Hace un mes se reunían en el sur de Alemania las siete potencias industriales del mundo, el denominado G7, formado por Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá, Japón y la UE. Hace 15 días hacían lo mismo, en la ciudad rusa de Ufá, las 5 potencias emergentes, el BRICS, que aglutina a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. No hay un enfrentamiento abierto entre los dos bloques, pero Europa está perdiendo peso en el orden internacional, forzado por la crisis económica que sufren varios países de la UE desde 2009. La expansión de la OTAN hacia el Este, es otro punto de fricción entre los dos nuevos bloques que gobiernan el mundo.
Hace años que piden más presencia en el FMI (gobernado por Europa) y el BMI (dirigido por Estados Unidos), pero ante la sordera de ambos organismos han tirado por la tangente y han organizado un sistema económico paralelo. El 21 de julio han inaugurado una institución económica propia. El Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) servirá para mejorar la cooperación económica del bloque y financiar proyectos de infraestructura y desarrollo de los BRICS, aunque también tienen previsto apoyar otras iniciativas en países en vías de desarrollo. Lo dejan claro en su web, en la que aseguran que el porcentaje de participación de cada estado miembro es igualitario y se asigna la relación un voto, un país. Con sede en Shanghái, comienza con un capital inicial de 50.000 millones de dólares y su presidente es el indio Kundapur Vaman Kamath, expresidente del mayor banco privado de su país. En su inauguración aseguró que «no quieren desafiar al sistema existente sino complementar el actual a su propia manera».
El concepto BRICS fue creado en 2001 por Jim O’Neill, se organizaron como grupo en 2006 y celebran cumbres anuales desde 2009, pero no ocuparon grandes titulares hasta 2011, cuando se unió Sudáfrica y la crisis económica en los países industrializados los potenció internacionalmente. Concebido como alternativa al poder estadounidense y europeo, después de la expulsión de Rusia, ninguno de esos países forma parte del G-7 . El BRICS abarca cuatro continentes, acumula el 25% del PIB mundial y el 41% de la población del planeta (unos 3.000 millones de personas).
Su peso en la economía mundial ha ido aumentando cada año y en 2015, según la revista estadounidense Fortune, 100 de las 500 empresas transnacionales más destacadas del mundo, pertenecen a cuatro países de ese grupo (China, India, Rusia y Brasil). Hace diez años tenían 27 multinacionales. La empresa china Huawei, tiene la mayor cantidad de patentes del mundo, la india Tata contabiliza ingresos superiores a los 100.000 millones de dólares anuales y la brasileña Petrobras es la cuarta mayor petrolera del mundo. El año pasado China se convirtió en la primera economía mundial según el baremo de su poder adquisitivo
El PNUD pronostica que en 2020 las economías de China, India y Brasil, superarán la producción acumulada del G-7. A excepción de Rusia, ningun líder del BRICS quiere un enfrentamiento con el bloque occidental. China, la economía impulsora de esas potencias, es uno de los mayores inversores en Estados Unidos y Europa.
Desde hace 5 años exigen más presencia en los foros internacionales, principalmente en Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Han creado el Nuevo Banco de Desarrollo, con sede en Shangai, que financiará proyectos de desarrollo en los países del Sur no previstos por el Banco Mundial ni el FMI. China, India y Rusia son los tres primeros accionistas del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, que tiene ya 57 miembros, entre los que se encuentran Alemania y Gran Bretaña.
Su importancia en el mundo no se queda solo enmarcada en el ámbito económico. En un mundo globalizado es vital tener controlada la información. Las dos grandes potencias del grupo, China y Rusia, han invertido miles de millones de euros en ampliar su cobertura informativa, CCTV News y Russia Today, son un ejemplo de expansión mundial.
En el ámbito de los derechos humanos también existen muchas divergencias con las preocupaciones del G7. En la declaración final de la cumbre de Ufá, zanjan en un punto el conflicto en Ucrania y pasan de lado la situación en algunos países de Latinoamérica, mantienen el apoyo al gobierno sirio y se muestran inquietos por el «eventual contagio de la inestabilidad en Irak y Siria», y de las actividades terroristas en la región; condenan los ataques extremistas del Estado Islámico y defienden «la necesidad de salvaguardar la soberanía de Libia y su integridad territorial».
Las diferencias de formas también son patentes entre los dos bloques. Un ejemplo es la fotografía de familia, donde muestran menos camaradería que la de sus homólogos del G7 en Elmau. Aunque aparecen como un grupo unido, les debilita su disparidad económica y política. El comercio bilateral entre Rusia y China a principios de este año, disminuyó un 29,4% y entre Rusia e India, un 17,1%. Rusia y Brasil aumentaron sus intercambios comerciales un 15%. Ahora queda por ver si en sus inversiones internacionales seguirán el viejo modelo de financiación occidental o si realmente invertirán en obras que mejoren la situación de las poblaciones en sus propios países y en los del Sur.