Hasta el 18 de febrero de 2018 en CaixaForum de Barcelona
Niké era la diosa griega de la victoria, que conectaba el mundo de los mortales con el de los dioses. Una de sus esculturas nos
la muestra con unos hermosos ropajes, que aunque esculpidos en piedra, parece que esté volando. Se le suele representar con unas espléndidas alas, y con frecuencia conduciendo veloces carros que se mueven entre los dos mundos. Era la personificación de la victoria y se sentaba junto a Zeus en su papel de jueza, decidiendo quienes serían los vencedores, tanto en la batalla como en los deportes. Ella era la encargada de entregar coronas, diademas, palmas o trofeos a los ganadores.
Niké nos da la bienvenida a la exposición Agon! La competición en la antigua Grecia, que tras Madrid, se puede visitar hasta mediados de febrero en CaixaForum de Barcelona. Con ella descubriremos cómo los griegos amaban la competición y se les entrenaba para ello, desde la más tierna infancia. Eso sí, las féminas estaban excluidas.
Foto CaixaForum
La palabra Agón, que da nombre a esta exposición, quiere decir Competición, y se refiere a la lucha de los atletas, pero también al carácter público de la competición. Uno de los valores más importantes era el deseo de superación y triunfo social que quedaba reflejado en representaciones de atletas, pedagogos, guerreros, héroes, músicos, danzantes, actores y otros personajes.
Una lucha que comenzaba en la más niñez. Los juegos infantiles los introducían en respetar las normas y conocer las reglas de conducta, como nos explica nuestra guía Ester Arena, miembro del equipo educativo de CaixaForum. «Los filósofos inicialmente enseñaban las habilidades intelectuales, porque ese alumno iba a convertirse en un ciudadano que participaría en el gobierno de las polis y tenía que hacerlo de forma beneficiosa para las ciudades. El segundo aspecto era el entrenamiento del cuerpo, porque también tendrían que ser soldados para defender a la ciudad de los ataques y porque participarían en las competiciones atléticas. Era un equilibrio entre las habilidades intelectuales y el cuerpo para conseguir la areté, la excelencia».
Los niños tenían varios tipos de juguetes y practicaban juegos muy diversos, en muchos casos similares a los de hoy en día. La mayoría se basaban en el principio de ganar y perder, que fomentaba la competitividad. La formación atlética de los niños empezaba en cuanto entraban en la escuela. Convertirse en un atleta consumado formaba parte del rito de paso de niño a hombre.
La rivalidad de las clases altas, principalmente, dominaba todos los aspectos de la vida, incluso la creación artística. Héroes, atletas y guerreros aspiraban a alcanzar la excelencia mediante el equilibrio entre el cuerpo y el espíritu.
Unos 700 años antes de Cristo, Grecia estaba formada por polis que competían entre ellas, pero que como explica Ester Arenas, era también una forma de estar unidos frente a enemigos externos comunes. «Esta filosofía de vida que parece era un elemento que les ha de separar va a provocar el efecto contrario. Va a unirlos». Ester Arenas nos adentra en los orígenes de la antigua Grecia. «Va a generar unos rituales y una cultura común y un único idioma, aunque con varios dialectos. Los expertos creen que esto se debe a una necesidad geográfica o geoestratégica. En aquella época estaba formada por cientos de polis, que se extendían desde Asia Menor hasta las costas del Mediterráneo, llegando a Ampuries, en Cataluña, pero también se incluían las costas del norte de África y del Mar Negro». «El territorio del Peloponeso estaba formado por cadenas montañosas muy abruptas, era muy pobre y muy difícil cultivar, lo que hacía que tuvieran muchos problemas para comunicarse entre las polis. Es por eso que realmente su lucha inicial era por sobrevivir».
