Trabajar desde casa no es malo…. pero ¿a qué hora suena la sirena?
La primera película que se proyectó en cines era de los hermanos Lumiére. Los espectadores veían salir a empleados, hombres y mujeres, de la empresa «Lumière de Lyon». Más tarde llegaría otra cinta donde los obreros de la Ford de Detroit, salían de la factoría corriendo, como si ya hubieran perdido demasiado tiempo. Hay otros ejemplos de la vida laboral en el cine, pero fue en 1958 cuando el gran Charles Chaplin rodaría «Tiempos modernos» una crítica social, en la que refleja las condiciones desesperadas del trabajo en cadena, en la época de la Gran depresión.
Cien años más tarde, el mundo del trabajo se ha transformado. «Esto nos recuerda que existía un espacio de trabajo claramente delimitado, que ni siquiera era la oficina, sino la fábrica. Había un horario, y a una misma hora salían todos y esto ahora apenas ocurre», nos relata Luisa Espino, comisaria de la exposición 24/7 conectados, que puede verse en CentroCentro del ayuntamiento de Madrid. Con esta muestra intenta interpelar a los ciudadanos sobre algunos problemas que existen con el denominado autotrabajo, el teletrabajo y muchas otras acepciones laborales fuera de la oficina. Un estudio conjunto de la OIT y Eurofound, señala que el 17% de los empleados europeos desempeña su actividad profesional en el marco de las nuevas tecnologías de la comunicación. El trabajo es, ahora más que nunca, una actividad y no un lugar físico, excepto los que trabajan en factorías o en contacto directo con el público.
El sonido de teléfonos en el frenesí de una oficina, ya ha pasado a la historia. En 2012, The Wall Street Journal daba a conocer que el 80% de los jóvenes neoyorquinos trabajaban desde la cama. Los horarios han saltado por los aires, la oficina ha traspasado las paredes. El trabajo se ha colado en nuestra vida íntima y se han desvanecido los límites que separaban la oficina y la casa o el trabajo y el descanso. Estamos conectados las 24 horas del día. «No te encantaría trabajar de 8 a 4 y a las 4 empezar a vivir», reflexiona Espino mientras observamos el trabajo del cineasta alemán Harun Farocki que reunió varias películas sobre salidas de las fábricas, como Metrópolis, Tiempos modernos o Bailar en la oscuridad.
Al menos podemos decir, que trabajar en casa, ha pasado a tener un status, desconocido hasta ahora. Luisa opina que «ahora muchos trabajamos desde casa, y tenemos una remuneración por eso, pero durante mucho tiempo, la mayoría de las mujeres trabajaban en casa sin ningún tipo de reconocimiento, se entendía que eso era lo que tocaba hacer». Actualmente el trabajo desde el hogar, realizado mayoritariamente por hombres y casi siempre subrogado a terceros, está mejor o peor, pero se reconoce y se cobra por él.
Quizá dentro de unos años la mayor parte de la plantilla de una empresa ya no trabajará físicamente en la sede de la compañía. Algunos solo irán a trabajar unos días a la semana o lo harán a tiempo parcial, otros estarán asociados a proyectos determinados, o aumentará la participación en equipos que actúan desde otros puntos geográficos o en lugares lejanos. Con ello se intenta optimizar los tiempos muertos y reducir la pérdida de tiempo en el traslado al puesto de trabajo. Esta situación que se produce dentro de una misma empresa, hace que, según Elena Sanz, Directora General de Recursos humanos de Mapfre,«tengamos una plantilla tremendamente diversa, tanto de género como funcional, y sobre todo cultural y generacional». En algunas grandes compañías ya trabajan juntas cinco generaciones, lo que significa también que hay que adaptar a todos, incluyendo esa diversidad de edades al trabajo común, para no dejar a nadie atrás y fortalecer la productividad.
Muchas empresas optan ya por pactar horarios con los trabajadores. En un reciente encuentro informativo de Tribuna Sociedad y Empresa organizado por Europa Press, los representantes de recursos humanos de multinacionales optaban por incorporar conciliación y flexibilidad para mejorar el rendimiento de los trabajadores y la productividad de la empresa. Arturo Gonzalo Aizpiri es director corporativo de organización de Repsol, empresa que tiene más de 1.400 teletrabajadores en el mundo, y cree que «entre todos debemos encontrar formas que hagan sostenible la conciliación, el control, la productividad y la experiencia personal del empleado».
En España, un 27% de las empresas apuesta por esta modalidad, mientras la media europea llega al 35%. Varios estudios han detectado que en España se trabaja 227 horas más que en Alemania, pero somos menos productivos. Para Elena Sanz, «hay que construir ese puente hacia la flexibilidad horaria, porque el presencialismo en sí, ya no es un valor para determinar los logros o el mérito de las personas dentro de la organización. En algunas compañías la franja de permanencia de todos los empleados en el lugar de trabajo es de 10 a 16h y el resto se pacta, lo que supone que empresas y trabajadores mantengan la confianza el uno en el otro. La directora general de recursos humanos de Mapfre, señala que «las organizaciones están incorporando nuevas formas de trabajo, en ese sentido, apostamos porque los empleados trabajen por gestión de proyectos y por objetivos, nosotros queremos que la empresa y el empleado se organicen de acuerdo a las necesidades de cada uno y tengan la mayor libertad posible para organizar su vida personal».
El espacio/tiempo -personal y laboral- se ha diluido. Incluso afectan al tiempo compartido con los amigos. Las nuevas tecnologías permiten a las personas conectarse con sus amistades, su familia, compañeros de trabajo y jefes en cualquier momento. Sin embargo también facilitan la intromisión del trabajo remunerado en los espacios y tiempos normalmente reservados para la vida personal. Cuando escribimos un e-mail, lanzamos un tweet, enviamos un whastApp, o colgamos algo en facebook al grupo de compañeros de trabajo… ¿estamos siempre seguros de que no continuamos trabajando? Sobre esto reflexiona Luisa Espino, comisaria de la exposición 24/7 Conectados. «Hablamos de un tiempo en el que, en principio, es un momento de ocio, pero en realidad no dejas de trabajar». «De pronto me pareció que iba muy bien pensar en uno mismo, como cuando asisto a la inauguración de una exposición o a un cóctel, al que acuden muchos colegas del arte, ¿estoy trabajando o estoy de ocio? Creo que en el fondo sigo trabajando».
Expertos aseguran que la intromisión del trabajo en el tiempo libre y vacaciones puede producir problemas de salud. El 1 de enero de 2017 en Francia entró en vigor el derecho de los trabajadores a la desconexión, regulando el uso de las tecnologías de la comunicación (mensajerías y correos electrónicos o teléfonos móviles) para garantizar el respeto de su tiempo de descanso y de sus vacaciones.
Hace tiempo que dejaron de sonar las sirenas, y parece, que pronto, dejaremos preguntar aquello de ¿a qué hora sales de trabajar?