En Kenia, los familiares de las víctimas del atentado de la universidad de Garissa se quejan de la lentitud en la identificación de los cuerpos.
Por Ángela Gonzalo
En esta ciudad cercana a la frontera con Somalia, hace 3 años varios templos fueron alcanzados con granadas en un ataque simultaneo de Al Shabab a varias iglesias, matando a 12 personas. El atentado de esta semana les ha vuelto a recordar que se encuentran en una zona objetivo del grupo yihadista somalí. «Estamos muy tristes porque se han perdido muchas vidas de jóvenes sin ningún sentido», lamenta el obispo Joseph Alesandro. Kenia, donde, según las estadísticas oficiales, el 83% de la población es cristiana, ha celebrado una Pascua especialmente emotiva y con grandes medidas de seguridad como en los accesos a la Catedral de Nairobi, donde agentes de policía y guardias privados han controlado la entrada al templo. También han cacheado a los fieles musulmanes que se han reunido en el Centro Internacional Jomo Kenyatta para recordar a las víctimas de su religión. Lavenda Mutesi, una estudiante que ha sobrevivido al ataque, ha celebrado la Pascua con su familia. Les ha explicado que su mejor amiga murió en el ataque. Como ella, los supervivientes tardarán tiempo en sobreponerse a la terrible experiencia vivida durante el asalto a la universidad. Muchos han dicho que no volverán al centro.