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La reforma luterana a través del arte

Alemania y muchos países europeos conmemoran este año el 500 aniversario de la reforma iniciada por Lutero, al clavar en la puerta de la iglesia de Wittemberg sus 95 tesis cuestionando el enriquecimiento de la iglesia y algunas de sus predicas. El desafío de Lutero no solo acabó provocando violentas guerras sino también que también cambió la faz cultural y económica de Europa.

El Museo Thyssen de Madrid, propone un recorrido por la reforma y la contrareforma a través de siete cuadros de su colección permanente, desde «Santa Casilda», de Zurbarán, hasta «Jesús entre doctores», del alemán Durero, para contextualizar el movimiento luterano y su influencia en el arte, así como los antecedentes que propiciaron los diferentes estilos y temáticas entre los artistas católicos y los protestantes.

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Una de las primeras obras que encontramos en este recorrido es Hércules en la corte de la reina Onfalia de Hans Cranach, un pintor que trabajó precisamente en el taller que más difundió la religión protestante. Los maestros alemanes van a hacer una relectura de los temas mitológicos, y aparecen nuevos temas que habían quedado olvidados o relegados. En el cuadro, vemos una figura masculina rodeada de, probablemente, las doncellas de la reina. Ninguna de ellas destaca especialmente, por eso probablemente ninguna de ellas sea Onfalia. Sin embargo Hércules esta totalmente denigrado, algo que se ve con solo mirar su cara. En la pintura clásica él es el símbolo de la fuerza representada en los 12 trabajos de Hércules, y aquí lo vemos disfrazado de mujer, vestido de mujer y obligado a vivir como una fémina. Este cuadro también aporta una nueva temática, frecuentemente utilizada por los pintores alemanes, las mujeres fuertes como figuras que, de alguna manera, son capaces de dominar la figura masculina.

Carlos I de España y V de Alemania, también es uno de los personajes pintados por los artistas de la época. Pero su figura aparece de diferente según lo pinte un reformista o un católico. Lucas Cranach, rebajaba el poder de su figura, mientras que Tiziano, lo realzaba en el campo de batalla. El retrato que el alemán realiza del emperador Carlos V, nos lo muestra como quizá fue físicamente, siempre se habla de la mandíbula inferior alargada, con un labio abultado. El fondo es verdoso muy sencillo y lo único que destaca para saber que es el emperador, es el toisón de oro, que luce como emperador. Por contra, Tiziano lo pinta como un ser casi invencible.

Uno de los motivos más populares en la Alemania de Lutero fue la imagen de santa Ana acompañada por su hija, la Virgen María y Jesús. Una de las propuestas a este viaje a través de Lutero y la Reforma es una tabla, de un anónimo en Suabia, que no solo representa a los tres personajes biblicos, sino también, de forma minúscula al abad que hizo el encargo para un tríptico del monasterio de Obermarchtal.

ZURBARAN, Francisco de_Santa Casilda, c.1630-1635_ 448 (1979.26)/ Foto Thyssen

Reforma y contrarreforma disputan también su fe a través de la pintura. Otro contrareformista que encontramos en la colección del Thyssen es Zurbarán, y sus retratos de lo divino. Uno de los más conocidos es el de Santa Casilda. Cuando observamos su cara, podemos reconocer a una joven sevillana y él la pinta como una santa. Las figuras de los santos, de la virgen María, de los mártires, han sido relegadas por la iglesia protestante, mientras que la iglesia católica los va a ensalzar. A partir de Caravaggio se va a utilizar una luz muy dramática, que va a sobreiluminar el primer plano. Lo observamos en la cara de la Santa, que al oscurecer el fondo, Zurbarán nos marca un escenario teatral y nos trae a Casilda a primerísimo plano, de tal manera que casi no podemos escapar de su influencia. Hay que tener en cuenta que a partir de la Edad Media, y sobre todo de la Reconquista, las leyendas en el mundo católico se difundían por toda España y la gente se las creía sin poner nada en duda.

La leyenda de Santa Casilda, dice que era una princesa, hija de un rey árabe, que se había convertido al cristianismo y que llevaba pan a los cristianos que habían sido hechos prisioneros. Una mañana, cuando llevaba los alimentos escondidos en el vestido, es descubierta por su padre y cuando se abre el vestido, se obra el milagro y el pan y los alimentos se habían convertido en flores. Es una de esas leyendas populares que mezclan la leyenda con lo religioso y van a pasar a formar parte de la iconografía de la pintura de aquella época. Zurbarán es uno de los pintores que se ha redescubierto y que más se ha estudiado en los últimos años, ya que los pintores del siglo XVII, ensonmbrecidos por el gran Velázquez, fueron dejados de lado durante mucho tiempo. En el cuadro de Santa Casilda, vemos la maestría del pintor, que muestra las ricas telas que luce la santa, como si se tratara de un diseño de Balenciaga. Destaca también el preciosismo y el detalle de las joyas, los hilos de oro, el brocado del vestido.

