Túnez era hasta principios de esta década uno de los países favoritos para muchos turistas europeos, principalmente franceses, ingleses, italianos y alemanes. Visitaban sus importantes vestigios históricos, los sorprendentes pueblos en el desierto o disfrutaban de sus espléndidas playas en Hammamet, Sousa o Djerba. La crisis económica en Europa, la inestabilidad política propiciada tras la derrota del dictador Ali Ben Ali, frenaron su desarrollo turístico, y este año tres ataques yihadistas contra visitantes extranjeros en el museo del Bardo y en el hotel Imperial Marhaba de Sousa, han hundido el turismo en ese país.
Hace cinco años se iniciaban, precisamente en Túnez, las llamadas «primaveras árabes». Es el único país que ha logrado culminar ese proceso con cierto éxito y conseguir una aceptable transición democrática, pero los atentados yihadistas, ponen en riesgo la estabilidad de su recién estrenada democracia. Un esfuerzo que ha sido premiado con el Nobel de la Paz. Ahora tiene un reto más importante: luchar contra el terrorismo, y esa no es una tarea fácil, porque es el país que tiene más voluntarios en las filas del Daesh en Siria e Irak, y muchos han regresado a sus casas.
El terrorismo yihadista ha atacado a países como Turquía, Egipto, Mali, Túnez o Francia y ha puesto en jaque a Bruselas, la capital comunitaria. En varios casos las víctimas han sido turistas. El objetivo de estos grupos es precisamente, atacar al turismo, que en muchos de esos países es la base de sus ingresos. Estos ataques afectan directamente a la economía y por lo tanto a su seguridad. Inversores y turistas han huido de Túnez, donde llegan un 50% menos de turistas procedentes de Europa y han cerrado un centenar de hoteles. Aun así, en 2014, visitaron el país unos 6 millones de personas, lo que supuso unos ingresos de 1.500 millones de euros.
La UE ha destinado 23 millones de euros y Estados Unidos aportará unos 500 millones de dólares, para ayudar al gobierno en un plan de seguridad nacional, principalmente en aeropuertos, fronteras (está construyendo un muro en los límites territoriales con Libia), hoteles y en centros turísticos. En los últimos días las autoridades tunecinas, han aumentado las medidas de seguridad en las zonas más turísticas, para intentar levantar este sector de la economía, que daba trabajo a unas 400.000 personas.
Chihab Belkhechime, es guía turístico desde hace unos 20 años. En 2010 su empresa, en la que trabajaban unas 40 personas, cerró y como sus compañeros acabó en el paro. Durante unos días hemos comprobado la situación que vive este país magrebí. Y lo hemos hecho acompañados de Chihab con el que hablamos de la situación actual y de los atractivos turísticos de su país, como Cartago, (incluida en la ruta europea de los fenicios), el impresionante anfiteatro de El Jem, Monastir o la medina de Túnez, declarada patrimonio de la humanidad. Esta es la entrevista.
* AngelaGonzaloM es miembro de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET)