“El cuerpo cuenta cosas que la boca no dice”, y durante la pandemia ha habido muchos silencios, dolor y angustia, que han repercutido negativamente en la calidad de vida de los ciudadanos. La osteópata Maite Pérez del Olmo lleva 28 años tratando a pacientes con dolores físicos y sabe muy bien que el cuerpo es un jeroglífico que se debe descifrar.
Esta especialista, respetada en su profesión, empezó cuando era pequeña dando masajes a sus hermanos mayores para que le dejaran ver el programa de televisión que le gustaba a ella y descubrió que no solo podía conseguir su objetivo sino que les ayudaba a desestresarse, a relajarse. Ya entonces tuvo claro que quería dedicarse a esta profesión que adora, aunque tiene que lidiar con algo tan poco amable como el dolor.
“Empatizamos mucho con el paciente, hay que escucharle e ir poco a poco, pero hay un punto en que no debes parar, porque entonces no estás curando el problema real”. Claro, si uno quiere un tratamiento sin un mínimo dolor mejor se va a un spa.
Hace 20 años abrió su propia clínica en la plaza Marina de Madrid y desde agosto de 2020 trasladó Massalud, a la calle Caños del Peral 11, bajo izquierda. Un lugar más espacioso, luminoso y con más intimidad. También más cerca de la mayoría de sus pacientes, procedentes del Teatro Real. Corrió la voz y otros músicos se dejan aconsejar por el equipo de Maite, como los miembros del Teatro de la Zarzuela, la Sinfónica de Madrid, la escuela Reina Sofia o del centro Katarina Gurska, por poner solo unos ejemplos. Esta especialización les permite adaptarse a los problemas específicos de estos colectivos de las artes escénicas.
Directora de la clínica de fisioterapia y osteopatía Massalud, nos explica que aunque hay establecidos unos protocolos se adaptan a las necesidades de cada persona. Y el hecho de ayudar a superar los contratiempos de una lesión les permite conocer las características de cada grupo de pacientes. “Necesitamos que ellos saquen la máxima potencia sobre los escenarios, y trabajamos también las emociones, porque el mundo de los artistas está rodeado de mucha tensión. Deben ponerse ante el público, recibir críticas y además, en el caso de los cantantes de ópera, viajan mucho” Hoy están en Madrid, mañana en Milán y dos días después en Alemania.
“Esa vida nómada les afecta en su vida familiar porque tienen carencias que implican sus sentimientos y los estresan”. Osteópatas y fisioterapeutas lo notan a nivel fascial (una membrana que recubre el paquete muscular y nervioso). Y dicen que tiene memoria, “puedes haber tenido un desgaste, un golpe o un estrés hace años y en el futuro vas a tener un problema físico, porque eso deja marca en la fascia”. Es lo que llaman el impacto semilla. “Una vez lo localizas y lo verbalizas, nos dice Maite, la fascia reconecta y se suelta”. A veces como es necesario que se recuperen lo antes posible hacen masajes a cuatro manos “porque si un cuello no se libera, la otra persona trabaja el diafragma u otra parte y se adelanta el proceso de recuperación”.
Músicos, cantantes, bailarines y artistas. En sus manos han confiado tenores como Juan Diego Flores o Plácido Domingo, Laura Brioli… También otros menos conocidos para el gran público como la flautista solista Pilar Constancio, el director de orquesta Luis Miguel Méndez Chaves, el barítono Luca Pisaroni, o el clarinetista Ildefonso Moreno. Reconoce que estos profesionales de la música, el teatro o los speakers, están más educados “ven los masajes como una necesidad, algo intrínseco a su trabajo, y vienen para mantenerse bien o evitar lesiones”. Hay que tener en cuenta que no solo trabajan durante la función, sino que a veces tienen otros conciertos o ensayan para otros espectáculos posteriores.
