Margaret MacMillan, es decana del St. Antony’s College de la Universidad de Oxford, antes dirigió el Trinity College de la Universidad de Toronto, y acaba de publicar un libro sobre la Primera Guerra Mundial. En la obra, editada por Turner, muestra no sólo sus profundos conocimientos de la época sino también sus dotes como gran narradora. Desgrana los acontecimientos que acabaron arrasando Europa y detalla los perfiles psicológicos de los dirigentes. En la entrevista profundizamos en los hechos históricos, pero sobre todo en los paralelismos entre la Europa de hace 100 años y la Europa actual.
Por Ángela Gonzalo
1914-2014 ¡Qué siglo tan espectacular para Europa y para el mundo!
Margaret MacMillan.- El XX fue un siglo tremendo, con dos guerras mundiales y de gran violencia, a pesar de los progresos. Fue tan terrible como la guerra de los 30 años, o cuando la peste arrasó el continente eropeo. 1914 y 2014 comparten el proceso de globalización, la expansión de las comunicaciones, las inversiones transnacionales, los movimientos migratorios y el intercambio internacional de las ideas. Ambas épocas comparten el terrorismo internacional, aunque ahora está inspirado por las ideas religiosas. Pero en las dos primeras décadas de ambos siglos se produjeron cambios en el escenario internacional. En aquella época las potencias dominantes, vieron como otras potencias llegaron e intentaban ocupar su lugar y ahora Europa y EE.UU. ven el ascenso de los países emergentes. Es una situación muy cambiante que si tiene paralelismos.
eXp.- Fueron muy pocos los que tomaron la decisión de desatar la Primera Guerra Mundial. ¿Quienes eran y si podrían haberse echado atrás y haber preservado la paz?.
M.M.- La verdad es que al final fueron pocos hombres, eso sí todos hombres, pero principalmente ese pequeño grupo lo conforman Guillermo II en Alemania y Francisco José del imperio austrohúngaro. Ellos eran los más importantes, porque fueron los que enviaron las tropas a la guerra. Para comprender la decisión hay que entender el mundo de aquella época cuando el nacionalismo estaba cobrando importancia y donde muchas personas pensaban que lo correcto era ir a la guerra.
eXp.- Y podrían haber tomado otra decisión?
M.M.- Yo creo que sí podrían haber tomado otra decisión. En la Historia muy pocas cosas no se pueden evitar, y estos hombres tenían el poder sobre sus gobiernos y sus sociedades. Tenían la capacidad de negarse a firmar esos documentos, podían haber dicho que no, como hizo el presidente de Kennedy en 1962, que se negó a ir a la guerra con Cuba. Pero esos hombres, uno de ellos estaba muy cansado y el heredero al trono habia sido asesinado en Sarajevo y probablemente pensaron que si no iban a la guerra eran menos «hombres». Que estos hombres ostentaran el poder, fue una tragedia para Europa.
eXp.- O sea que eran líderes sin visión de futuro y con poca responsabilidad social. Eso parece que también pasa ahora.
M.M.- En 1914, había una carencia importante de buenos líderes. Aunque tenemos que tener cuidado de desear un líder fuerte, porque las consecuencias también pueden ser muy graves. No es tan necesario un líder fuerte, como un líder que articule una visión de futuro, que explique las cosas y que pueda llevar las ideas a cabo. Por ejemplo, es lo que pasa con Obama, es un líder con ideas, pero no tiene capacidad para darles forma, para conseguir compromisos, y para convertirlas en realidad.
eXp.- ¿Cree que, como entonces, también dependemos de las grandes decisiones de unos pocos?
M.M.- Probablemente sí. Obama tiene mucho poder, pero el tiene que dar respuesta a la opinión mundial y al pueblo estadounidense… y todos tenemos la obligación de interesarnos sobre lo que está pasando. No dejar que nuestros dirigentes se salgan con la suya. Si nos fijamos en China, el presidente del Partido Comunista Chino sí tiene mucho poder, por que tiene un sistema político que favorece esa concentración de decisiones.
eXp.- ¿Una de las diferencias entre 1914 y 2014 puede ser la existencia de la Unión Europea?
