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Eduardo Chillida: el escultor que hablaba con la piedra y el hierro

Estreno de ‘Ciento volando’ de Arantxa Aguirre

El escultor vasco, Eduardo Chillida, no solo esculpía con diferentes materiales, sino que también conversaba con ellos.

Su proceso creativo era un diálogo constante con el material, una búsqueda de la esencia a través de la eliminación de lo superfluo.

Nacido en 1924 en San Sebastián, Chillida se sintió atraído por la fuerza del mar desde su infancia. Las olas que rompían contra las rocas le inspiraban preguntas sobre el origen del mundo, la fuerza de la naturaleza y la propia existencia. Esta fascinación por la naturaleza se convertiría en un elemento fundamental en su obra.

Chillida era un escultor lento que buscaba la esencia, la perfección a través de la lentitud y la eliminación de lo superfluo.

El documental «Ciento volando» dirigido por Arantxa Aguirre, que se estrena el 10 de enero, reflexiona a través de las obras del museo «Chillida Leku», y nos traslada la filosofía de este artista universal a la hora de enfrentarse con sus obras. Una película que experimenta con el sonido y la imagen.

CIENTO VOLANDO cuenta con la actriz ganadora del Goya Jone Laspiur («Ane», «Akelarre»), y la participación de personalidades como el arquitecto Joaquín Montero, el artista Fernando Mikelarena, los escultores Koldobika Jauregi (quien falleció recientemente y el documental rinde homenaje) y Andrés Nagel, la directora del Chillida Leku Mireia Massagué, el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao Miguel ZugazaIxiar IturzaetaJexuxmari OrmaetxeaNausica SánchezKosme de BarañanoÍñigo Irureta y la artista Elena Cajaraville; así como de los familiares del propio Chillida, su hijo, Ignacio y su nieto Mikel.

El documental, producido por A Contracorriente Films y Bixagu Entertainment, asume el reto de llevar al lenguaje audiovisual la experiencia única de visitar, de sentir y de vivir el museo Chillida Leku. El estreno busca conseguir que las texturas, olores, temperaturas y el mismo peso de las inmensas y eternas masas, se amalgamen con el color, la luz y el sonido en un fragmento de tiempo.

Una vida artística conectada con el País Vasco

«Ciento volando», de Arantxa Aguirre, se centra en la obra y el pensamiento de este gran artista que dejó una huella imborrable en el arte contemporáneo. Con una vida dedicada a forjar, tallar, esculpir y modelar la materia, relacionadas con el espacio, el tiempo, o el espíritu, que le servían para resolver cuestiones fundamentales que le surgían durante su proceso creativo.

El largometraje muestra también a un defensor de los derechos humanos y la justicia social. Sus ideas son un testimonio eterno de la capacidad de las personas para cuestionar, descubrir y asombrarse ante el mundo que nos rodea y luchar por la libertad y respeto de todas las culturas.

Chillida no era un escultor impulsivo. Su proceso creativo era lento, meditativo, casi como una danza con la piedra. Él decía que «cuanto más largo era el proceso, más capacidad de llegar a donde quería llegar». Para él, el tiempo no era un enemigo, sino un aliado en la búsqueda de la perfección.

Su obra se caracteriza por la sencillez, la pureza de formas y la búsqueda de la esencia. No buscaba la belleza convencional, sino la belleza de lo esencial, la que surge de la propia naturaleza del material.

En su taller, rodeado de libros de filosofía, poesía y arte, se sumergía en un mundo de ideas que alimentaban su creatividad. Leía a San Juan de la Cruz, a Azorín, a José Ángel Valente, y encontraba en sus palabras una resonancia con su propia búsqueda artística.

Su obra no se limitaba a la escultura, también se dedicó a la creación de libros de artista, donde la palabra y la imagen se fusionaban en una unidad inseparable. En estos libros, Chillida exploraba la relación entre el arte y la naturaleza, la tradición y la vanguardia, la luz y la oscuridad.