Según la herramienta de su trabajo son más propensos a unas lesiones u otras. Los músicos de instrumentos de viento, sufren de problemas en mandíbula, cervicales y brazos (la ATM); los que tocan cuerda, en hombro, antebrazo y escápula; los percusionistas en antebrazo, muñeca y escápula u omóplato y los pianistas en lumbares, muñeca antebrazos y cervicales. Los cantantes de ópera deben proyectar la voz y tener la boca abierta durante mucho tiempo lo que les afecta a la musculatura del aparato fonador. “Nunca les tratamos el día de la función, sino cuando están descansando”. Dicen que si los trataran el mismo día, les podría bajar un tono la voz. Y ellos lo saben.
Otro colectivo que también suelen acudir a la consulta de Massalud son los bailarines. Por supuesto hay diferencias entre ellos. Los que se dedican a la danza clásica tienen más problemas con tobillo y rodillas, los de danza contemporánea, en el tronco.
En el contexto actual del confinamiento debido a la pandemia de COVID-19, millones de personas en Europa se ven obligados a trabajar desde su domicilio a tiempo completo para minimizar el riesgo de contraer el virus. Se trata de una nueva realidad que puede pasar factura a nuestra salud física, mental y emocional.
Maite Pérez del Olmo recuerda que cuando reabrieron la clínica Massalud el 11 de mayo de 2020, después de tres meses de confinamiento colectivo, comenzaron a presentarse pacientes con dolencias que hasta ahora trataban de forma más secundaria. “Era una sintomatología relacionada con la Covid”.
“Cuando abrimos, nos explica, había mucha tristeza en la mirada, mucho miedo y desconcierto, porque se habían vivido cosas que no nos esperábamos nadie”. La angustia y la preocupación cierran el diafragma y eso provoca problemas digestivos y dolores cervicales. “Todo está relacionado, es la pescadilla que se muerde la cola”.
Se encontraron con diafragmas arriba, espaldas dañadas por el teletrabajo y maxilares tensionados. «Necesitamos el contacto social y personal y había estado prohibido durante tres meses de confinamiento, por eso la gente estaba triste y ansiosa y lo reflejaba la mirada de los pacientes, pero sobre todo el cuerpo».
“Empezamos a tener un trabajo diferente al que estábamos acostumbradas”. El teletrabajo y la mascarilla habían hecho estragos. Problemas en los maxilares por la mascarilla y en espaldas, cervicales y hombros por las malas posturas durante horas de trabajo en espacios laborales que no estaban acondicionados para ello.
Un problema que no existía antes se produjo con la mascarilla. “No podemos respirar bien por la nariz y entonces la gente va con la boca abierta. Eso hace protuir el maxilar inferior. Aparecen cefales y dolores de cabeza”. «Trabajamos maseteros y pterigoideos para relajar la zona de la cara, estiramiento con frio en zonas del cuello y cervicales”. Según señalan los especialistas, el 70% de la población española sufre bruxismo (apretar inconscientemente la mandíbula y rechinar los dientes, degastando las piezas y afectando a los músculos del rostro).
El otro gran problema lo provocaban las malas posturas adquiridas durante horas y horas de teletrabajo o telestudio. “Se ha trabajado con mesas altas, que son para comer, y sillas muy bajas, y eso un día no pasa nada, pero cuando se alarga en el tiempo, esa postura no es anatómica”. Maite dice que “si se mantiene el teletrabajo hay que educar a la gente y tener un mobiliario para poder trabajar en condiciones”. Eso sin olvidar que se han utilizado ordenadores portátiles con pantallas pequeñas o con aparatos de mesa y el teclado mal colocado.
Para reducir el dolor provocado por el bruxismo y los dolores de espalda en la clínica Masssalud relajan la zona afectada y si es necesario se hace una punción seca, que consiste en insertar la aguja en el punto desencadenante del dolor para aflojar la tensión muscular, también practican estiramiento con frío, terapia miofascial, y relajan las cervicales o las partes afectadas. En el centro realizan quiromasaje, osteopatía, drenaje linfático, ultrasonido, presoterapia, ondas de choque, kinesiotaping o masaje deportivo.
