El 20 de septiembre de 1973 se enfrentaban en la cancha de tenis de Houston la campeona, Billie Jean King, contra Bobby Riggs. Fue la primera vez que un hombre y una mujer competían sobre la pista, y no era un partido cualquiera. No se competían por dinero, (que también), sino sobre todo, porque las tenistas reivindicaban que si participaban en los mismos campeonatos, debían cobrar igual sueldo. Se le llamó «la guerra de los sexos». Fue una apuesta muy arriesgada, porque había mucho orgullo y dignidad en juego. Ganó la mejor tenista del momento. Billie Jean derrotó al excampeón de Wimbledon y del mundo, Bobby Riggs (ya retirado de la competición) por un contundente 6-4, 6-3, 6-3. El reto se convirtió en un acontecimiento mediático con 30.000 espectadores en la grada (nunca hasta entonces se había alcanzado esa cifra) y la audiencia televisiva fue de otros 50 millones de espectadores estadounidenses (la mayor de toda la historia hasta aquellos momentos), llegando a los 90 millones en todo el mundo.
Pero lo más importante de todo es que las mujeres reivindicaron su lugar en el mundo del deporte. Un paso más del movimiento feminista en la denominada revolución de género. «Yo empecé a pensar en la sociedad y las mujeres y en lo que esto podría significar…Sabía que tenía que ganar», recordaba en 2015 Billie Jean King, lo que demuestra la tensión y lo que estaba en juego en aquel momento.
La película La batalla de los sexos, llega a las pantallas españolas, protagonizada por Emma Stone y Steve Carell y dirigida por Valerie Faris y Jonathan Dayton. El guión es de Simon Beaufoy y la producción está a cargo de Christian Colson, Danny Boyle y Robert Graf. El papel de la oscarizada Emma Stone, le obligó a preparse intensamente tanto física como emocionalmente, y Carell, asegura que ha sido uno de los personajes más complicados que ha realizado.
La película refleja cómo a medida que la rivalidad entre King y Riggs fue subiendo en intensidad, fuera de la pista cada uno estaba librando batallas más personales y complejas. La implacablemente reservada King no sólo abanderaba la igualdad, sino que además luchaba por aceptar su propia sexualidad a medida que su amistad con Marilyn Barnett (Andrea Riseborough) iba evolucionando. Y Riggs, una de las primeras celebridades hecha a sí misma en la era de los medios, lidiaba con los demonios de su ludopatía a costa de sus relaciones con su esposa Priscilla (Elisabeth Shue).
Sentimientos, reivindicación social, entresijos financieros en el deporte…. demasiadas cosas para conseguir un buen ritmo en la película, aunque el objetivo de los directores ha sido reflejar un hecho histórico divirtiendo y entreteniendo al espectador. Y curiosamente se convierte en una cinta en que se habla también del amor, sin estridencias.
Juntos, Billie y Bobby ofrecieron un espectáculo cultural cuyo eco rebasó con mucho las pistas de tenis, desatando discusiones en dormitorios y salas de consejo que todavía hoy siguen resonando. Los realizadores han recreado la época meticulosamente empleando con rigor detalles del periodo y trabajo de cámara y mezclan con credibilidad el relato de un acontecimiento deportivo histórico y la intensa transformación personal y privada de una mujer que afrontaba un combate personal y político en medio de una gran presión pública. Como explica Christian Colson, «la película nos mueve a preguntarnos qué ha cambiado y qué ha permanecido igual».
En 1973 estaban empezando a desmoronarse todo tipo de desigualdades raciales, de género, religiosas y de orientación sexual. Fue un año decisivo en EE.UU. como el lanzamiento de la revista Ms., la ratificación en el Congreso estadounidense de la Enmienda de Igualdad de Derechos, a lo que hay que añadir la sentencia del Tribunal Supremo en el caso de Roe contra Wade. Pero, aunque ahora nos parezca extraño, las mujeres seguían luchando para conseguir tener una tarjeta de crédito a su nombre. Entonces ocurrió algo que rompería una lanza en favor de la igualdad; algo que llegaría al corazón de la cultura popular. La “Batalla de los Sexos”, ponía sobre el tapete una injusticia social: las mujeres ganaban el 58% del salario de los hombres y encontraban muy pocas oportunidades para poder acceder a puestos de responsabilidad.
Riggs y Jean acabaron siendo amigos y el excampeón del mundo, volvió a participar en un duelo en dobles junto a Vitas Gerulaitis, enfrentándose a la gran pareja de dobles femenino Martina Navratilova y Pam Shriver. Ganaron ellas de forma contundente. Navratilova volvió a enfrentarse a Jimmy Connors, en 1992, aunque acabó perdiendo.
La llamada batalla de los sexos supuso el inicio de la WTA (Women’s Tennis Association), fundada por Billie Jean King, e inició una etapa de mayor igualdad en el tenis. La película se ha presentado en Madrid durante un coloquio organizado por la Asociación de Mujeres en el Deporte Profesional (AMDP) y la 20th Century FOX al que acudieron representantes del mundo del deporte. «Este partido aún se sigue jugando», afirmó Mar Mas, presidenta de la AMDP, que ha recordado que aunque las mujeres han conseguido dar un paso de gigante en el tenis, queda mucho camino por recorrer en este y otros deportes. Mas señala también que actualmente muchos de los grandes torneos pagan premios iguales a hombres y mujeres pero éstas siguen siendo discriminadas de muchas formas.
Cuarenta y cuatros años después, la lucha por la igualdad de derechos no sólo pasa por la igualdad en los salarios, sino por la igualdad de trato, dado que en todos los torneos, los horarios de los partidos y las retransmisiones son discriminatorias para las mujeres. Este año, la UEFA ha ha lanzado una campaña de apoyo al fútbol femenino. El lema es «Together we play stong», jugamos juntas, que tiene como objetivo aumentar la participación de las jóvenes entre 13 y 17 años en el deporte. La iniciativa se basa en la investigación de la Universidad de Birmingham, que descubrió que jugar al fútbol puede aumentar significativamente la confianza, la felicidad y la auto-imagen.
Los Juegos Olímpicos son también un ejemplo de la discriminación de género. Tanto en Londres 2012, como en Río 2016, las deportistas españolas consiguieron más medallas que los hombres, aun así el trato de los medios de comunicación es desproporcional, y además muy pocas pueden vivir del deporte porque no está profesionalizado y la mayaría no tienen patrocinadores, por lo que deben costearse entrenamientos y viajes. También de eso habla la película.
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