Entrevista a Javier Ventura-Traveset, portavoz de la ESA
En la década de los 60, dos físicos europeos, el francés Pierre Auger y el italiano Edoardo Almadi, se unieron para defender que los cohetes y satélites fueran utilizados con fines científicos y no militares. Rusia había lanzado Sputnik, enviaba a Yuri Gagarin al espacio y Estados Unidos preparaba la llegada del hombre a la luna.
Por Ángela Gonzalo del Moral
Mientras las dos potencias alardeaban de su poder militar, ambos científicos fundaban ELDO, una organización espacial para cohetes, y ESRO, dedicada a la ciencia. Era el año 1964. Diez años después se fusionarían para crear la ESA, la Agencia Espacial Europea, basada en la cooperación internacional. 50 años más tarde, Europa acaba de marcar un hito al colocar un módulo sobre un cometa. Los próximos objetivos son Marte y Venus.
A.G.- Galileo, Copérnico, Estación Espacial Internacional, Rosetta, Ariane, son programas que han ido marcando la historia aeroespacial de Europa y son nombres que casi todos conocemos.
Javier Ventura-Traveset.- Hemos cumplido 50 años con la gran suerte que en el mismo años de nuestra celebración hemos tenido la misión Rosetta-Philae. Ha sido un momento muy especial por lo que significa para la investigación espacial y porque parece que se hubiera lanzado con esa intención y no fue así. Rosetta tenía que haber llegado antes, pero su lanzamiento se retrasó por varios problemas. Ha sido una maravillosa carambola. Nos gusta decir que la Agencia es la Europa que funciona. Hacemos cosas concretas que funcionan, no somos una organización administrativa o teórica. Cuando en las televisiones muestran las previsiones meteorológicas, utilizan el Meteosat, un satélite que ha fabricado la ESA. Todos los satélites de telecomunicaciones que Europa ha hecho, existen gracias a la agencia. El cohete Ariane 5 lanza uno de cada 2 satélites de telecomunicaciones. En estos 50 años hemos creado una agencia espacial, extremadamente competitiva y eficaz.
A.G.- Durante décadas la referencia en este ámbito era la NASA, pero ahora cada vez se habla más de la ESA.
J.V.T.- Lo que hacemos es crecer. Cuando empezamos éramos 10 países, entre ellos España, y ahora somos 22, el último en incorporarse este mismo año ha sido Hungría. Empezamos haciendo solo lanzadores y en estos momentos nuestros campos de investigación son muy variados. Tenemos proyectos de ciencia, observación de la tierra, satélites de telecomunicación, programa meteorológico, lanzadores, contribuimos a la Estación Espacial Internacional, exploración robótica, etc… Es decir cubrimos todas las facetas del espacio, y eso hay pocas agencias que lo hagan. Uno de los programas al que más presupuesto se destina es Copérnico, que se centra en la observación de la tierra, y absorbe casi un 25% del presupuesto total. Hoy por hoy, no existe ninguna duda, Europa es la segunda agencia espacial del mundo. Evidentemente la NASA invierte más dinero, unas 5 veces más, pero nosotros con menos dinero somos punteros en algunos temas. Nadie ha puesto una nave en un cometa, nadie ha realizado el fondo cósmico de microondas -que muestra el Cosmos cuando tenía 380.000 años de antigüedad, antes de que nacieran las estrellas y las galaxias-. En ciencia y observación de la tierra y en lanzadores somos los primeros.
A.G.- Mientras realizamos la entrevista en las instalaciones de la ESA en España, esperamos el regreso de la nave espacial IXV a la Tierra. Como miles de personas en el mundo, ellos mediante streaming y nosotros desde la sala de la agencia en Villafranca del Castillo, seguimos en directo todo el viaje del vehículo espacial. Aprovechamos para recordar que hace 40 años la estación de seguimiento de satélites de Villafranca del Castillo en Madrid, entró a formar parte de red Estrack ¿A corto plazo, cuáles son las nuevas apuestas de la ESA?
