«Artemisa Gentileschi y su tiempo»
Palacio Braschi, Roma, hasta el 5 de mayo de 2017
La capital italiana recupera la obra de una artista desconocida para el gran público. La pintora Artemisa Gentileschi, que vivió a principios del siglo XVII en Roma, Florencia y Nápoles. Muchos de sus cuadros fueron atribuidos a su padre o a otros artistas. Queda clara la influencia de su padre, Orazio Gentileschi, un reconocido pintor caravaggista. Artemisa, era una mujer fuerte, que con 19 años, incluso denunció la violación que había sufrido de uno de los colaboradores de su padre. Tras la denuncia tuvo que huir a Florencia, donde se convirtió en la primera mujer en ser admitida en la Academia de las Artes y del Diseño. Allí conoció también a personalidades como Galileo y el rico ambiente cultural de la ciudad donde pintó un «Autorretrato tocando el laúd».
La lucha contra la estigmatización y su fuerza quedan patentes en obras como «Judit decapitando a Holofernes» o «Yael y Sísara». Una cuadro que pintó cuando volvió a Roma. De la capital italiana viajó a Venecia, donde se pierde un poco su pista, para aparecer después en Nápoles y viajar posteriormente a Londres, donde se reunió con su padre.
En el Palacio Braschise exponen unas 30 obras, procedentes de algunos de los museos más importantes de Europa, como el Prado de Madrid, la Galería Palatina de Florencia o la Galería Nacional de Praga.
Obras de tres mujeres, Dorothea Tanning, Leonora Carrington y Leonor Fini, o pintores más conocidos como Dalí, Max Ernst, René Magritte o Joan Miró, se pueden ver en la exposición «Locos por el surrealismo» que introduce al espectador en el universo surrealista de la primera generación de este movimiento pictórico. Son en total 300 obras pertenecientes a cuatro colecciones privadas que rastrean la imaginación y la subversión de la realidad cotidiana.
La exposición realiza un recorrido a través del simbolismo que muestran la locura, lo irracional y lo mágico que los surrealistas buscaban en su trabajo. unos sentimientos que se ven en obras como «Pareja con sus cabezas llenas de nubes» de Salvador Dalí, «El futuro de las estatuas» de René Magritte, «La giganta» de Leonora Carrington y «Dos mujeres» de Leonor Fini. Hay otras 21 obras de Marx Ernst.
En colaboración con los museos de Edimburgo y Hamburgo se han podido recopilar unas trescientas obras de estos artistas que usaron su pasión e imaginació para subvertir la realidad cotidiana. Según la comisaria de la exposición «el surrealismo cambió nuestra percepción de la vida y el arte para siempre, incluyendo la moda, música, anuncios, por supuesto el arte e incluso la comida. Por cierto que el 23 de marzo, cuatro chefs de Rotterdam, con un total de seis estrellas Michelin, prepararán un menú inspirado en el libro de Salvador Dalí «las cenas de Gala».
Con ocasión del centenario de la revolución rusa, esta exposición será la única de sus características en Europa Occidental. La muestra está formada por 250 piezas prestadas por diferentes instituciones rusas, entre las que están las colecciones del Museo Estatal del Hermitage en San Petersburgo, del Archivo Estatal de la Federación de Rusia en Moscú y del Museo de Artillería de San Petersburgo.
Utilizando películas, fotografías, pinturas, objetos de arte y documentos históricos, la exposición cuenta la apasionante historia de la moda de San Petersburgo y el arte que floreció allí a principios del siglo XX, del zar Nicolás II y su esposa Alexandra y de la explosivas circunstancias políticas y sociales de su reinado. La exposición incluye artículos del guardarropa de la pareja imperial, retratos de la pareja real, juguetes y dibujos de sus hijos, el acta de abdicación de Nicolás, obras de arte creadas en la época conocida como la edad de plata de Rusia, y hay varios objetos de Fabergé y una de las armas de su asesinato.
En momentos de gran tensión entre Estados Unidos y México, los museos de Filadelfia y el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana, tienden puentes entre ambos países a través del arte. Los responsables de las dos pinacotecas mantienen así un diálogo binacional en torno al arte moderno mexicano representado en piezas que van desde murales portátiles y pinturas, hasta impresos, ejemplares de periódicos, fotografías, libros o elementos interactivos digitales.
Desde el inicio de la Revolución mexicana en 1910, y hasta después de la Segunda Guerra Mundial, los artistas e intelectuales en México estuvieron en el centro de un intenso debate sobre el destino de su país. Esta exposición narra la historia de ese periodo apasionante a través de una gama notable de imágenes que abarca desde obras maestras de Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Frida Kahlo y Rufino Tamayo hasta las creaciones fascinantes de sus contemporáneos, como el Dr. Atl, María Izquierdo, Roberto Montenegro, Carlos Mérida, Manuel Álvarez Bravo entre otros.
La muestra abarca cuatro momentos de la historia del arte del país azteca. El primero realizado durante la década revolucionaria de 1910, donde los artistas se ven influidos por estilos vanguardistas internacionales como el simbolismo y el cubismo. La segunda fase se enfoca en las experimentaciones artísticas y los idealismos sociales que marcaron la postrevolución, cuando los artistas se consideraron el principal grupo de vanguardia activo de la capital. El tercer apartado se sitúa en la década de los 20, cuando esos mismos artistas fueron atraídos por Estados Unidos y Europa.
La exposición concluye con una sección dedicada a la renovación del arte a través de los cambios sociales y políticos en la década de los 30 y hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Esta muestra explora la rica y fascinante historia de una época de importantes transformaciones mediante obras maestras de grandes artistas mexicanos del periodo prerevolucionario y revolucionario.
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