«Mañana cumpliré 90 años. Nací en un territorio llamado Birán, en la región oriental de Cuba», escribía Fidel Castro este viernes en Cubadebate, uniéndose así a los actos organizados para celebrar su nonagésimo aniversario. También ha querido compartir su onomástica con los cubanos, participando en el acto central de todos los que se han organizado en La Habana. Débil, con apariencia frágil y ataviado con su característico chandal, el líder cubano ha reaparecido en el teatro Karl Marx de La Habana junto a su hermano Raúl y el presidente venezolano, Nicolás Maduro.
Aunque hace ya diez años que se retiró del poder, Castro está estos días más presente que nunca en su país. Convertido en un mito desde el triunfo de la revolución, sus enemigos no habrían imaginado que llegaría a nonagenario. Carteles callejeros, maquetas y hasta el habano más largo del mundo son algunos de los homenajes que se pueden ver en la isla caribeña. También exposiciones y libros celebran al comandante, al que los cubanos vieron por última vez en abril durante el congreso del partido comunista.
Coincidiendo con su cumpleaños han reaparecido sus habituales escritos, esta vez más íntimo que en otras ocasiones. El expresidente cubano, ha relatado escenas de su niñez, la relación con su padre y recuerdos de Birán, la ciudad en la que nació. También ha hablado de temas de actualidad, criticando al presidente estadounidense Barack Obama, hablando de los problemas de las armas nucleares y la superpoblación mundial, el mayor desafío -según él- al que se enfrenta la humanidad.
Retirado de la escena pública desde hace una década por motivos de salud, cedió el poder a su hermano aunque ha mantenido su influencia con colaboraciones en la prensa oficial y apariciones esporádicas. A pesar de que, según sus círculos más íntimos, no está de acuerdo con algunos cambios impulsados por su sucesor, nunca se ha opuesto públicamente a sus políticas de acercamiento a Estados Unidos, y a la apertura económica.
Figura controvertida del siglo XX, muchos lo admiran por haberse enfrentado al imperialismo, a la hegemonía de EEUU, y por haber facilitado a todos los cubanos el acceso a la salud y la educación. Los disidentes lo detestan por implantar un régimen de partido único, al estilo soviético, y la comunidad internacional le ha acusado de restringir las libertades, y de violar los derechos humanos.
Fidel hizo suya la mitología popular, alimentada por el aparato propagandístico de su partido, de que él era el Mesías que Cuba necesitaba para salvar a la isla de un sistema social que marginaba a los pobres. A pesar de que siempre se mostró contrario al culto a la personalidad… justo eso es lo que hace Cuba con «su comandante», el estratega que consiguió acabar con la dictadura de Batista, que logró, en plena guerra fría, levantar un estado comunista a pocos kilómetros de EEUU.
En el imaginario colectivo todavía permanece su imagen de 1959, un hombre alto y un impetuoso guerrillero que entró triunfal en La Habana. Hoy con 90 años, es un anciano de barba blanca, debilitado por una severa enfermedad intestinal, recluido en su casa, donde recibe esporádicas visitas de personalidades extranjeras. Odiado por sus opositores, Fidel Castro, representa para muchos latinoamericanos, la resistencia heroica a la hegemonía estadounidense en las Américas.
En abril el histórico líder, exclamaba «Pronto seré como el resto. A todos nos llega nuestro turno», lo que sonó como una íntima despedida de «El Comandante», el hombre que ha dirigido durante décadas el destino de Cuba.