J.V.T.- La agencia básicamente trabaja en todas las facetas del sector espacial. Ahora tenemos tres lanzadores, -Vega, Ariane 5 y Soyuz-, y en la última reunión ministerial en Europa se decidió un remplazo para Ariane 5 , esperamos que para principios de 2020 se lance el Ariane 6, con la idea de que sea más competitivo en el mercado, y poder así conquistar el mercado de lanzamiento de satélites en todas las órbitas. Es un campo en el que hay mucha competencia, y no sólo con el Falcon 9 estadounidense. Otro capítulo es la navegación por satélite, el sistema Galileo. Este año lanzaremos 6 satélites, hay programados dos para el próximo el 27 de marzo, luego en septiembre y otros a final de año.
A.G.- Cuando se iniciaron los primeros pasos de la investigación espacial europea, se tuvo claro que era necesario la cooperación de varios países del continente, pero durante este tiempo la agencia ha colaborado también con Estados Unidos y Rusia. Una asociación, que en el último año ha pasado por momentos delicados por el enfrentamiento político a raíz de la crisis ucraniana.
J.V.T.- La investigación espacial es bastante resistente a la política y un campo idóneo para la cooperación internacional, además hay compromisos adquiridos en temas científicos y técnicos que no se cuestionan. La investigación civil espacial no se ha visto, hasta ahora, afectada por este problema, aunque es evidente que la política juega un papel importante. No hay que olvidar que incluso durante la guerra fría, Estados Unidos y Rusia acoplaron una nave Apolo con una nave Soyuz. Ahora se trabaja con China a pesar de que las relaciones internacionales no están del todo normalizadas. El ADN de la ESA es el de la colaboración internacional.
A.G.- Ya que hablamos de China, ¿cómo está evolucionando su programa espacial?
J.V.T.- Es una gran potencia espacial y va a toda velocidad, con una fuerte inversión. Tiene cosas que Europa no tiene, ha puesto hombres en órbita, taikonautas, mientras que nosotros lo tenemos que hacer a través de las naves Soyuz. Cuentan con Beidou, un sistema de navegación propio, ha fabricado un lanzador de cohetes y está construyendo una estación espacial. No hay ninguna duda de que es una potencia espacial. Otros países que están despuntando son India y Brasil.
A.G.- Y España ¿en qué punto está de la investigación espacial?
J.V.T.- Yo siempre digo que está presente en este campo con cierta dignidad. Es el quinto país de Europa que más aporta a la agencia, tanto económicamente como desde el punto de vista industrial, porque no sirve de nada poner dinero sino tienes industria. Tenemos unas 20 empresas. Muchas misiones de la agencia no se podrían hacer sin la contribución española. Por otra parte de los 5 grandes centros que tiene la agencia, está el de Villanueva de la Cañada, y tiene una estación de seguimiento de satélites de espacio profundo en Cebreros. El mecanismo de la agencia es «pongo dinero y lo retorno en forma de contratos industriales», por eso si no tienes industria no tienes peso. De hecho hay países que se han incorporado recientemente, que ponen dinero pero no tienen industria aeroespacial consolidada. En el lanzamiento del IXV la participación española ha sido del 15% y en Vega de un 5%. Alemania y Francia son los países que más invierten, seguidos de Italia.
