La Campaña «Ropa Limpia» busca entre las ruinas del edificio Rana Plaza de Savar, un suburbio de Dacca, pruebas que demuestren que las empresas de prendas de vestir occidentales, trabajaban en uno de los cinco talleres derrumbados.
Es la única manera de pedir indemnizaciones para los familiares de las víctimas y los trabajadores heridos. Hasta el domingo habían muerto 376 personas, había 1.000 heridos y centenares de desaparecidos. Eva Kreisler es la coordinadora de esta ONG que aglutina a 300 organizaciones sociales en el mundo.
Por Ángela Gonzalo
A.G.- Una nueva desgracia en Bangladesh y pocos avances en la lucha contra esta barbarie del mundo de la seguridad laboral, que son estas fábricas textiles.
Eva Kreisler.- Según dicen las marcas, era un taller con buenas condiciones de trabajo a priori perfecto. Pero en general nos encontramos con fábricas abarrotadas de gente, sin salidas de emergencia, o si las hay, muchas veces están bloqueadas. En el caso del incendio de noviembre de 2012, las ventanas tenían rejas y muchos trabajadores tuvieron que romperlas y saltar al vacío para salvarse. El Rana Plaza, tenía ocho plazas construidas y se estaba construyendo otra más, cuando tenía permiso para cinco. Días antes los trabajadores habían denunciado que había grietas muy peligrosas, pero aun así se les había obligado a volver a sus trabajos.
A.G.- Tras el accidente los trabajadores se han movilizado para exigir sus derechos. ¿Puede haber un antes y un después?
E.K.- Esperemos que haya un antes y un después, porque ya va siendo hora. Ya pensábamos que pasaría los mismo con la tragedia de noviembre, pero no ha cambiado nada. Tras los disturbios de 2012 los trabajadores salieron a la calle reclamando que se aumentaran los salarios. En Bangladesh se están pagando 32 euros al mes, es el coste laboral más bajo de todo el mundo. Pedían que se mejorasen las condiciones de trabajo tras una serie de accidentes y la respuesta de la patronal fue decir que era una conspiración internacional. Sindicalistas con los que trabajamos han sido torturados y asesinados, como hace un año le paso a Aminul Islam, lo que muestra que el clima de hostigamiento y violencia es brutal. Esto también debe cambiar.
A.G.- Uno de los objetivos de «Ropa Limpia» es que las empresas transnacionales se impliquen en todo el proceso productivo.
E.K.- Hace tiempo que preparamos un programa de compromiso con estas empresas. Exigimos que se firme un programa detallado, ambicioso, transparente, que está impulsado por los sindicatos de Bangladesh, por sindicatos internacionales , organizaciones como «Ropa Limpia», y defensoras de los Derechos Humanos en la industria de ropa, para que realmente se hagan inspecciones independientes en las fábricas, que dé voz a los trabajadores, y que estos puedan crear comités de trabajadores tanto en materia de seguridad como de derechos laborales, También pedimos que se hagan públicas las listas de proveedores de las fábricas. Llevamos más de un año detallando todos estos conceptos para que las transnacionales firmen estos acuerdos y por ahora sólo lo han firmado dos empresas. Esperemos que este accidente y tantas vidas perdidas sirva para que haya un cambio radical.
A.G.- ¿Qué papel tendrían que asumir las marcas internacionales?
E.K.- Las empresas deslocalizan la producción y la responsabilidad. Trasladan la responsabilidad al proveedor, los presionan en cuanto a precios y a los periodos de entrega de los pedidos, lo que hace que la presión al final recaiga en los trabajadores, que fundamentalmente son mujeres, y lo que tienen que hacer es cambiar sus prácticas de compra, invertir realmente en estas fábricas, mediante este programa de mejora y pagando precios suficientes para que sus proveedores puedan realizar las mejoras necesarias y deben sentarse a trabajar con los sindicatos y las organizaciones de estos países. Tienen que dar un paso adelante y decir quienes son las empresas que están trabajando en este edificio y en los anteriores, y que no tengamos que ir rastreando etiquetas y documentación en las fábricas y pedidos, vía datos sobre importación, para poder identificar a las empresas que producen en estas fábricas y para que se paguen indemnizaciones justas, pero sobre todo tienen que adoptar medidas preventivas, para que no ocurran estas tragedias.
eXp.- ¿Cómo actuáis cuando ocurre un accidente como el del Rana Plaza?
E.K.- Cuando ocurre una tragedia de este tipo, en un primer momento es crucial tener gente con la que trabajamos en el país, que vaya a las fábricas, a las ruinas, recoja etiquetas, documentación de pedidos, rastrear datos sobre importaciones de las fábricas… porque es fundamental identificar a las transnacionales para que se sienten en una mesa de coordinación donde podamos calcular las indemnizaciones que se deben dar a las famílias de las víctimas. La rapidez nos permite poder hacer listas de muertos que sean fiables. Muchas veces en estas fábricas ni siquiera hay contratos formales, incluso hay trabajadores que han resultado heridos en otros accidentes y como no han podido demostrar su relación con la empresa, no cobran y deben endeudarse para cubrir los gastos sanitarios. Esto es absolutamente aberrante.
A.G.- ¿Qué habéis encontrado en el edificio derrumbado?