“Cuando el paciente entra por la puerta ya te está dando información y tú debes saber captarla, porque solo así vas a poder ayudarle. El cuerpo nos habla y debemos aprender a interpretarlo”. Maite nos dice que no sabemos gestionar el dolor porque el cuerpo nos va avisando, pero no lo escuchamos, y llega un momento en que se bloquea “y te va a decir hasta aquí, y vas a tener que parar”.
El cuerpo compensa los problemas que van apareciendo para permitir seguir trabajando, pero a veces comienza con una pequeña molestia en las lumbares, para subir a las dorsales, al hombro y al cuello. “Hay que deshacer la madeja”, nos explica Maite. Muchas veces hay una emoción enquistada y una vez se localiza y se verbaliza conscientemente, “la fascia reconecta y se suelta”. El cuerpo no engaña, la persona tampoco, pero a veces no es consciente de lo que le pasa. “Los fisioterapeutas tenemos un GPS y ahí que vamos”.
Volvemos a hablar de la pandemia, del tiempo posterior al confinamiento. “Ha habido mucho miedo e incertidumbre” y recuerda que algunos pacientes se ponían a llorar cuando empezaban a relajar el diafragma. “La contractura comporta una emoción, también la angustia que ha sufrido la gente porque han tenido familiares que han fallecido, no han podido ver a sus padres o a sus nietos, y entonces comenzaban a exteriorizar esa angustia vivida durante tres meses”. En estos momentos el miedo todavía no ha desaparecido.
Cómo andamos, cómo nos movemos, el cuerpo expresa demasiadas cosas que no pasan desapercibidas para los especialistas de la clínica. Para Maite es fundamental el contacto con el paciente y se ríe mientras asegura que “gracias a Dios no existe el telemasaje”.
“Cuando tocas al paciente, su cuerpo te está dando mucha información, sensibilidad, emoción y eso no se puede hacer en la distancia”. Entre marzo y mayo dieron algunos consejos a las personas que estaban realizando algún tratamiento antes del confinamiento, pero uno mismo no se puede automasajear. “Podíamos aconsejarles que se pusieran calor o frío, aunque alguien que no conoce el cuerpo no puede realizar presión en las zonas doloridas”.
En las casi tres décadas que Maite lleva trabajando han cambiado muchas cosas: el paciente, el instrumental, las camillas, las técnicas. “Antes teníamos la misma camilla sin importar el tipo de paciente que atendías” y recuerda que cuando abrió Massalud en la plaza Marina, hace 20 años, la primera inversión fue en camillas “porque no es lo mismo poder subir y bajar al paciente”.
En este repaso a su vida profesional señala que antes acudían más hombres que mujeres y ahora es más o menos equilibrado, y que los aparatos ayudan, pero lo más importante son las manos. Las nuevas técnicas también son imprescindibles para aliviar los dolores, el único objetivo de las especialistas que atienden en esta clínica situada muy cerca del metro de Ópera y de la Gran Vía.
Los pacientes también han cambiado. “Los profesionales que necesitan un servicio más o menos continuado de tratamiento no lo ven como un lujo, la gente de a pie se acuerda más de Santa Bárbara cuando truena, pero es cierto que el ciudadano ha ido incluyendo en su agenda de salud los tratamientos fisitorapéuticos o de osteopatía”.
Antes de despedirnos nos aconseja acudir al fisio con regularidad, nuestro cuerpo lo agradecerá y nuestra salud será de mejor calidad.
Datos prácticos
Maite Pérez del Olmo
Fisioterapia y Osteopatía
91.541.89.93
maite.perez@massalud.org
www.massalud.org
Horario:
Lunes a viernes de 10h a 21h y sábados de 10h a 14h
Caños del Peral 11 bajo izquierda, Madrid
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