«Era la misma procesión de antaño», escribía sobre la Semana Santa en Medina de Rioseco, Miguel de Unamuno. Esa es la tradición que mantienen 52 localidades a lo largo de diez días en Castilla y León. Ocho de ellas están declaradas de Interés Turístico Internacional. Además de la que atrajo el interés de nuestro ilustre filósofo, tienen este honor las de Ávila, León, Medina del Campo, Palencia, Salamanca, Valladolid y Zamora.
«El anciano cree ver (la procesión) que vio de niño», recordaba el escritor. La Semana Santa castellanoleonesa mantiene la tradición cultural y en las calles sus ciudadanos, convertidos ahora en penitentes y actores amateurs, regresan por unos días a la religiosidad de sus antepasados con más de 380 actos. Cuatro municipios tienen reconocida la declaración de interés turístico nacional, empezando por la Bajada del Ángel de Peñafiel, y siguiendo por Astorga, Burgos y Ponferrada.
«…Y el niño, aún sin darse de ello cuenta, espera ver la misma cuando llegue a anciano, si llega…» Unamuno rescataba con esa frase la importancia de la tradición cultural, en la que participan todos los vecinos, conformando una herencia que va pasando de padres a hijos. No importa si el pueblo es grande o pequeño, en cualquier rincón de la meseta norte encontramos un entorno marcado por la tradición casi ancestral.
«…Y no ha pasado más; ni monarquía, ni dictadura, ni revuelta, ni república». Reivindicaba Unamuno con sus palabras, el sentido apolítico de estas manifestaciones de cultura popular. La Semana Santa marca el calendario invariable y constante de la región. Municipios como Ágreda, Aranda de Duero, Bercianos de Aliste, Burgo de Osma, Navaluenga, Sahagún, Segovia, Soria, Tordesillas y Toro, han visto reconocida su perseverancia histórica con la declaración de Interés turístico regional.
«…Pasan los pasos», añadía el máximo exponente de la generación del 98, en su poema dedicado a la Semana Santa riosecana. Unos pasos que van marcando el tiempo, que resuenan en las calles de manera sobria y austera, rompiendo el silencio, oprimiendo los sentidos. En la otra Medina, la del Campo, las cofradías marcan esos pasos junto al castillo de la Mota, donde murió Isabel la Católica, la reina recuperada ahora para los nuevas generaciones por una serie de televisión. Vecinos y visitantes se funden en la Plaza Mayor de la Hispanidad, -epicentro de las celebraciones- para ver pasar las cofradías de Nuestra Señora de las Angustias o el Nazareno de la Cruz. Algunas de sus procesiones han celebrado el sexto centenario y su historia se recoge en el Centro de Interpretación de la Semana Santa.
«…Y lo llevan los mozos». Insiste el filosófo en la herencia generacional de estas tradiciones. Aunque, no sabemos si intencionadamente, apunta también a la innovación que siempre va ligada a la juventud, a su creatividad, a su apuesta por incluir novedades que no rompan con el pasado, pero que añaden nuevos atractivos. La Semana Santa no solo tiene su atractivo religioso, sino también cultural y turístico. Los municipios que atraen a más turistas, aumentan sus propuestas gastronómicas, museísticas, de ocio y diversifican sus alojamientos.
La Semana Santa viene marcada por los pasos, como decía Unamuno, y por los dulces, como si se tratara de otra obra de arte añadida a estas celebraciones. La cocina tradicional y moderna se fusionan, o maridan -palabra muy de moda- para ofrecer al visitante su riqueza de productos naturales. Si pasamos por la geografía castellano-leonesa alfabéticamente, encontraremos auténticos manjares y sorpresas gastronómicas. En la provincia de Ávila podemos degustar las alubias de El Barco, las patatas meneas, los quesos del Tiétar y las carnes de ternera avileña. En Burgos, su inigualable morcilla y los asados de cordero, la olla podrida y sus platos escabechados, todo ello rematado con el queso fresco que lleva su nombre, ya sea sólo o aderezado con azúcar, miel y nueces.
