Hace unos días Christian Muyoli impresionó a los espectadores del programa televisivo «Best of the Best» en la República Democrática del Congo, no solo por su manera de cantar, sino también porque es albino. Su sorprendente actuación fue reconocida y aplaudida tanto por la audiencia como por los jueces.
Estos días la capital congoleña ha acogido unas jornadas para analizar la dura realidad de estas personas y luchar contra su discriminación en África. Una de las conclusiones es que para concienciar a los africanos de los problemas de los albinos y para demostrar que no son portadores de maldiciones, es necesario que estén más presentes en la vida pública.
Muyoli nació en Kinshasa, en una familia de músicos folk, y de los cuatro hijos es el único que dearrolló este desorden congénito, que se caracteriza por la ausencia de pigmentación en la piel. Para el 80% de la población de su país, Ndundu, -como se conoce a los albinos en lengua lingala-, tiene connotaciones negativas. No es el único país, en África los albinos son perseguidos en más de 20 países.
Tanzania es el país africano con una tasa más elevada de albinismo. Se calcula que unas 15.000 personas presentan esta condición genética que les lleva a sufrir persecuciones y muerte, por considerar que son portadores de enfermedades y desgracias para su comunidad. Sus familiares los ocultan, los abandonan o los venden. Algunas estadísticas señalan que en los últimos tres años unos 70 albinos han sido asesinados, descuartizados y vendidos por 75.000 dólares cada uno. Muchos de los que consiguen llegar a adultos pierden la visión o desarrollan un cáncer de piel debido a su exposición al sol, sin ningún tipo de protección, porque las cremas solares son caras y difíciles de conseguir.
Baraka Cosmas, un niño tanzano de cinco años, recuerda como un grupo de hombres entró en su casa una noche, «estábamos durmiendo cuando llegaron a buscarme con unos machetes». Golpearon a su madre y a él le cortaron la mano derecha. Consiguió escapar de la muerte tras ser rescatado por la ONG canadiense «Under the same Sun», que junto con otros cuatro menores los trasladaron a Estados Unidos para que les fabricaran unas prótesis personalizadas. Kabula Nkarango, uno de los adolescentes acogidos, dice que se encuentra mal «porque todavía no sé que hicieron con mi brazo, dónde lo tienen, qué beneficios han conseguido con él, para qué lo han utilizado…. o si simplemente lo tiraron».
El gobierno tanzano prohibió la brujería el año pasado, espera así reducir los ataques contra estos grupos, pero en Malawi han aumentado los abusos a albinos. El diputado keniata Isaac Mwaura, también albino, acusa a las bandas tanzanas de secuestrar niños en Kenia, él mismo acoge a dos menores que se salvaron de una tentativa de rapto.
Baraka, que tiene unos dolores terribles, no volverá a tener su brazo, pero durante su estancia en Nueva York está aprendiendo a manejarse con su prótesis, y a valerse por si mismo, dentro de unos meses regresará a uno de los centros gestionados por «Under the same Sun» en su país.
«Blancos en Europa, negros en África, amarillos en Asia y rojos en América, pero los albinos somos iguales en todos los continentes», reflexiona Yan Mambo, el realizador congoleño que ha organizado el movimiento «Fièrement Ndundu» (Orgullosamente albinos» y la campaña #Plusdecouleurs.