Europa ha sido desde hace un par de siglos la máxima contaminante del planeta. Ahora se ha convertido en la punta de lanza de la defensa medioambiental, y a pesar de los esfuerzos económicos, apuesta claramente por las energías alternativas. Lo hizo cuando nadie tenía claro que las renovables podían competir con el petróleo. Era muy difícil prever que un vehículo, camión, barco o avión pudieran obtener los mismos resultados tiempo/economía si funcionaban sin combustibles fósiles. Actualmente la tecnología ha avanzado mucho y además el mundo se ha convencido, sobre todo los políticos, que solo hay un planeta y que estamos a un paso de llegar al punto de no retorno.
En 1999, el entonces presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, lanzó un reto al mundo. Europa reduciría sus emisiones de C02 al 50% si el resto de las grandes potencias, lo hacían al 20%. Si no se alcanzaba esa cifra, el objetivo sería 20/20/20, llegar a 2020 a reducir las emisiones en un 20%, utilizar un 20% de energías renovables y aumentar un 20% la eficiencia energética. Poco a poco Europa va en esa línea. Un esfuerzo que solo es posible si las administraciones locales, ciudadanos y empresas se implican. En 2008 se firmó el Pacto de los Alcaldes, por el que se comprometían a cumplir los objetivos de la Comisión.
En 2014 llegó otra iniciativa municipalista a nivel mundial, el «Mayors Adapt«, que se centraba en el esfuerzo de las autoridades locales que no solo se esforzaba en reducir las emisiones de gas de efecto invernadero, sino que adaptaban sus políticas municipales para hacer frente al cambio climático.
En 2015, los países de la Unión Europea, dieron un respaldo sin precedentes a los acuerdos de la cumbre contra el cambio climático celebrada en París, y unos meses más tarde, en junio de 2016, más de 6.700 entidades locales y regionales se han adherido al pacto de alcaldes, lo que implica a unos 200 millones de personas. Todavía queda mucho para sensibilizar «a fondo» a ciudadanos e instituciones, para conseguir el 100% de la UE, pero van en esa dirección. Estos días en Bruselas, varios alcaldes y responsables regionales se han comprometido en ser embajadores climáticos.
«En París, ha dicho el presidente del Comité Europeo de las Regiones, Markku Markkula, se reconoció abiertamente que todos los niveles de gobierno deben colaborar para adoptar medidas sobre el cambio climático». Desde entonces más de 30 miembros de 21 países se han comprometido a convertirse en embajadores y a difundir el mensaje como parte de esos esfuerzos.
Algunos de esos embajadores ya empiezan a demostrar los beneficios de cambiar nuestro sistema energético de producción y nuestros hábitos de consumo. En la ciudad estonia de Rakvere, han cambiado las antiguas cañerías de agua, y los modelos de calefacción remota, han rehabilitado edificios municipales y han modificado el alumbrado público. Su excalcalde, Andres Jaadla, ha explicado que lo más importante es que los ciudadanos lo han notado en su factura de la luz, han pasado de pagar 68,8€ por megavatio de luz, a 56,6; y la ciudad ha reducido su emisión de gases. En la ciudad francesa de Coulaines, su alcalde ha demostrado como reordenando urbanísticamente el municipio y modernizando instalaciones han reducido un 20% las emisiones de CO2. Además ahorran agua y apuesta por el ecopastoreo, reduciendo los gases contaminantes procedentes del sector ganadero.
Otro de los embajadores es el presidente de la Comunidad murciana. Pedro Antonio Sánchez ha explicado que los 45 municipios de su región se han coordinado para consumir energía eficiente, pedir fondos del Banco Europeo de Inversiones y concienciar a ciudadanos y empresas. Delft, un municipio holandés cercano a Rotterdam, utiliza el calor residual sobrante del puerto para conducirlo a la calefacción en las viviendas. Su alcalde, Stephan Brandligt, lanza un reto mayor «que los ciudadanos de nuestro municipio sean neutros desde el punto de vista energético».
Pero para conseguir esos objetivos tan ambiciosos, los alcaldes piden a la Comisión Europea que todos los ayuntamientos, sobre todo los más pequeños «tengan las mismas condiciones para acceder al mercado financiero», una petición que ha verbalizado la responsable de políticas energéticas de la Junta de Andalucía, María José Asensio, y compartida por todos loa representantes municipales asistentes al acto en la sede del Consejo de las Regiones, en Bruselas. Esa financiación es básica, según, Íñigo de la Serna, alcalde de Santander y presidente del Consejo europeo de las ciudades, porque «los desafíos globales necesitan acciones locales». El comisario de Energía, Miguel Arias Cañete, ha reconocido que en este viaje «tenemos que apoyarnos mutuamente y redoblar esfuerzos aunque cada uno tenga diferentes responsabilidades».
Solo hay que esperar que todo esto no quede en palabras. Europa se juega su liderazgo en este campo y, las acciones climáticas concretas y decididas son sobre todo, es vitales para el futuro del planeta.