La tradición de la arquitectura noruega: funcionalidad y confort con un principio sostenible
La ciudad de Brumunddal, a 150 kilómetros de Oslo, inagurará en marzo la construcción del rascacielos de madera más alto del mundo. Mjøstårnet es un edificio piloto que trata de demostrar que es posible construir edificios de altura con materiales respetuosos y que supongan una reducción de emisión de gases efecto invernadero de hasta un 85% en la producción de los materiales. Este rascacielos tendrá una altura de 80 metros y 18 plantas que integrarán apartamentos, oficinas, un hotel y restaurantes.
Arthur Buchardt es el promotor de este proyecto con el que se quiere crear un símbolo verde, impulsando la construcción de edificios altos utilizando recursos locales, proveedores locales y un material sostenible y renovable. Este innovador rascacielos ya ha recibido galardones como Norwegian Tech Award 2018 y The New York Design Awards 2018. Noruega se ha propuesto llevar más allá la eficiencia y la arquitectura sostenible trasladándolo a complejos proyectos por tamaño y diseño.
Noruega se ha propuesto llevar más allá la eficiencia y la arquitectura sostenible trasladándolo a complejos proyectos por tamaño y diseño.
No es una novedad que uno de los pilares de la economía y de la cultura de este país es el aprovechamiento de los recursos y su utilización de forma innovadora. Esto ocurre también en la arquitectura, queha logrado la fórmula perfecta: usar materiales naturales que pueden perdurar durante siglos. El gran éxito de los arquitectos noruegos radica en saber combinar las tendencias actuales en diseño con el uso de materiales tradicionales naturales tales como madera, piedra o metal.
El principio de arquitectura sostenible se basa en cuatro pilares: la funcionalidad, el confort, la salud y la sostenibilidad. Para ello hacen uso de su experiencia, sus avances en I+D e innovación y su respeto por el medioambiente.
La madera y la piedra son los materiales más utilizados en multitud de construcciones en el país; viviendas, cabañas y edificios representan formas simples y elegantes que recuerdan a las formas de montañas y glaciares.
La fusión de naturaleza y arquitectura es una de las principales características de la arquitectura noruega. El clima y la luz también condicionan la arquitectura de manera que muchos arquitectos se han centrado en crear cálidos espacios abiertos capaces de capturar la luz del día en las pocas horas de sol. Estas estructuras no se visualizan de forma aislada, sino en elación con los paisajes de alrededor y otros edificios, a menudo con un toque de simbolismo.
Estos principios de la arquitectura se empiezan a ver en la edad media con la construcción de las iglesias de madera medievales, las Stavekirker.
El interés de los vikingos por la construcción de barcos y viviendas en madera hizo que utilizaran este material para la construcción de sus Iglesias que tienen como elemento en común los postes angulares (stave), de ahí su singular nombre.
Los edificios representan cerca del 40% del uso energético en Noruega, por lo que cobra especial importancia tomar medidas de eficiencia energética.
Para conocer los primeros estándares en materia de energía en edificios tenemos que remontarnos a 1949, cuando el Ministerio de Gobierno Local y Modernización se encargó de determinar estándares mínimos a través de un Reglamento Técnico.
El concepto de casa pasiva (construcción en la que se utilizan recursos de la arquitectura bioclimática combinados con eficiencia energética superior a la construcción tradicional) entró en el ámbito académico noruego alrededor del año 2000 y desde entonces las viviendas de bajo consumo energético han ido cobrando cada vez más importancia. Tromsøya fue el primer proyecto de casa pasiva en Noruega, su construcción finalizó en diciembre de 2005.
NdP