspeccionar tu versión de la sonata de Brahms, sino que también van a inspeccionar si tienes hijos u otros aspectos de tu vida personal y profesional. Eso supone romper una barrera y crea mucha cercanía entre el público y los artistas. Es enriquecedor para ambas partes».
El pianista y compositor valenciano Albert Sanz se muestra expectante ante su participación por primera vez en el festival, «para mí la predisposición tanto del músico como de los ciudadanos es la mejor, y nosotros podemos conectar con el sitio, algo que no se da cuando actúas en auditorios y teatros de grandes ciudades, donde tanto el músico como el espectador están más contaminados por el ritmo de vida diario».
Música en Segura propone un mestizaje entre el flamento y la música clásica en la cooperativa oelícola de Orcera con la cantaora Rocío Bazán y el grupo londinense Riot Ensemble. Los escenarios ocupan los lugares comunes del pueblo, eso permite escuchar al atardecer, en el parque del Obispo, el cuarterto en fa menor de Mendelssohn….. Una residencia de ancianos, unas eras, los baños árabes o las iglesias son los escenarios que irradian los diferentes municipios de la comarca de la sierra de Segura.
Los vecinos de las pequeñas localidades rurales en toda Europa tienen grandes dificultades para acceder a este tipo de cultura y con la celebración de decenas de festivales de este tipo, los organizadores de los eventos les facilitan esta opción. El paisaje de todo el festival está presidido por el castillo árabe del siglo XI que corona Segura de la Sierra.
Sobre un escarpado rocoso de más de 800 metros de altura, otro castillo en el Alentejo portugués permite divisar desde el otero, las tierras de Portugal y España. En Marvão, un pequeño pueblo de 90 habitantes celebran desde hace 4 años, un festival diseminado por plazas, iglesias y patios de armas de este burgo medieval. En 2017, la cita es del 21 al 30 de julio. Música clásica en otro escenario de ensueño. En el corazón del parque natural de la Sierra de Mamede, se conjugan los granitos, las piedras calcáreas y el cuarzo… esos días se mezclan con las notas musicales. Fue un castillo de defensa, pero ahora se transforma en un lugar de encuentro.
Igual que en la sierra de Segura, los vecinos han acogido a músicos de todo el mundo. En la Torre de Palma, actuará el cuarteto Goldmund; en el patio del castillo, la Sinfonietta de Hong Kong; en el espacio cisterna, el contratenor David James, la violoncelista Mirjam James o Chan Tsz-Shun Elvis, que los acompañará a la viola, interpretando obras de Purcell.
Para muchos de esos vecinos es difícil acudir a la Casa da Música de Oporto, pero eso no es problema, la Orquesta Sinfónica do Porto, se traslada hasta Marvão. Es la magia de estos pequeños festivales en zonas rurales del continente europeo. La alta cultura se acerca a todos, y a precios populares.
El Festival Internacional de Música de Marvão, fue una idea del director alemán Christop Poppen, que descubrió este sorprendente pueblo, haciendo cicloturismo con su familia por el Alentejo. Dice que es un lugar mágico del que se enamoró al instante, un amor a primera vista, y le pareció que era el sitio ideal para aunar turismo y música clásica. Así que acudió a sus amigos músicos del mundo, y los atrajo hasta allá. Empezaron en ese municipio, y fueron los alcaldes de los pueblos vecinos, que le ofrecieron sus plazas y locales para extender el festival. Este año, ya se ha añadido el municipio español de Valencia de Alcántara. El corral de Vacas, acogerá otro concierto del cuarteto Goldmund.
Escuchar a Offenbach o Boccherini entre las cimas de los Dolomitas, mientras realizamos un trekking de 4 o 6 horas. Música en medio de una naturaleza agreste, sin contaminación, impactante, mientras seguimos los pasos de los violinistas Mario Brunello y Peteris Sokolovksis. Esa es la apuesta, diferente, del Festival Sueño de los Dolomitas, entre el 18 y el 20 de julio. En ese festival, en la región del Trentino-Alto Adigio, también organizan una semana de camping musical. En el programa hay un concierto al alba, un momento que para ellos no es solo el inicio del día, sino el descubrimiento de una luz especial que nos traslada, porque no, al inicio de la creación. La Kamerata Baltica propone un desayuno especial: el adagio de cuarteto para el fin de los tiempos, alternada con una coral de Bach, un divertimento o una serenata de Mozart.
Estos festivales, de pequeño formato están aumentando en los últimos años, y permiten evitar las masificaciones de otros conciertos. También aparecen agencias que organizan viajes turísticos y apoyando estas iniciativas al llevar público interesado en escuchar diferentes formatos de música en lugares relajados y con encanto natural.
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