(Entrevista con Amin Awad, director para Oriente Medio y norte de África de ACNUR)
Todavía continúa el fuego cruzado en Hamam Al Alil, una ciudad junto al Tigris, situada a quince kilómetros de Mosul. Hace unas horas que el ejército iraquí ha alzado la bandera oficial en los edificios públicos. Miles de personas aprovechan la presencia de los militares para huir de sus casas. La mayoría cargan solo con lo imprescindible, los niños más pequeños los llevan a cuestas y el que puede se lleva algunas ovejas y cabras. No hay tiempo para nada más. Los que hace un año y medio, en el verano de 2014, -cuando llegó el Daesh (ISIS)-, se quedaron en sus casas, han vivido un infierno y no quieren volver a pasar por nada de eso, si es que los soldados vuelven a perder la ciudad. Es bastante improbable, pero no van a jugar dos veces con la suerte.
Souad Mohamed, fue una de las que se quedaron porque tenía un pequeño negocio, su madre y sus hermanas salieron hacia un campo de refugiados. Ahora ha sido una de las primeras en salir. Miles de personas han salido hoy de los casi doce pueblos liberados. Van a continuar saliendo durante los próximos días. «Estamos preparados para la batalla de Mosul», nos dice el director para Oriente Medio y el Norte de África de ACNUR, Amin Awad. El organismo internacional calcula que unas 7.000 personas necesitaran refugio, aunque pueden llegar a un millón si la batalla de Mosul se alarga en el tiempo. De momento, y desde mediados de octubre, han salido unas 25.000 personas, «y el ejército todavía no ha conseguido llegar al centro de Mosul», añade Awad.
Salir de las ciudades no es fácil, en algunos lugares hay francotiradores, o corren el peligro de ser alcanzados por los bombardeos del ejército. Es lo que ha ocurrido este fin de semana con 18 refugiados que viajaban en un camión hacia uno de los campos habilitados en la zona norte de Irak, y que fueron abatidos por un avión.
Souad ha caminado 8 horas para llegar hasta el campo de Khazer, al este de Mosul. A través de una alambrada que rodea el recinto coge con fuerza la mano de su madre, Qadriya, y habla con sus hermanas. «Tengo sentimientos encontrados, he tenido mucho miedo por si alguna bomba nos alcanzaba a mí y a mis hijos», dice la joven.
Más de 1.300.000 iraquíes están ubicados en unos 2.300 asentamientos formales e informales. Hay otros 9.000 en Siria. Amin Awad, explica, que la mayoría de los desplazados internos «tienen problemas de seguridad física, porque están muy cerca de las zonas donde se produce el conflicto». En su caso necesitan de todo, desde comida a material de cocina, sábanas o estufas.
ACNUR acaba de abrir este fin de semana otro centro de refugio en Hasansham con 200 tiendas y capacidad para unas 1.800 familias, o lo que es lo mismo unas 11.000 personas. En las últimas 24 horas ya han llegado 8.000 personas, el mayor número de desplazados desde que se inició la ofensiva de Mosul hace dos semanas. Hasansham es uno de los 11 campos que ACNUR ha planeado para dar respuesta a la crisis y que podrían acoger a unas 120.000 personas. De momento funcionan cinco.
En Oriente Medio hay actualmente 41 campos de refugiados, muchos de ellos llevan casi cinco años fuera de sus casas. «Se sienten desesperados, y desamparados, están muy frustrados porque ven como los niños están perdiendo su educación escolar y los jóvenes, no pueden desarrollar sus aptitudes laborales y profesionales. Están más pobres, han perdido todo, sus propiedades, a familiares y sienten que la comunidad internacional hace cada vez menos, y no encuentra solución a su crisis», explica Awad.
Amin Awad, ha participado este fin de semana en el foro «Common Action Forum CAF2016». Antes de acabar la entrevista le pregunto al coordinador regional para la crisis por Siria, si el hecho de que Antonio Guterres, ex Alto Comisionado para los Refugiados, vaya a ocupar, -a partir de enero-, la secretaría general de la ONU, puede ayudar en algo para poner fin al conflicto. Awad me contesta «Yo creo que él va a centrarse mucho en encontrar la paz, y espero que pueda encontrar el consenso para encontrar una solución a la crisis». Y añade «En este momento, el mundo es incapaz de dar una respuesta a esta crisis y si no encontramos una salida, la gente continuará huyendo».