M.M.- La Unión Europea es una cosa fantástica, que ha traído prosperidad y paz durante mucho tiempo, aunque es verdad que ahora hay muchos problemas. Lo que me preocupa es la cesión que están haciendo muchos gobernantes a las posiciones más antieuropeístas, como pasa en el Reino Unido. No solo me inquieta eso, sino el aumento de partidos de extrema derecha, muchos de ellos antieuropeos. La Guerra fría se ha acabado y la gente se ha vuelto muy cómoda, cree que es una situación eterna y que no hay que hacer nada para mantener todo lo que se ha conseguido, pero al no haber una amenaza externa tan clara como la que hubo en la guerra fría, la gente se ha relajado. Creo que estamos ante un proceso de cambio importante, por ejemplo, el estado de bienestar, que ha sido muy existoso. Espero que no desaparezca, porque es lo que permite a los ciudadanos tener una red de seguridad y unos servicios que dan mucha estabilidad, unos países con mucha estabilidad democrática. Los gobiernos tendrían que hacer una labor mucho más didáctica y explicar para que sirve y en que se usa el dinero que la gente paga.
eXp.- Lo cierto es que los países que tienen un papel más predominante en la Europa actual, también lo tuvieron en la Europa de 1914. Por ejemplo Alemania.
M.M.- Desde el momento en que se unieron las dos Alemanias, se convirtió en un país con el que Europa tiene que contar. Solo por superficie y por su poder económico es fundamental. Pero la Alemania de ahora es muy diferente a la de entonces. En la Alemania de 1914, el káiser tenía mucho poder, las clases altas eran conservadores y la de ahora no tiene nada que ver. Es una nación que está totalmente integrada en Europa. Evidentemente tiene demasiado poder por su propia capacidad, y todavía es pronto para saber si ha llevado la crisis bien o mal, pero es un país importante y va a seguir siendo una parte fundamental de Europa.
eXp.- Otro país es el Reino Unido. ¿Qué diferencias hay entre la Inglaterra del siglo XX y la del XXI?
M.M.- En aquel momento había una crisis interna nacionalista, que era con los irlandeses. Ahora es con los escoceses, pero es un país totalmente diferente. Tenía un gran imperio, la flota más poderosa del mundo, las clases altas, la aristocracia, dominaban la política, cosa que ahora no ocurre, pero la relación con Europa sigue siendo muy difícil. Ellos se consideran un poder global, siempre han tenido un vinculo especial con Estados Unidos, pero su relación con Europa sigue siendo como la de aquella frase tan conocida del siglo pasado en que se decía: «hay niebla en el canal, el continente está aislado». Ellos no se ven como parte de Europa.
eXp.- ¿Qué debemos aprender de lo que sucedió en 1914 para evitar que se repita una situación como la de entonces, que acabó siendo una catástrofe continental?
M.M.- Lo más importante es que es muy difícil llevar una política basada en enfrentamientos y en «faroles». Me preocupa la situación en el mar de China, porque Pekín está mirando a ver hasta donde puede llegar, y el problema es que nunca sabes como va a reaccionar la otra parte, la situación siempre se te puede ir de las manos y entonces hay consecuencias imprevistas. Podríamos decir que lo que pasa en el mar de la China, es muy parecido a lo que estaba sucediendo en los Balcanes en 1914.
eXp.- Es «decana» de una facultad de Historia en Oxford, ¿cómo vé la idea tan extendida entre las autoridades educativas de reducir la presencia del estudio de las humanidades en la educación?
M.M.- La falta de interés en las humanidades es una visión muy cortoplacista, casi estúpida, porque ahora se piensa que solo algunas materias son importantes, como las técnicas -por cierto, unas decisiones que toma gente que ha estudiado humanidades-. Pero incluso un ingeniero necesita tener una visión más amplia de la sociedad. Esas políticas miran muy poco al futuro, porque hay que pensar a donde va la sociedad, y si eso no se estudia es muy difícil tener los elementos para tomar decisiones.
Entrevista publicada en euroXpress el 2 de enero de 2014