A lo largo de la historia muchas científicas han sido silenciadas y en algunos casos sus investigaciones fueron apropiadas por familiares o colegas hombres. Ante esta mutismo, en 2015, hace ahora cinco años, la ONU dedicó una fecha al reconocimiento de estas mujeres que aportaron su conocimiento al desarrollo de sus sociedades y a apoyar a las científicas actuales y futuras.
Desde entonces el 11 de febrero es el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la ciencia. Hoy en «Canal Europa» vamos a recordar el trabajo y la lucha de estas científicas. Un conocimiento que se ha ido recuperando en las últimas décadas. Aunque siempre seguimos sorprendiéndonos cuando aparecen nuevos nombres de investigadoras, científicas, ingenieras, matemáticas, astrofísicas, y representantes de las múltiples ramas de la ciencia.
La rusa Sofía Kovalevskaya, la alemana Emmy Noether, la española Margarita Salas, la británica Elsie Widdowson, la escocesa Mary Somerville, la británica Ada Lovelace, la austríaca Lise Meitner, la española María Blasco, la francopolaca Marie Curie, la británica Beatrice Tinsley, la alemana Caroline Herschel, la británica Cecilia Payne, la noruega Kristine Bonnevie, la holandesa Tine Tammes…
Han sido algunas de las que han marcado la historia de la ciencia, aunque la mayoría quedaron en el olvido durante siglos, como Caroline Herschel, ayudante de su hermano, un famoso astrónomo y constructor de telescopios. Ambos descubrieron unas 2.500 nebulosas y ella fue la primera en ver el planeta Urano. Aún así tardo 40 años en ser reconocida como miembro de honor de la Royal Astronomy Society.
Casi mil años antes que ella, Hipatia de Alejandría, deslumbraba con su sabiduría en la ciudad egipcia, entonces provincia romana. Es una de las primeras científicas de las que se tiene referencia. Sus campos de conocimiento fueron las matemáticas y la astronomía, pero también cultivó la literatura y la filosofía. Tras su asesinato quedó en el olvido.
Del esfuerzo de muchas de ellas nos habla la biografía de la parisina Sophie Germain, que estudió matemáticas de forma clandestina y sus investigaciones en esta materia siempre las presentó bajo seudónimo. A principios del siglo XIX, la filósofa y matemática británica Ada Lovelace, fue la primera programadora de la historia. Años después de su muerte, el departamento de defensa estadounidense le dio su nombre a un lenguaje de programación.
La astrónoma escocesa nacionalizada estadounidense, Williamina Fleming, hizo numerosos descubrimientos astronómicos: 59 nebulosas gaseosas, 310 estrellas variables y 10 novas, además de catalogar 10.000 estrellas. Entre ellas destaca la nebulosa Cabeza de Caballo, uno de los objetos más fotografiados y hermosos del espacio. Trabajó como criada y sin formación específica en astronomía fue contratada posteriormente como auxiliar en el observatorio de Harvard, donde a lo largo de su carrera asumió importantes tareas de investigación.
No todas quedaron en el olvido. La rusa Valentina Tereshkova, fue más allá y decidió conocer el espacio en persona. Fue la primera mujer astronauta, lanzada al espacio en 1963. La austroestadounidense Hedy Lamarr es más conocida por su desnudo en Hollywood que por inventar las primeras comunicaciones inalámbricas de larga distancia. Antecedente del bluetooth, el GPS o el wifi.
Otras han obtenido el Nobel de medicina, química o física. Una de las científicas más reconocidas fue la francopolaca, Marie Curie. También obtuvo el nobel de química su hija Irene Joliot-Curiem y la física sueca, de origen austríaco Lise Meitner, que descubrió la fisión nuclear. La neuróloga italiana Rita Levi-Montalcini, el factor del crecimiento nervioso. La astrofísica británica Jocelyn Bell, la radioseñal del púlsar. Cuando en 1974 concedieron el Nobel de Física a dos científicos que habían investigado en el mismo campo, no hubo ninguna mención al trabajo de Bell. En otro ámbito, la primatóloga británica Jane Goodall, también tuvo que hacer frente a las dudas sobre su capacidad de análisis científico por parte de sus compañeros de profesión. En la actualidad es un referente mundial en el estudio de los primates.
Marie Curie, la primera mujer en recibir el Nobel de Física en 1903, y la única con dos Nobel, fue una de las que más trabajaron por la presencia de mujeres en los laboratorios. Durante la primera década del siglo XX -entre 1900 y 1910-, unas treinta de mujeres de toda Europa investigaron en el campo de la radiactividad. Muchas participaron en el laboratorio de la ilustre científica, como la noruega Ellen Gleditsh, que trabajó en las investigaciones sobre los isótopos. Gleditsh luchó toda su vida por conseguir más oportunidades y becas para las académicas y facilitar sus estudios en el extranjero. En los países nórdicos se permitía que algunas mujeres estudiaran en la universidad, pero no se podían graduar. En Suecia, fue posible a partir de 1872, en Dinamarca en 1875 y en Noruega diez años más tarde.
Aunque todavía queda mucho camino por recorrer las europeas muestran cada vez más interés en la investigación en múltiples campos de la biomedicina y las ciencias en general. Al contrario de lo que había ocurrido hasta ahora, sus trabajos son reconocidos internacionalmente. En España nombres como María Blasco, Montse Calleja, Mariam Tortola o Rosa Méndez, son una referencia para las nuevas generaciones de científicas.
Un reciente estudio indica que en igualdad de condiciones los hombres autopromocionan más su trabajo que las mujeres, y los estereotipos de género representan a las mujeres como científicas menos enérgicas y menos orientadas a mostrar su éxito, lo que influye en el futuro de sus carreras. Según el estudio se mantienen los estereotipos de género y ellas tienden a subestimar sus habilidades especialmente en entornos públicos, eso es un hándicap para recibir recursos y poder ascender en las categorías profesionales.
La ONU recuerda que la brecha de género en los sectores de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas persiste desde hace años en todo el mundo. A pesar de que la participación de las mujeres en las carreras de grado superior ha aumentado enormemente, estas todavía se encuentran insuficientemente representadas en estos campos. En la actualidad, menos del 30 por ciento de los investigadores en todo el mundo son mujeres.
En la Unión Europea, solo uno de cada 3 investigadores es mujer y el 80 % de los puestos universitarios superiores están ocupados por hombres. Lo que más preocupa es que el interés de las niñas en la ciencia todavía es muy escasa.
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