«Soy como un árbol, con las raíces en un país y las ramas abiertas al mundo»

El caserío de Zabalaga, en el País Vasco, se convirtió en un espacio fundamental para la obra de. Allí, el artista donostiarra, rodeado de naturaleza, encontró un lugar donde sus esculturas podían dialogar con el entorno.

Es «Chillida Leku», el espacio que Eduardo Chillida pensó y que, con su mujer Pilar Belzunce, buscó, halló y modeló como un lugar de paso en el que cada obra podría asentarse, terminar de hacerse y de encontrar su sitio en el mundo. Estuvo trabajando en su readecuación durante unos 15 años. Está concebido a escala humana, la misma con la que el artista trabajó, poniendo a la persona como medida de su trabajo.

Las piezas de hierro, acero y piedra se integraban en el paisaje, creando un diálogo entre el arte y la naturaleza. Chillida no solo esculpía la piedra, sino que también la respetaba. Su obra no era una imposición sobre la naturaleza, sino una integración en ella. Él decía que «la piedra tiene su propia voz, y yo solo la escucho».

Para Mireia Massagué, directora del centro, el espacio es un faro de inspiración artística para los visitantes, cuya pasión y aprecio por el arte hacen que nuestra labor sea profundamente gratificante. 

El caserío de Zabalaga: Un diálogo entre arte y naturaleza.

Su obra es universal, pero también profundamente arraigada en su tierra natal. Su conexión con el País Vasco, con la fuerza del mar y la belleza de la naturaleza, se refleja en cada una de sus esculturas.

Eduardo Chillida murió en 2002, pero su obra sigue viva, inspirando a generaciones de artistas y amantes del arte. Sus esculturas son un testimonio de la fuerza de la naturaleza, la belleza de la sencillez y la importancia de la búsqueda de la esencia. Un escultor que hablaba con la piedra, el hierro, el acero, un artista que se encontró a sí mismo en la naturaleza, un maestro que nos invita a mirar el mundo con ojos nuevos cien años después de su nacimiento.

Últimas exposiciones para recordar el centenario de su nacimiento

Mireia Massagué, directora de Chillida Leku; y Mikel Chillida, nieto del escultor y director de desarrollo de Chillida Leku, con la medalla de Bellas Artes

Además, hasta el 20 de enero la exposición 100 años de Eduardo Chillida con la Colección Telefónica reúne, en el museo de Hernani, una selección de piezas del escultor que forman parte del patrimonio de Telefónica, empresa de telecomunicaciones que durante los años 80 lideró una labor pionera en el campo del coleccionismo corporativo. Este compromiso de la compañía con el arte y la cultura de nuestro país permitió reunir un sustancial grupo de esculturas y obras en papel del artista.

El Instituto Cervantes de Roma mantiene hasta el 25 de este mes una exposición comisariada por Javier Molins, que reúne 41 obras del artista, entre esculturas, dibujos y grabados, procedentes del museo Chillida Leku y la Galleria Nazionale di Arte Moderna di Roma, abarcando más de seis décadas de producción del artista vasco.

La exposición concluye con una sala dedicada al pabellón español en la 29 Bienal de Venecia, que llevó a Chillida a ganar el Gran Premio Internacional de Escultura en 1958, lo que sin duda dio un gran impulso a su carrera.

Desde finales de 2023 y hasta el 10 de enero de 2025, se ha conmemorado el centenario del nacimiento del artista y el año pasado, su gran casa, «Chillida Leku», recibió la Medalla de Oro en las Bellas Artes. Un reconocimiento a los valores, la filosofía y el legado inmortal del escultor donostiarra.


Si quieres saber más sobre la obra de Chilida

Viajando por España con Chillida

Twitter y bsky: @angelaGonzaloM y angelaGonzaloM
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Instagram: angela.gonzalo.m
RNE-R5 «10.000 lugares para viajar»
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This entry was posted on 8 enero, 2025 by in Cultura and tagged , , , .

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