Han sido necesarios 27 años de desasosiego de las familias de los 96 hinchas fallecidos por aplastamiento en el estadio de Hillsborough antes de que la justicia inglesa, declarara aquella tragedia fue un homicidio y no un asesinato. El 12 de septiembre de 2012, el primer ministro británico, David Cameron, ya reconoció los graves fallos de seguridad que se produjeron la tarde del 15 de abril de 1989, y pidió disculpas por la actuación policial y por las mentiras que se publicaron para ocultar la verdad de una tragedia: que la policía infringió graves fallos de seguridad. Pero las familias llevan batallando, pidiendo respeto a sus muertos, veintisiete años.
Veintisiete años después y unas 400.000 páginas de documentos han aclarado qué fue exactamente lo que ocurrió en el estadio de Hillsborough, en Sheffield. Se disputaba la semifinal de la copa entre el Liverpool y el Nottingham Forest cuando la multitud se agolpó y empujó a los primeros que habían llegado contra las vallas metálicas, donde las víctimas fueron aplastadas.
David Cameron en la Cámara de los comunes reconocido en 2012 que no había pruebas que demotraran que los «niveles de ebriedad, la falta de tiques o la violencia» de los hinchas del Liverpool causaran aquella tragedia. Las familias, dijo Cameron, «sufrieron una doble injusticia, el estado fue incapaz de protegerlos y se denigró a los muertos culpándolos de su propia muerte».
El informe hecho público hace ahora 3 años, demostraba que hubo fallos de seguridad en el control de los accesos al estadio. Seguramente eso llevó al gobierno de Margaret Tatcher a dar capertazo a la investigación y según el actual premier británico, el también tory David Cameron, a que las autoridades tergiversaran lo que pasó. «Las familias tenían razón», reconoció públicamente el premier británico.
No solo el primer ministro pidió perdón. Ed Miliband, entonces líder de los laboristas, partido que permaneció en el poder durante más de una década, reiteró las disculpas por tardar más de dos décadas en «llegar a la verdad». También lo hizo hace unos años el diario sensacionalista The Sun, por utilizar y manipular la información policial. Bajo el titular «La verdad», detallaba atrocidades que atribuía a los hinchas del Liverpool, «algunos aficionados orinaron entre los policías y robaron a los muertos», se leía en el rotativo. Su editor publicó un video asumiendo sus responsabilidades «dijimos que era verdad y no lo era».
No solo se humilló a las víctimas sino que la policía manipularon pruebas y declaraciones para demostrar antecedentes penales que no existían. Pero lo que los responsables policiales tampoco pudieron admitir en su momento era el hecho de que seguramente unas 40 de las 96 víctimas podrían haberse salvado si ellos hubieran actuado correctamente. A lo que hay que añadir que habían permitido que se acumulasen unos 3.000 hinchas en una zona donde cabían 1.600, con dos puertas de evacuación y que obligaron a los que saltaban las vallas para huir, a volver atrás.
El incidente de Hillsborough se produjo cuatro años más tarde de la tragedia del estadio de Heysel en Bruselas donde murieron 39 aficionados. Desde entonces cambió la legislación y se desterró a los hooligans ingleses de los estadios de fútbol, se dió a la policia más poder para castigar a los espectadores, se instalaron circuitos cerrados de televisión y se aumentaron los sistemas de seguridad de los estadios con capacidad para más de 10.000 aficionados. Fueron algunas de las aportaciones del informe Taylor. Desde entonces el hooliganismo ha disminuido en los campos, aunque persiste fuera de ellos.
Hoy los familiares de las víctimas se abrazaban emocionados para escuchar el veredicto final. El jurado concluye que la muerte de los hinchas fue un homicidio atribuible a una deficiente actuación policial, tanto antes como después del partido y sobre todo, ha dejado claro que el comportamiento de los aficionados ni causó, ni contribuyó a la tragedia. En un momento muy emotivo, entre lágrimas, han entonado «You’ll never walk alone», el himno del Liverpool. Todos ellos podrán pasar página del que se considera el proceso judicial más largo y oscuro de la historial legal británica.
Noventa y seis víctimas ¿quienes eran?