La convivencia de millones de personas en un mismo lugar genera roces y conflictos. La ciudad es un espacio excepcional para compartir aprendizajes y nutrirnos de experiencias nuevas y creativas. Pero la violencia urbana, ha aumentado en Europa en las últimas décadas, obligando a distribuir recursos humanos y económicos, que podrían ser destinados a otras necesidades.
La irrupción de violencias antes impensables, atentados terroristas masivos, violencia en el deporte, o los ataques a través de las redes sociales, hacen sentir a las poblaciones una nueva vulnerabilidad. Una amenaza que se suma a otras violencias ya instaladas y no siempre visibles, que deterioran la vida, individual y comunitaria. Emergen los barrios búnker o guetos, las comunidades cerradas, que destruyen el espacio público y el derecho a circular… a estar. Para la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, las medidas coercitivas no dan soluciones a largo plazo.
Recientemente se ha celebrado en Madrid, el Primer foro sobre la violencia en las ciudades, que ha reunido a unos 100 responsables municipales de todo el mundo, muchos de ellos alcaldes. Esta iniciativa surgió de las alcaldesas de Madrid y París, dos ciudades que han sufrido una de las violencias que más desconciertan a una ciudad: el terrorismo islamista. Anne Hidalgo, es la alcaldesa de la ciudad europea que más lo ha padecido en los últimos años
El alcalde de Bruselas, como el resto de sus colegas europeos se pregunta cómo jóvenes que han nacido en la ciudad, se han criado, han estudiado y han recibido ayudas sociales, se vuelven de esta forma contra su propia ciudad. Yvan Mayeur, resalta que «estos jóvenes no conocen la religión musulmana, han crecido en nuestras ciudades, pero rechazan la sociedad occidental, y buscan una identidad».
El responsable de seguridad de Berlín, Andreas Geisel, aboga por una cooperación entre ciudades y recuerda como su ciudad se quedó en shock tras el ataque a un mercadillo navideño. «… pero hemos visto que ellos quieren condicionar nuestra forma de pensar, de vivir y no podemos dejarles que ganen la batalla. Por eso vamos a actuar de un modo sereno, viviendo como hemos hecho hasta ahora».
Otra violencia urbana es la de género, la que se practica contra las mujeres dentro y fuera del hogar, donde acaban convertidas en un objeto sexual. Un cambio que no se produce solo ampliando las leyes, sino cambiando las mentes, trabajando en un enfoque más integral.
Los jóvenes son el otro colectivo más afectado por la violencia urbana. En el mundo cada año mueren unos 200.000 jóvenes. Es la cuarta causa de muerte entre 10 y 30 años. Excepto en muy pocas ocasiones, el origen de esta violencia está en la exclusión social, visible en la falta de oportunicades laborales, educativas, sociales. Algunos de estos jóvenes se unen a bandas violentas porque se sienten reconocidos y visibles.
El catedrático de Antropología Social de la Universidad de Lleida, Carles Feixa, desarrollará un proyecto europeo de investigación sobre medidación con grupos juveniles de la calle en el sur de Europa, y que ampliará a otras ciudades del norte de África y América. Para Feixa, estos grupos son cada vez más transnacionales y ya no se puede hablar de que sean bandas latinas y masculinas, porque hay mujeres y se integran muchas nacionalidades, y cree que «podemos combatir ese fenómeno, no tanto para eliminar las bandas -puesto que tras más de un siglo de existencia no se puede acabar con ellas-, pero sí se puede suprimir la violencia excesiva que ellas mismas comportan»
En 2050, las ciudades concentrarán el 70% de la población mundial, y no solo deberán hacer frente a la violencia en las calles…. también a la silenciosa, como el abandono de ancianos, la soledad de los menores, la exclusión de personas con discapacidades.
En Madrid se debatieron y compartieron unos 400 proyectos y se lanzaron muchas preguntas, pero la mayoría quedaron sin respuesta.