Juan XXIII «abrió las puertas y ventanas» del Vaticano, esas proféticas palabras supusieron un cambio radical en la Iglesia Católica, que permitió a las élites un acercamiento con sus fieles. Ahora el papa Francisco abre las dependencias de su residencia de verano, el palacio de Castel Gandolfo, situado a pocos kilómetros de Roma.
Situada junto al lago Albano, a unos 25 kilómetros de Roma, desde hoy se pueden visitar zonas privadas de este histórico edificio en el que murieron Pío XII y Pablo VI, y sorprendentemente, en el que nacieron unos 40 niños. Según cuenta la historia, la habitación papal se convirtió en sala de partos cuando Pío XII abrió la residencia a unos 1.600 refugiados durante la Segunda Guerra Mundial. En la estancia hay una cama con respaldos dorados y decorada con cuadros e imágenes sacras. Tiene un impresionante vista al valle y se comunica con la capilla privada.
Esa sala de oración, encargada por Pío XI, tiene un altar con una reproducción del cuadro de la Virgen de Czestochowa, regalo de los obispos polacos de la época. Para la historia queda la imagen de dos papas rezando juntos en la capilla. Fue el 23 de marzo de 2013, cuando se reunieron Francisco, recién elegido pontífice y Benedicto XVI, que se había recluido en ese lugar tras su renuncia.
En los salones , con suelos de mármol y paredes repletas de fresco, encontramos el escritorio de la oficina particular de los pontífices, donde aún se ve un lápiz, un teléfono y una bandera de Baviera, utilizados por su último huesped Joseph Ratzinger.
El edificio permanecerá abierto al público de lunes a viernes, de 9 a 13 y los sábados de 9 a 16:30. Como ha dicho un portavoz de la Santa Sede, «la decisión será permanente», hasta que un pontífice decida lo contrario.
Todos los sábados a las 11 de la mañana un tren a vapor parte de la estación de la Ciudad del Vaticano «Roma San Pietro» para llegar a Albano Laziale un poco antes del mediodía. Desde sus ventanillas se puede admirar la población que acoge la residencia pontificia de verano, sus jardines y villas. Se trata de una visita guiada (español, italiano, inglés) que incluye la entrada al museo del palacio apostólico de Castel Gandolfo. Tras 60 minutos, que es la duración prevista, se llega al palacio apostólico. El regreso se realiza a las 17h. El viaje cuesta unos 21€ y es gratuito para los menores de 6 años.
También hay un tour de un día con un trayecto en bus. Se puede ingresar a los Museos del Vaticano y la capilla Sixtina a las 8 de la mañana, sin necesidad de hacer fila y a las 10 se organiza una visita guiada a pie por los jardines del Vaticano. A las 11 se reúnen con los viajeros que han escogido el recorrido en tren.
El visitante que entra por vez primera en las Villas Pontificias de Castelgandolfo no imagina encontrarse con importantes restos de una de las más famosas villas de la antigüedad, la Albanum Domitiani, una extensa residencia de campo que perteneció al emperador Domiciano (81-96 d.C.), que tenía una extensión de 14 km2, desde la Via Appia hasta el lago de Albano. Las Villas pontificias ocupan unas 55 hectáreas, 11 más que ciudad del Vaticano, 30 de las cuales son jardines y otras 20 son zonas de cultivo.
Se levantan sobre los restos de la parte central de la residencia imperial que incluía, según la hipótesis de algunos estudiosos, también la Arx Albana, situada en el extremo de la colina de Castelgandolfo, donde ahora se yergue el Palacio Pontificio y, que tiempo atrás comprendía el centro de la antigua Albalonga. Tiene una impresionante vista del Tirreno, con tres grandes terrazas que descienden hacia el mar. La vivienda se abastece con el manantial de Palazzolo a través de tres acueductos, parcialmente conservados.
Siglos más tarde, hacia 1200, fue construido en la colina, el castillo de la familia genovesa de los Gandolfos, que dio nombre a la actual Castelgandolfo. Era una fortaleza cuadrada, erigida en lo alto de la colina, con altos muros y un pequeño patio, todavía existente, rodeada por una potente defensa que la hacía casi inaccesible. Después de algunos años, pasó a ser propiedad de los Savelli, que la poseyeron por espacio de casi tres siglos. La familia se endeudó y saldó parte de su deuda traspasando la propiedad a la Santa Sede, que la declaró patrimonio inalienable a partir de 1604.
Después de un periodo de decadencia, y una vez finalizado el Estado Pontificio, la Iglesia acordó con el estado italiano los denominados Pactos Lateranenses en 1929, recuperando Castel Gandolfo como residencia estival de los Papas.Villa Farnese de Caprarola, Villa Doria Panfili de Gianicolo y Villa Barberini, pasaron a conformar las Villas Pontificias.
Es uno de los más importantes patrimonios inmobiliarios de la Iglesia católica, en su interior se encuentra el Observatorio del Vaticano, uno de los más antiguos del mundo, que entró en funcionamiento en la segunda mitad del siglo XVI, un encargo del papa Gregorio XIII a los jesuitas. A inicios de la década de los 30, y ante el aumento de la luz eléctrica en Roma, Pío XI dispuso trasladarlo a Castelgandolfo.
La rica biblioteca del palacio de verano de los papas reúne unos 22.000 volúmenes entre los que destaca la valiosa colección de libros antiguos que recogen el trabajo de Copérnico, Galileo, Newton, Kepler, Brahe, Secchi y Clavio. También recopila una serie de meteoritos que han aportado informaciones sobre el inicio del sistema solar. Cada año se realiza un informe anual que se envía a unos 400 institutos especializados del mundo, y desde 1986 se organiza, bianualmente, una escuela estival de astronomía para 25 estudiantes de diferentes nacionalidades. Fue allí donde Benedicto XVI le entregó a su sucesor una caja sellada con toda la información recopilada, del denominado escándalo VatiLeaks.