Los antiguos griegos pensaban que el espíritu competitivo era inherente a la naturaleza humana y que podía transmitir una fuerza positiva, innovadora y dinámica. En la exposición encontramos las famosas tabas, canicas o dados, a los que jugaban las mujeres. En la mayoría de las ciudades estado griegas, las mujeres de clase alta recibían educación en sus casas, reunidas en el gineceo. Fuera del hogar solo estudiaban música y danza. «Allí se les enseñaba las labores del hogar, a coser y a tejer. No se les permitía la competición deportiva, pero hay una excepción: Atalanta».
Foto CaixaForum
Atalanta, nos dice Ester «era hija de un rey, que deseaba tener un hijo varón, pero tuvo una hija. La abandonó en un bosque y fue recogida por cazadores, que la convirtieron en una experta en la caza. Ella se entera de que Jasón estaba preparando una expedición para encontrar el vellocino de oro, y se presenta voluntaria. La rechazan porque creen que si ella se une al grupo, muchas mujeres también querrán participar. Atalanta no puede partir, pero cuando vuelven con el vellocinio había fallecido un hombre, y lo sustituye en unos juegos fúnebres en honor de ese amigo caído».
Los antiguos griegos eran unos auténticos fanáticos del deporte. Todos los años celebraban como mínimo un acontecimiento deportivo importante al que asistían miles de espectadores que, en muchos casos, habían recorrido largas distancias. En tiempos de paz, las grandes pruebas deportivas ofrecían una oportunidad para competir y rivalizar mientras que, en tiempos de guerra, incluso se detenían los combates para permitir que se celebraran las competiciones.
La exposición Agón, nos muestra como los griegos rivalizaban en todas las facetas de su vida. Una de esas pugnas era en las artes escénicas, que formaban parte integrante de los festivales religiosos celebrados en honor de Dionisio, el dios del teatro y del vino. Patrocinadas por benefactores, constituían una fuente de entretenimiento para las masas. Se realizaban en teatros al aire libre, e incluso en escenarios efímeros. Los premios más antiguos eran simples coronas de laurel, pero los escritores o actores podían convertirse en verdaderas celebridades que recibían considerables remuneraciones económicas e incluso levantaban monumentos para conmemorar sus victorias.
Foto CaixaForum
El teatro y la poesía ofrecían una buena oportunidad para ahondar en importantes temas sociales y religiosos, y también para criticar abiertamente la política y a los políticos. Muchos de los dramaturgos griegos más famosos ganaron estas competiciones, como Esquilo, Eurípides, Sófocles o Aristófanes. Tan perdurables son sus grandes obras que siguen interpretándose en nuestros días.
La última competición se producía en la muerte. En los cementerios quedaba claro quien era el que había tenido más poder económico o político durante esta vida. «Los funerales duraban 3 días, durante el primer día las mujeres limpiaban el cuerpo y lo vestían y luego lo presentaban en la casa para que familiares y amigos le lloraran y honraran. El segundo día, por la noche, se trasladaba hasta el cementerio, en carro o andando. Si iba en carro, las mujeres iban en la parte trasera y se hacían paradas con música. El último día se invitaba a la familia y amigos a una comida, nos explica Ester Arenas, «y ahí era donde se veía a qué clase social pertenecía no solo por la calidad de la comida, sino también por la cantidad».
Foto CaixaForum
Aunque ninguno de ellos pudo superar la impresionante tumba del rey Mausolo de Caria, muerto unos 350 años antes de Cristo.
Si la exposición Agón!, la competición en la antigua Grecia se inicia con la diosa Niké, al final de la muestra podemos contemplar un fantástico friso del Mausoleo de Halicarnaso, construido en su memoria y considerado una de las siete maravillas de la antigüedad. Es la primera vez que el Museo Británico permite el préstamo de este relieve finamente labrado.
Al acabar la visita a la exposición nos quedamos con una frase del gran filósofo griego Platón «Con relación a cada individuo, la primera y más brillante de las victorias es la que se consigue sobre sí mismo».
@angelaGonzaloM
@Viaje a Itaca