E.K.- Hemos encontrado etiquetas de Mango, Primark, El Corte Inglés, también de Benetton. Ya se han identificado etiquetas y otros documentos, sobre todo pedidos, que vinculan a las fábricas derrumbadas a estas empresas. Casi todas han confirmado que tienen un pedido de muestra en la fábrica, y se han mostrado, a priori, abiertas a ponerse en contacto con los sindicatos locales, pero hay también otras empresas que o bien no han respondido a los requerimientos de «Ropa Limpia», o han negado que estuvieran produciendo allí, a pesar de que hay docuemtación que lo demuestra. Es fundamental identificarlos para que haya una acción colectiva y concertada, para que se cree un fondo de indemnización a las víctimas al que contribuyen todas las empresas que están ligadas a esta tragedia. También es importante que todas las empresas que trabajan en el país se comprometa a llevar a cabo un programa de seguridad general en todas las factorías.
A.G.- Muchas de estas empresas han comunicado su consternación.
E.K.- Enseguida se lanzan comunicados y se lamenta lo sucedido como es normal y comprensible. Podemos decir que a algunas transnacionales hay que perseguirlas menos, para que contribuyan a los fondos de indeminzaciónes a las víctimas. A veces han pagado en un mes, pero en Tazreen, el incendio de noviembre, acabamos de celebrar una reunión con C&A, TIC, el Corte Inglés, el sindicato internacional y organizaciones de «Ropa Limpia» para tratar el tema de las indemnizaciones, pero empresas tan grandes como WalMarkt, que están involucradas en estas dos tragedias, ni siquiera se dignaron a acudir a la reunión.
A.G.- Y a parte de pagar, ¿se comprometen a algo?
E.K.- A veces sacan sus propios programas unilaterales para indemnizar a las víctimas. Hay transnacionales que piensan que con un vídeo de capacitación sobre seguridad ya está todo solucionado, como ha hecho H&M. En lugar de firmar un programa de seguridad que ha sido concertado, que ha sido negociado, que lo están pidiendo los sindicatos y las organizaciones de Bangladesh, salen con un vídeo o con una academia de seguridad. ¿qué hace un vídeo cuando se derrumba un edificio?
El programa para la mejora de las fábricas de Bangladesh es un acuerdo que se ha desarrollado con los sindicatos nacionales, con organizaciones que apoyan a los trabajadores, con el sindicato internacional, la Campaña «Ropa Limpia» que ya ha sido firmada por dos transnacionales, una el grupo PVH (que es propietaria de Calvin Klein y Tommy Hilfiger) o la alemana Tchibo. A día de hoy ninguna empresa española lo ha firmado y en eso estamos, tratando de presionar para que se firme por parte de las empresas europeas, para que se adopten medidas estructurales.
A.G.- El 60 por ciento de las exportaciones de prendas de vestir van a Europa; Estados Unidos es el destino del 23 por ciento y Canadá asume un cinco por ciento ¿qué papel tienen esos gobiernos en el descontrol legislativo en torno a este tema?
E.K.- Los gobiernos y las autoridades de Estados Unidos y Europa, que es donde finalmente va la producción de estas fábricas, también deben asumir responsabilidades. deben controlar las transnacionales que están radicadas en sus países. Recientemente el Parlamento Europeo adoptó una resolución señalando que las transnacionales deben hacer un estudio crítico sobre sus cadenas de suministro. Pero a día de hoy todavía no hay un marco regulatorio internacional que legisle sobre estos temas. Todas las relaciones comerciales están muy prtoegidas, hay muchas salvaguardas y en el caso de la legislación de Derechos Humanos es muy blanda y resulta muy difícil que se juzgue a transacionales por violaciones de los derechos humanos.
A.G.- La OIT ha hecho un llamamiento a las autoridades de Bangladesh y a sus socios en ese país para que participen en la creación de lugares de trabajo seguros.
E.K.- Hay un debate abierto a nivel internacional. La OIT también ha hecho declaraciones en el sentido de que se deben mejorar las condiciones laborales en las fábricas, que incluya a todos los sectores, a la OIT, a la ONU, las empresas, los gobiernos. Pero también es verdad que no se puede esperar que todo el mundo acepte todos los puntos. Ahora mismo hay un acuerdo muy prágmático, muy transparente, que ya tienen las empresas y que deben de firmar. A partir de ahí está claro que hay que hacer más cosas, porque necesitamos un acuerdo que realmente salvaría vidas.
A.G.- En el país ¿hay algún tipo de control de estas instalaciones?
E.K.- Actualmente todo se fundamenta en auditorías sociales, que no llevan a ningún sitio. El Rana Plaza, donde ha habido esta catástrofe, había pasado auditorías de una iniciativa corporativa que se llama BSCI. El edificio que se incendió en Pakistán donde murieron 300 trabajadores en septiembre de 2012, había pasado los certificados de empresas tan prestigiosas como SA8000. Esto demuestra que la manera de controlar que tienen las transnacionales hace aguas, y que no funcionan, porque ni siquiera se cuenta con los trabajadores.
A.G.- ¿Y los consumidores, qué pueden hacer?
E.K.- Los escaparates que vemos en Estados Unidos y Europa son eso… escaparates que a veces se rotan incluso dos veces cada 15 días. Esta catástrofe nos demuestra qué es lo que verdaderamente hay detrás de estos escaparates: las condiciones inhumanas en las que están trabajando estas personas. Sí que tenemos que hacer algo, debemos presionar a las empresas para que cambien estas prácticas, podemos apoyar a los trabajadores en Bangladesh presionando. Y, sí, posiblemente tengamos que hacer introspección sobre nuestro modo de vida; como vivimos, como consumimos y ver cómo este consumismo exagerado se traslada a sitios como Bangladesh. Esas fábricas son realmente la cara de la globalización.
Entrevista publicada en euroXpress el 28 de abril de 2013
Pequeñas mejoras en el sector del textil de Bangladesh dos años después del accidente