El miércoles pasado, un centenar de gitanos fueron desalojados por la policía francesa de su campamento de Antibes, en los Alpes marítimos franceses. Según el ayuntamiento vivían en condiciones precarias, en un camping sin agua, ni aseos, y cerca de una línea ferroviaria. Organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional, han denunciado la desproporción policial, que había desplegado un elevado número de agentes «digno», dice la ONG, de una operación antiterrorista». El ayuntamiento había pedido el desalojo hace años, y los representantes de esa comunidad, acusan al gobierno de tenerlos como moneda de cambio.
«Cada vez que hay elecciones atacan a los más débiles «, dice el presidente de la asociación gitana de Antibes, en referencia a las presidenciales francesas de mayo. Es un ejemplo más de la fragilidad que vive la comunidad gitana en muchos países europeos.
Desde hace años el 8 de abril se celebra el Día Internacional del pueblo Gitano, para rendir homenaje a las víctimas gitanas del genocidio nazi, así como de las distintas persecuciones a lo largo de los siglos. Esta fecha se eligió en homenaje al I Congreso Mundial roma/gitano, organizado en Londres el 8 de abril de 1971, cuando se instituyó su bandera y el himno, y se acordó ratificar el romanó como un idioma. A partir del año de 2018, estos símbolos serán utilizados protocolariamente en conmemoraciones, actos y eventos institucionales relativos a este colectivo.
La bandera es verde y azul, simbolizando el cielo y el campo, con una rueda de carro roja en el centro, que recuerda el camino desde India y la libertad. El himno gitano, es Gelem, Gelem (anduve) compuesto por el serbio Jarko Jovanovic.
Coincidiendo con esta fecha, las entidades que forman el Consejo Estatal del Pueblo Gitano de España han lanzado una campaña de sensibilización para pedir a los poderes públicos y al conjunto de la sociedad que la historia y la cultura de su pueblo se incorporen en los libros de primaria y secundaria obligatoria. La campaña lleva por lema «La pregunta de Samuel». «Le pregunté a mi padre, ¿porqué la historia y la cultura de los gitanos no salen en los libros de mi clase?». Ahí comenzó su aventura por los vericuetos administrativos.
Y lo más importante no es solo conocer la historia, sino la realidad, de los casi 12 millones de gitanos que viven en Europa, la minoría más importante del continente. Un estudio realizado por la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA) muestra una fotografía común en todos los países. Los gitanos sufren exclusión social, desempleo, pobreza e incluso hambre. Para la agencia el informe destaca una perturbadora pero inevitable realidad, «siguen afrontando una discriminación intolerable».
El 30% carece de agua corriente, uno de cada tres menores pasan hambre, y solo el 53% recibe educación primaria. Uno de cada tres está en paro, el 20 por ciento no está cubierto por ningún seguro de enfermedad, y el 90 por ciento vive por debajo del umbral de la pobreza. Eso sin hablar de los prejuicios, discriminación y exclusión social que sufren en muchos Estados miembro.
La situación es diferente entre los países. En España el 98 por ciento tienen acceso al sistema nacional de salud, mientras en Bulgaria, es el 45%. La vivienda es especialmente grave en el Este y mejor en España y Portugal. El 65% de los gitanos en Rumanía no tienen agua corriente en casa y el 22% afirma vivir en zonas donde hay vandalismo o violencia.
La tasa de escolarización entre los siete y los 15 años llega al 93% pero esos niveles descienden en picado entre los mayores de quince y llega al 5% entre los mayores de 18 años. La Agencia Europea de Derechos Fundamentales denuncia que la segregación de los niños en las escuelas es frecuente en Grecia, Hungría, Eslovaquia y Bulgaria.Esta agencia europea, pide una mayor implicación de la sociedad y los gobiernos para reducir la brecha.
Eso sin hablar de los prejuicios, discriminación y exclusión social que sufren en muchos Estados. La Comisión Europea pidió que se hicieran programas nacionales para mejorar la integración, los gobiernos lo han hecho pero no los aplican y la mayoría ni siquiera piden las ayudas a las que tendría derecho su país.