A.G.- En eso la Agencia Espacial Europea es un ejemplo más de la importancia que se da en Europa a la cooperación púbico-privada en el campo de la investigación
J.V.T.- Las inversiones de la agencia tienen una gran repercusión en el sector privado. Cuando una empresa española participa en un proyecto de un satélite luego puede vender sus productos en el sector privado. Se calcula que por cada euro que España invierte en la agencia, se generan 4 € en inversión privada de las compañías que trabajan con nosotros. En el sector que más repercute es el de las telecomunicaciones, donde ya está muy desarrollado el tema de la comercialización. La agencia ya no hace satélites, sino que hace asociaciones público privadas con empresas como Hispasat o con operadores como Eutelsat, donde nosotros desarrollamos tecnología nueva y la empresa paga una parte del satélite y luego hace la explotación comercial. Con eso conseguimos varios objetivos, que el satélite tenga utilidad privada, que la empresa europea tenga un servicio que otros no tienen y que sea menos costoso para el sector público. Es lo que llamamos PPP (Public and private partnership). Por ejemplo, el año que viene lanzamos con Hispasat la plataforma «Small GEO» para el lanzamiento del satélite AG1, en este caso la agencia se encarga de la tecnología, de la plataforma, Hispasat contribuye al gasto y luego lo explotará comercialmente. También colaboramos con las universidades. Son nuestra cantera, en la parte formativa hemos firmado acuerdos con varias de ellas para que participen estudiantes de ingeniería aeroespacial, y hay muchos departamentos que participan en programas nuestros.
A.G.- Ahora se conocen más los proyectos de la ESA, se habla de ellos, incluso se siguen en streaming, como ocurrió con la llegada de Philae al cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko. ¿La agencia está potenciando más el aspecto divulgativo?
J.V.T.- Es curioso, pero a los niños lo que más les gusta son los dinosaurios y el espacio. Es un vehículo perfecto para seducir a los jóvenes hacia el mundo de la ciencia. Eso hay que potenciarlo porque crea un orgullo europeo y además atrae a la gente para estudiar carreras de ciencias. En nuestro centro tenemos el programa César, de telescopios solares que, a través de internet, permite a los colegios hacer observaciones y a los alumnos les facilita una experiencia práctica en investigación astronómica. También utilizamos programas «open source», para divulgación de órbitas o cálculo de objetos, en la que participan los ciudadanos y nosotros lo validamos. Hemos puesto en marcha Navipedia, una enciclopedia sobre navegación por satélite, donde la gente participa con artículos y nosotros los verificamos. Sí, aunque tenemos un presupuesto muy limitado, la divulgación espacial y científica es uno de nuestros campos de trabajo.
A.G.- Relacionamos siempre el espacio con el futuro, y ustedes trabajan siempre a «años vista»
J.V.T.- El espacio requiere tesón y mucha paciencia. Rosetta es un buen ejemplo. Se lanzó en 2004 para llegar en 2014, pero empezó a programarse en los años 80, es decir, hay casi dos generaciones de ingenieros y científicos implicados. Lo importante es que cada año haya lanzamientos y siempre hay que tener proyectos pensando en las necesidades futuras. Galileo está todavía en la primera fase de desarrollo, y ya estamos trabajando en la segunda generación. Esos son nuestros tiempos.
A.G.- ¿Y cuáles son los retos de la ESA para el futuro?
J.V.T.- (Ufff) Parece que la investigación se dirige hacia la misión de naves tripuladas a Marte. Se habla de 2030 o 2040. El espacio se va a convertir en un sector comercial, se va a consolidar el turismo espacial. Cuando uno piensa en el sector de la aeronáutica, a principios del siglo XX, volar era una cosa para pioneros y gente muy atrevida y sin embargo ahora vuelan millones de personas. En el sector privado vamos a llegar a algo parecido. El mundo cada vez depende más de las telecomunicaciones. Si apagamos el espacio durante un día, no tienes previsiones meteorológicas, internet deja de funcionar en muchos sitios, no habría televisión por satélite, no funcionarían los GPS, se paralizarían los vuelos, transacciones bancarias, etc… y todos esos servicios van a aumentar.
Cuando se lanzó el Sputnik o las misiones Apolo, quién iba a decir que podríamos tener una estación espacial entre rusos, americanos, europeos, canadienses, japoneses, brasileños, todos trabajando en colaboración. Esa es la parte romántica del espacio. A pesar de la competencia entre las agencias espaciales, en los próximos años se va a aumentar la colaboración entre ellas, una misión tripulada a Marte sólo será posible mediante la cooperación internacional. Ningún país puede hacerlo solo. El mundo se globaliza y en el espacio todavía más.
Esta entrevista fue publicada en euroXpress el 26 de febrero de 2015