Foto: Museo Thyssen

En esa época la lucha artística entre protestantes y católicos, fue muy importante. A diferencia de los católicos, que recurren a la Virgen como icono de maternidad, los artistas protestantes optaron por el hogar para representar la ejemplaridad y el rol de la mujer en la familia. Un ejemplo de ello es el cuadro «El tamborilero desobediente», de Nicolás Maes. Las nuevas ideas religiosas impregnan también a las familias. Entre los artistas protestantes la figura de la madre ya no es la de la virgen María, potenciada por la iglesia católica. En la Europa central pasa a ser representada por una mujer que tiene que criar a los hijos y debe ser firme en sus convicciones.

En el cuadro se ve perfectamente como la mujer está regañando al niño porque está tocando el tambor y puede despertar al bebé que aparece en la cuna. En la pared está colgado un espejo donde se refleja el propio pintor, que por lo que sabemos se había casado con la hija de un pintor, que había tenido un hijo de un anterior matrimonio. En el cuadro, la madre representa la figura materna que a lo largo de los siglos había sido ocupada por la virgen María. En este caso se trata de una madre-mujer, que está dentro de casa educando a los hijos. Un detalle que también muestra las diferencias entre la Europa central y la mediterránea, es la ventana. Es una ventana abierta, sin cortinas, que no esconde nada y por donde entra la luz, tan importante en el norte del continente. La idea que muestra el pintor es que la luz entra en el interior y entronca con la mentalidad protestante de transparencia, porque no hay nada que esconder. La casa queda abierta y se puede ver desde el exterior, y es una característica que permanece en esos países, mientras que en el sur, en España, siempre hemos cerrado la ventana, para esconder el interior, pero poder ver el exterior.

KALF, Willem_Bodegón con cuenco chino, copa nautilo y otros objetos, 1662_203 (1962.10) Foto: Museo Thyssen

En zonas como Holanda, o Países Bajos, aparece con fuerza la burguesía, que se enriquece con el comercio con las Indias Orientales. Con la reforma, en el norte de Europa emergieron corrientes iconoclastas que promulgaban el fin de imágenes religiosas, como nos lo muestra un cuadro del holandés Willem Kalf, Bodegón con cuenco, copa nautilo y otros objetos. En el siglo XVII, los objetos pasan a toman el valor. Los bodegones y las naturalezas muertas era un subgénero de la pintura, no era considerado un arte. De hecho cuando los pintores pintaban algún cuadro de este género eran denigrados, porque pintaban cosas anecdóticas. En los bodegones de Kalf, encontramos objetos muy exclusivos, que nos muestran la gran importancia del comercio en el siglo XVII, en países como Holanda o Alemania.

Vemos un cuenco chino, la copa nautilus, copas hechas con concha que se montaban con conchas de oro y luego se decoraban. Aparece un coleccionismo de objetos exquisitos, conocidos como vanitas. En muchas pinturas aparecía un reloj, como una reflexión acerca del paso del tiempo. También el limón a medio pelar nos habla de cómo cuando abrimos una fruta, tiene una vida muy corta, y hay que consumirlo. Eso tiene una lectura en la vida, pero también nos muestran que hay que disfrutarla, porque lo que uno tiene hoy lo puede perder mañana, y si lo tiene, tiene que disfrutarlo. La obra de Kalf nos muestra objetos de colección que se traían del tráfico de mercancías con territorios lejanos. Si comparamos los bodegones que pintaba Juan van der Hammen, un pintor flamenco que nació en España, con los que se pintaban en Europa, vemos una gran diferencia. Son mucho más sencillos, y de productos más cotidianos, están aislados, y nos hablan más de la profundidad espiritual, sin la doble lectura de la vanitas.

No solo la pintura ayudó a crear una iconografía diferente a la que había existido hasta aquel momento. Todas esas ideas se van a difundir gracias a la imprenta y a la xilografía. Tanto las imágenes, como los libros o las traducciones de la Biblia van a poder llegar a todos los destinos. A través de la imprenta se difunden las nuevas ideas humanistas que vienen de Italia y se extienden las nuevas propuestas de la Reforma, que parte del corazón de Europa.  Cuando se habla de los reformadores anteriores a Lutero, todo el material había quedado reducido a un entorno muy pequeño porque no tenían difusión y es la imprenta la que facilita que se extiendan unas ideas procedentes del Renacimiento Italiano a través de Petrarca, y la reforma que viene del norte de Europa. Es la unión de muchas cosas porque va a ser una revolución social, aunque siempre se ha dicho que Lutero no tenía ni idea de lo que sus propuestas iban a provocar.

Siguiendo los pasos de Lutero en Alemania

@angelaGonzaloM
@Viaje a Itaca

 

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This entry was posted on 6 noviembre, 2017 by in Cultura.

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La afición por los objetos de caballería renace dentro de la corriente del resurgimiento del gótico romántico que caracteriza a la Europa decimonónica.

Aborda nuevos temas, tales como la caballería francesa y bretona, el lugar de las mujeres en ese universo masculino y el mito del caballero en las artes, la literatura y el cine en los siglos XIX y XX.

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