Oña cuenta su historia en primera persona. No importa que pasen los siglos, ellos recuerdan una y otra vez sus orígenes, los que dejaron huella en la historia. Lo hace a través de personajes históricos y personas reales, mezclando el siglo XI y el XXI. Utilizando el lenguaje de la época, podríamos decir que los vasallos de la actualidad, representan a los reyes de antaño y los legos a los abades y abadesas.
Junto al estanque del antiguo jardín del monasterio de Oña, Josu un vecino de las Merindades, nos explica las complejas relaciones familiares del primer rey de Castilla, Sancho II, el Fuerte, con sus hermanos, Alfonso y García, reyes de León y Galicia…. Y sobre todo de sus descendientes.
Con estos personajes nos sumergimos en el Cronicón un relato de intrigas, guerras fraticidas, avaricia, soberia y envidia, que marcó el inicio de la historia del reino de Castilla, que tiene a la población burgalesa de Oña, como centro de interés.
Todas estas relaciones se representan desde 1988 durante cinco días -alrededor del 15 de agosto-, en la villa condal de Oña…. en un escenario excepcional: el monasterio de San Salvador
En la empinada escalinata por la que se accede a la iglesia, se levanta un telón imaginario que desvela los avatares de los inicios de la historia castellana.
Unos 200 vecinos repasan la crónica documentada de lo acontecido hace unos 1.000 años. Para la gran mayoría no es su primera cita. Tienen una gran responsabilidad: poner voz y alma a aquellos personajes que un día moraron, o visitaron el lugar.
Impasible, pero como si disfrutara de la puesta en escena, el monasterio de origen románico aunque con una clara evolución gótica, también participa en la recreación histórica, una de las más genuinas y reconocidas de Castilla León. Allí, presentes, están algunos de esos personajes como el abad don Íñigo, testigo de lo que se cuenta en la representación.
A su lado los panteones de algunos de los personajes en los que se basa el relato. Allí están enterrados el conde de Castilla, Sancho García, el rey de Pamplona y su esposa Munia y el primer rey castellano Sancho II el Fuerte. Es como si se les ofreciera la oportunidad de comprobar en qué acabaron sus luchas por el poder.
No importa que el árbol genealógico sea imposible de memorizar, para el director del espectáculo, Perfecto Uriel, es básico mantener un buen ritmo, para que los espectadores no mueran en el intento. El alcalde de Oña, Arturo Pérez, añade que «el árbol genealógico» está muy bien detallado en el programa anual.
Las escenas atrapan al espectador, porque se suceden a buen ritmo. Las caras, gestos y comentarios de los asistentes lo demuestran. Ente bisbiseos comparten las escenas con sus acompañantes. Entre ellos hay un grupo de personas de la Asociación de Personas Sordas»Fray Ponce de León, de Burgos. Este año por primera vez este colectivo ha podido seguir la actuación. «La lengua de signos es muy rica porque con la expresión facial y la expresión corporal puedes transmitir y contextualizar lo que está pasando», nos dice una representante de la entidad cultural.
Una de las señas de identidad es la iluminación, que permite descubrir detalles de la iglesia abacial, especialmente del retablo, en el que discurren todas las escenas. Le da al edificio un toque mágico, de fantasía. La luminotécnia resalta todos los detalles, unas veces se centra en el sarcófago plateado que guarda los restos de San Iñígo, en otros momentos la luz resalta los capiteles, los panteones de los reyes, el libro de los relatos. O deja unos segundos el escenario a oscuras permitiendo reposar todos los hechos que están aconteciendo durante la representación.
El ritmo, también es de vital importancia, para no cansar al espectador y mantener su atención. «el ritmo con el que se cuentan estas historias es tremendamente importante. Al espectador lo puedes aburrir con pausas y largos silencios, o lo puedes mantener atento si dominas estos dos aspectos», nos dice Perfecto Uriel.
El director del Cronicón, reconoce que una de sus escenas preferidas es la ordenación de Trigidia, hija de Sancho García como primera abadesa del Monasterio de San Salvador. Tanto por el ritmo interno, como por el profundo significado de la escena. «Se mueven entre ellas y cuando te das cuenta, ves que ha cambiado todo». Uriel añade «le quitan toda la ropa que le liga al mundo terrenal y le imponen los hábitos que le van a poner hasta su muerte. Es un momentosimbólico impresionante».
Unos docientos espectadores, siguen atentamente… con respeto, casi maravillados y con gran aprecio el trabajo actoral de los vecinos, los trajes, la escenografía, el montaje. Se hace difícil creer que los actores son los vecinos del pueblo, el gasolinero, el panadero, la concejal, la camarera de un bar…. También es difícil saber quién es cada uno de ellos. Inés Polo da vida a la reina y asegura que tras el velo, la corona y el traje, casi nadie la reconoce. Muchos empezaron hace años e incluso con la edad, han cambiado de personaje. Perfecto Uriel, que lleva cinco años dirigiendo el Cronicón, explica que para conseguir unas representaciones tan destacadas «necesitan una serie de claves, de trucos y de conocimientos para encarnar a sus personajes». Ese es el papel del director.
Berta Tricio, concejala y ex alcaldesa, nos recuerda que los onienses tienen una tradición teatral, que viene de la época en que los jesuitas gestionaban el convento y potenciaron las artes entre la población. Cuando en 1987, el párroco les propuso representar una parte de la historia del municipio, lo vieron como algo normal.
Un año más tarde, Roberto Carpio, empezó a dirigir el Cronicón, y ya van más de 30 ediciones. Durante cinco noches, el telón imaginario y transparente de la historia de Oña, se levanta, para envolver al espectador y a los propios actores en las intrigas de los descendientes de Fernán González, unos hechos que marcaron la historia de España.
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