León aporta a esta riqueza gastronómica colectiva la cecina de vaca, el ajo arriero, los garbanzos de bacalao y espinas o la limonada típica de estas fechas. También hay que destacar la gastronomía berciana de Ponferrada con sus pimientos asados, el botillo, la empanada, los sequillos, las roscas ciegas y los borrachos en leche. En Palencia, se puede saborear la menestra, los cangrejos, las truchas, los amarguillos, almendrados, las ciegas, los socorritos, la leche frita o los tocinillos del cielo. Salamanca nos presenta su lentejas de la Armuña, el turrón de la Alberca, el bollo maimón, los repelaos, las obleas, las paciencias, el hornazo y los Amarguillos.
Segovia está envidiablemente unida a su cochinillo asado y sus productos de huerta como los judiones de la Granja, pero también al ponche, los roscos, los soplillos y las torrijas con azúcar, canela o miel. Soria lo está a las setas, las migas pastoriles, escabechados, sobadillos, anisados, empiñonados y tartas costradas. La cocina «semanasantera» de Valladolid pasa por los pinchos, el asado de lechazo, los platos de caza, el queso de oveja y las hojuelas empapadas. El alfabeto castellano acaba en la Z y esa letra solo viene marcada por Zamora, donde también acabamos el recorrido gastronómico-provincial. De su cocina destaca el «Dos y Pingada» del Domingo de Resurrección o las aceitadas. Estés donde estés, todas las comidas pueden ir, -deben ir-, maridadas con alguno de los vinos de sus nueve Denominaciones de Origen.
Una vez repuestos, volvemos a las calles para disfrutar de las miles de procesiones que marcan estos días el sonido de sus pueblos y que muestran la personalidad local. De todos los actos destacan aquellos que han sido declarados de Interés Turístico Internacional, máximo galardón turístico que se otorga en España. En Ávila su viacrucis en torno a la muralla o la procesión del Encuentro el Lunes de Pascua; en León, la procesión de la Sagrada Cena, el jueves Santo, y la procesión del Santo Cristo del Desenclavado, el sábado por la tarde. En Medina del Campo la procesión del Silencio marcada por los 16 pasos con algunas tallas del siglo XVI. Palencia nos espera con los actos de la Vestición, el Prendimiento o los tres toques de Tararú, que simbolizan algunos episodios de la Pasión. A ellos se une la triple reverencia de Jesús ante su madre, el viernes, y el sábado se celebra la procesión de la Soledad de la Virgen.
También declaradas de Interés Turístico Internacional, destacan los actos que se celebran en Salamanca, Valladolid y Zamora. En la primera disfrutaremos de los pasos mientras admiramos algunos de los monumentos de esta bella ciudad declarada Patrimonio Mundial. Otros monumentos, estos no de piedra sino de madera, pasean por sus calles más céntricas. De todos los actos destaca por su originalidad el Humilladero del Campo de San Francisco. En Valladolid la Semana Santa se convierte en un museo al aire libre, porque cada año desfilan las mejores tallas de los siglos XVI y XVII, esculpidas por artistas como Juan de Juni, Bernardo de Rincón, Gregorio Fernández o Francisco de Rincón. La madrugada del viernes, Zamora, la capital del románico, nos ofrece la salida del «Cinco de copas», acompañado por el sonido de la Marcha de Thalberg y otros actos como el Juramento del Silencio o la procesión de las Capas Pardas, que, el miércoles santo, da inicio a los actos religiosos.
Empezábamos este recorrido por la Semana Santa de Castilla y León con el poema que Unamuno dedicó a las celebraciones de Medina de Rioseco, y sabemos porqué el escritor se sintió tan atraído por ella. Sus procesiones están marcadas por el pardal, un sonido que solo puede escucharse esos días, y en sus calles soportaladas, se puede disfrutar del canto de la Salve en el corro de Santiago el jueves santo. El viernes los riosecanos participan de los Pasos Grandes que recorre esta ciudad conocida como las de las cuatro catedrales o de los Almirantes de Castilla. «Era la misma procesión de antaño», decía el profesor universitario…..
«Era la misma procesión de antaño.
El anciano cree ver la que vio de niño,
y el niño, aún sin darse de ello cuenta,
espera ver la misma cuando llegue a anciano,
si llega… Y no ha pasado más;
ni monarquía, ni dictadura, ni revuelta, ni república.
Pasan los pasos.
Y los llevan los mozos» (Miguel de Unamuno)
@angelaGonzaloM
Medina del Campo analiza con las Cofradías, la cultura, arte y religión en Semana Santa