La francesa Anne-Solange Noble entorna los ojos, y recuerda en voz alta ante el público que asiste al debate sobre la actualidad editorial europea, «los niños cuando tienen tres años les piden a sus padres que les lean historias, y si se saltan un detalle les increpan pidiendo esa parte del relato, luego a los seis años, pueden hojear un libro por ellos mismos». Abre los ojos y pregunta a la audiencia «¿porqué los jóvenes, pierden esa atracción por el libro?» y reivindica, «los libros están y deben estar presentes en nuestra cultura». Anne es editora de Gallimard y sabe mucho de publicaciones y de las dificultades a las que se «enfrenta» el libro tradicional. «Hay que escuchar a los jóvenes, hay que hacerles atractiva la literatura». La editorial francesa a la que representa, tiene casi cien años de historia, y sigue innovando. «En nuestro consejo editor, solo hay gente que le encanta leer, no hay ni publicistas, ni economistas». Aunque el factor económico es vital, quizá por eso han podido continuar siendo independientes, sin morir en el intento.
La responsable literaria de Gallimard, compartió reflexiones sobre el mundo editorial con sus homólogos, la alemana Petra Hardt (Suhrkamp), el italiano Giuseppe Laterza (editorial Laterza) y Valeria Ciompi (de la española Alianza Editorial), que convocó el acto para conmemorar sus 50 años de historia.
A pocos metros de la La Central de Callao, donde se presentaban cuatro visiones de la actualidad editorial europea, se encuentra el Parque del Retiro. Allí se celebra estos días, la Feria del Libro de Madrid, que este año cumple 75 años y que ha escogido a Francia como país invitado. Una invitación muy bien aceptada por los galos, que han organizado decenas de actos y que han aprovechado la ocasión, eso lo saben hacer muy bien, para promocionar su literatura…. con lo que hemos salido ganando todos.
«Dulcinea de Bruselas», declara un don Quijote más europeísta de lo que nos tiene acostumbrados, que pasea cerca de la Rosaleda del parque madrileño, más florecida que nunca tras las lluvias de mayo. Por las casetas o stands de la Feria del Libro, encontramos al escritor franco-libanés Amín Maalouf. «Es fantástico, estoy encantado de estar en este ambiente literario». También ha estado en Madrid, Marc Levy, mientras Francisco Abad, de la librería francesa, nos recuerda la potente literatura gala y añade algunos de sus autores más de moda en ese país. «Yasmine Khadra, Pierre Lemaitre, Mathias Enard, los dos han ganado el Goncourt». Tampoco olvida a los dos autores francófonos que han ganado el Nobel de Literatura en los últimos años: Jean-Marie Gustave Le Clézio en 2008 y Patrick Modiano en 2014.
No ha firmado libros, pero sí tiene motivos para estar satisfecho. «La tierra que pisamos» (Seix Barral) es la obra que le ha dado uno de los 12 premios de literatura europea al escritor extremeño Jesús Carrasco. Una novela que habla de un hombre que sufre un desarraigo y la relación que el ser humano mantiene con la tierra. «Es la narración de un espacio muy diverso, que va desde lo íntimo (la tierra en la que uno nace) pero que recorre el continente europeo, y que mantiene una relación entre el centro y el sur de Europa, entre lo abstracto y lo más concreto», explica el joven autor.
Es la segunda novela del pacense Carrasco, tras la publicación de Intemperie, que ya ha sido traducida a quince idiomas. El Premio Europeo de Literatura reconoce la diversidad cultural y lingüística del continente, potenciando el trabajo de los autores noveles y emergentes en toda la Unión Europea. Cada uno de los premios recibe 5.000€, se ayuda a la traducción en otros idiomas y recibe una promoción internacional en las principales ferias del libro como Fráncfurt, Londres y París.
Los libros nos trasladan a menudo a un mundo imaginario, pero en muchas ocasiones nos acerca el mundo real, al que nos queda más o menos cercano. Es lo que han hecho los responsables del Instituto Francés de Madrid, que se han comprometido a fondo con la feria madrileña, y han traido al Retiro uno de los temas más complicados política y socialmente de los últimos años en Europa: la llegada de refugiados sirios, afganos e irquíes. Cinco fotoperiodistas del sur de Europa muestran su particular mirada sobre esa situación en la exposición Caminos de exilio. El español Manu Brabo, la siria Sima Diab, el griego Giorgos Moutafis y los franceses Olivier Jobard y Pierre Marsaut son los testigos del camino recorrido por familias que han llegado a la Unión Europea, tras huir de países en conflicto. Sima Diab, nació en Damasco y denuncia la falta de memoria de los europeos «Para mi es una cuestión de humanidad, la gente necesita sentirse segura, necesita tener casa, sentirse parte de la comunidad humana». La exposición, que puede verse en el parque madrileño hasta el 31 de agosto, está dedicada a todas las víctimas de la crisis siria «a todos los que fallecieron, a todos los heridos…. a todos los que tuvieron que abandonar sus hogares».
El escritor estadounidense, John Dos Passos, sabía mucho de estos problemas, los vivió durante la guerra civil española, y en las dos guerras mundiales, que asolaron Europa. El autor de «Manhattan Transfer» y «Viajes de entreguerras», ha vuelto 80 años más tarde a Madrid, de la mano de más de 25 expertos de varios países, que han participado en unas jornadas sobre su obra y su relación con Europa. Se ha discutido de su visión sobre el imperialismo, la II Guerra Mundial, los escritores expatriados o el papel de la mujer en sus primeros escritos. Rosa Bautista destaca de Dos Passos, su «gran capacidad de observación y de adelantarse a los acontecimientos». Explica a Canal Europa «que eso le hizo estar más atento al cariz oscuro que tomaron las ideologías políticas en el mundo, sobre todo las de izquierdas con las que él tanto se había identificado». Dos Passos perteneció a la generación perdida estadounidense, escritores apasionados de la cultura europea a la que pertenecieron Scott Fitzgerald, Thomas Eliot, Ernest Hemingway o Henry Adams. Dos Passos se enamoró de España, sus compatriotas de Francia e Italia…
Las literaturas de ambos lados del Atlántico se beneficiaron de este intercambio cultural, como el que que se produce estos días entre ciudadanos y escritores en el parque del Retiro.