Europa suspenderá la exportación de objetos de marfil antiguos, dentro de un plan para combatir el tráfico de especies salvajes, que intenta reducir la oferta y la demanda de productos de estos animales de procedencia ilegal. A través de Interpol impulsarán la cooperación policial entre los países de origen, tránsito y destino.
En los últimos años se ha producido un repunte del tráfico, un comercio que mueve anualmente entre 8.000 y 20.000 millones de euros. Se calcula que al ritmo actual, los últimos elefantes y rinocerontes salvajes podrían extinguirse dentro de 25 años.
Para evitar la caza furtiva e ilegal de estos paquidermos, en Kenia han destruido más de 100 toneladas de marfil procedentes de la caza ilegal, la cantidad más elevada quemada hasta la actualidad. Los países que sufren esa lacra, quieren presionar a la comunidad internacional para conseguir la prohibición total del comercio del llamado oro blanco.
En diez piras han ardido 16.000 colmillos, que pertenecían a unos 6.700 elefantes y centenares de rinocerontes, abatidos solo para adornar casas o como joyas. El humo negro transportaba por el aire un mensaje a todo el mundo para pedir el fin del comercio ilegal de este producto. Un acto simbólico, pero real, en el que han participado los presidentes de varios países que todavía tienen en sus parques a alguno de los 650.000 paquidermos que quedan con vida. Hace más de 40 años, había 1 millón doscientos mil.
Con esta determinación los gobiernos quieren convencer a las poblaciones locales de que cuidar la fauna autóctona puede generar ingresos sostenibles destinados a programas sociales e infraestructuras que impulsen el crecimiento económico y les permita salir de la pobreza.
Tener una pieza de marfil es un símbolo de riqueza, llevar un amuleto, según ritos ancestrales, defiende de los malos espíritus, previene problemas de salud, da suerte, o tiene propiedades afrodisíacas. Todo alenta el mercado ilegal, y ha reducido la población de elefantes y rinocerontes, hasta poner a estas especies al borde de la extinción.
En la década de los 80, más de la mitad de elefantes africanos fueron abatidos por cazadores furtivos, el 80 por ciento del marfil se distribuía en los mercados estadounidense europeo y asiático. En 1990 se firmó una prohibición internacional en la que también se incluían mamíferos marinos. A pesar de eso los cazadores furtivos siguen sacrificando animales ilegalmente para vender estos preciados productos en el mercado negro.
La ministra francesa de ecología, Segolène Royale, ha anunciado en Nairobi que su país prohibirá el comercio de marfil. «En enero de 2015, prohibí todos los certificados de exportación en Francia y pedí a todos los estados europeos hacer lo mismo. Ahora me complace anunciar hoy un paso más. Voy a establecer la prohibición de cualquier tipo de comercio de marfil en Francia y hago un llamamiento los países europeos a hacer lo mismo».
El comercio ilegal de marfil, genera en África unos 200 millones de euros anuales, que sirven para financiar a grupos criminales, terroristas y conflictos armados.