Francisco visita una África convulsa
Nairobi, Kampala y Bangui, tres capitales africanas que conocen de primera mano la violencia intereligiosa y sectaria, han recibido esta
semana al papa Francisco. Kenia ha sufrido los ataques más sangrientos del continente africano, la capital ugandesa también ha sido objetivo de los grupos yihadistas y la República Centroafricana, vive desde hace dos años un conflicto interreligioso.
En Nairobi, el pontífice ha visitado un barrio marginal, y ha podido ver directamente la exclusión social que viven millones de personas en miles de suburbios de las grandes ciudades del continente. Jorge Bergoglio ha visitado Kangemi, donde unas 200.000 personas viven sin agua potable ni alcantarillado y casi sin electricidad. «Necesitamos ciudades integradas para todos, pero para ello también es necesario superar la mera proclamación de derechos que en la práctica no se respetan y concretar acciones sistemáticas que mejoren el hábitat popular: No es filantropía, es una obligación de todos».
En la capital keniata el pontífice ha hablado de corrupción, una lacra que no afecta solo a África, sino a la mayoría de países e instituciones del mundo. Ante miles de jóvenes dijo que «no sólo en la política, en todas las instituciones, incluso en el Vaticano, hay casos de corrupción. La corrupción es algo que se nos mete adentro. Es como el azúcar, es dulce, nos gusta, es fácil y después terminamos mal y terminamos diabéticos o nuestro país termina diabético.»
En Uganda, donde el 40% de la población es católica y el 30% anglicana, el mensaje central ha sido el ecumenismo. También ha sido la visita más religiosa, protagonizada por el homenaje a los mártires católicos y anglicanos, que murieron quemados a finales del siglo XIX, acusados de debilitar el poder del rey y destruir las tradiciones del pueblo.
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Francisco es el tercer papa que viaja a ese país africano, antes lo hicieron Pablo VI y Juan Pablo II. Fue precisamente Pablo VI el que en 1969 canonizó a los 22 mártires cristianos, a los que el pontífice ha rendido homenaje que, además, ha recordado a los 23 jóvenes anglicanos que también fueron asesinados por que, entre otras cosas, se opusieron a que el rey abusara sexualmente de niños.
En la capital ugandesa se ha dirigido a los jóvenes para recordarles que no deben perder la esperanza ante las dificultades cotidianas. Ha visitado también la casa de la Caridad de Kampala, en la que conviven cristianos y musulmanes, niños abandonados y ancianos sin familia. Su visita, además coincidía con la declaración del Parlamento ugandés que limitaba las actividades sociales de las ONG. Muchas son católicas que gestionan escuelas y hospitales en todo el país. Su presencia en la denominada «perla de África» ha defraudado a los defensores de los derechos humanos que esperaban que hiciera referencia a la persecución contra los homosexuales. En sus discursos no ha habido ni una referencia.
En la República Centroafricana, el papa Francisco ha hecho un llamamiento a la paz y al diálogo entre musulmanes y cristianos. «Hay que evitar la tentación, del miedo al otro, al que no es de nuestra etnia, ni pertenece a nuestras opciones políticas o a nuestra confesión religiosa», ha dicho nada más bajar las escaleras del avión.
Su visita a ese país, era la más complicada de todo el periplo y ha estado marcada por unas medidas de seguridad extremas, con más de 500 policías y 3.000 cascos azules desplegados en la capital centroafricana, donde además los 900 soldados franceses que hay en el país estaban en situación de alerta. Es la primera vez que viajaba a un país en guerra, y rechazó los consejos de los responsables de seguridad que habían desaconsejado su presencia en Bangui.
Para conocer parte de la realidad cotidiana de la República Centroafricana, su primera visita ha sido a un centro de refugiados. La guerra civil latente que se inició en marzo de 2013, ha provocado la muerte de miles de personas y ha obligado a un millón de centroafricanos a huir de sus casas… la mitad son desplazados internos