Museo Paul Valéry, Sète, hasta el 3 de noviembre de 2019
Albert Marquet, fue un pintor fauvista francés, que recorrió gran parte de Europa, el Magreb y Oriente Próximo. Este hombre de mundo se dedicó a recoger con sus pinceles paisajes naturales o urbanos, temas que repite a menudo intentando plasmar una imagen con diferentes luces del día o de las estaciones. Algo parecido a la técnica impresionista, pero que él simplifica con colores planos, y líneas de contorno oscuras. Sus colores predilectos eran el amarillo mate, violetas y azules. Compañero de estudios de Henri Matisse, ambos se influyeron mutuamente, aunque siguieron líneas pictóricas diferentes. Después de unos inicios difíciles, hacia 1905, gracias a contratos firmados con varios galeristas, puedo realizar una serie de viajes que le llevaron a descubrir la costa azul francesa, introducirse en Italia y España, para cruzar el Mediterráneo hacia el Magreb y alcanzar el mar Negro.
Paisajista, aunque exploró otros géneros como el retrato, en sus cuadros introduce al espectador en el ambiente de las ciudades que visitó y le invita a pasear por la ribera del Sena de sus comienzos o de los muelles y puertos que conoció en sus numerosos viajes por Europa y norte de Africa de la primera mitad del siglo pasado, donde refleja también la vida humana que en ellos transcurre
Como si se tratara de un instagramer de su época reflejó las ciudades y puertos por los que pasó. «Albert Marquet, la Méditerranée d’une rive à l’autre», que se puede ver en el Museo Paul Valéry de Sète, muestra 80 0bras realizadas entre 1908 y 1940, y que muestran ciudades como Marsella, Colliure, Napoles o Algeciras, en la ribera norte y Argel, Sidi Bou-Said o Rabat, en la costa sur. Las ciudades que más le influyeron fueron Argel y París, pero el Mediterráneo fue durante 40 años, una de sus principales fuentes de inspiración de este viajero insaciable.
Fundación Maeght, Saint-Paul-de-Vence, hasta 17 de noviembre de 2019
Marquet, utilizaba colores más fríos, Miró prefería los cálidos. Y aunque lo conocemos como pintor, el artista mallorquín también trabajó el grabado. El Mediterráneo de su Mallorca natal, también influyó en su obra, que ahora podemos ver en la Provenza francesa. La Fundación Maeght, de Saint Paul de Vence, muestra unas 200 piezas, entre las que destacan grabados, litografías y maquetas ineditas. ‘Joan Miró, más allá de la pintura’ (Joan Miró, au-delà de la peinture), recorre su obra gráfica a partir de cuatro conceptos basados en la relación con la poesía, el collage, las posibles combinaciones y el descubrimiento de nuevas técnicas.
El artista mallorquin trabajó en el taller de la familia Maeght donde realizó la mayor parte de su obra gráfica, utilizando técnicas, entonces revolucionarias, en estampación, que le permitieron poder utilizar todo el poder de sus colores más característicos: el rojo, el amarillo y el azul. Aimé Maeght, fue la representante
Una de las tecnicas más especiales fueron el grabado al carborundo, que consiste en la fijación de barniz sintético sobre placa, que le otorgaba mucha textura al pincel.
Miró amplió su mundo pictórico al descubrir las posibilidades del grabado, a través de sus vínculos con poetas e intentar plasmar lo que representaban esos textos poéticos. en 1928, plasmó el poemario de Lise Hirtz, «Il était une petite pie» (Érase una pequeña urraca) en ocho plantillas, las primeras que realizó y que muestran su curiosidad por expresarse con técnicas variadas, e intercambiando diferentes elementos como el color, las formas o las ideas.
El artista mallorquín también trabajó con el collage y experimentó técnicas con la punta seca, el aguafuerte o el escáner.
Teatro Romano, Mérida, hasta el 28 de agosto de 2019
El Festival de Mérida nos permite conocer nuestros orígenes culturales europeos, a través de la temática grecolatina. Una puesta en escena de espectáculos teatrales u operísticos que está considerada como uno de los festivales más importantes del mundo. En su sexuagésimo quinta edición que se celebra hasta el 25 de agosto, se estrenarán cinco obras teatrales, y también se han programado una ópera y dos espectáculos de danza y una zarzuela.
El Teatro Romano es el marco que nos acerca este año a la relación de Sansón y Dalila. Una ópera de Camille Saint-Saëns y libreto de Ferdinand Lemaire, que abrió el festival el 27 de junio.
El festival se para durante unos días (3 al 7 de julio) en la obra del orador romano, Cicerón, protagonista de intensas luchas y violentas transformaciones acaecidas durante el siglo primero antes de Cristo. Marco Tulio Cicerón es un político excepcional en un mundo de mezquinas ambiciones personales y deslealtades. El azar y la fortuna juegan un rol protagónico en Pericles, príncipe de Tiro (10-14 julio), sin duda la obra más épica del inglés William Shakespeare. A lo largo de la representación, la relación causa-efecto, se rompe constantemente. Tras diez años de guerra, Tito Andrónico regresa al fin, victorioso, a Roma. Busca tranquilidad y reposo para su alma fatigada por la dureza de la contienda y la temprana muerte de la mayoría de sus hijos. Tito Andrónico (21 al 25 de Agosto) está considera la obra más violenta y brutal de Shakespeare. Y se abre otra eterna pregunta, ¿Porqué los personajes no se detienen ante la violencia atroz? ¿Porqué no buscan un mecanismo de justicia? La venganza es un instinto oscuro, pero universal.
El ballet de Víctor Ullate, lleva a la capital extremeña la figura de Antígona (19 al 21 de julio), la mujer que encara el conflicto entre la conciencia y la obediencia y es a la vez una de las figuras teatrales más famosas de la historia. Su autor, Sófocles nos plantea la duda sobre la existencia del destino, y si éste es imposible de evitar. Prometeo (24 al 28 de julio) se pregunta si valió la pena sacrificar su vida para entregar el fuego a los hombres. La propuesta de Luis García Montero, nos trae a la actualidad a un anciano que mira como ha pasado el tiempo, y cómo aquél regalo a los humanos ha comportado guerras, esclavitudes, crisis, injusticias, luchas de religiones, mientras busca desesperadamente lo que hay de positivo en el desarrollo de la humanidad.
La versión de Mary Zimmerman de las Metamorfosis de Ovidio (del 31 de julio al 4 de agosto y del 7 al 11 de agsto) es una deslumbrante joya que recoge algunos de los más conocidos mitos y leyendas que escribiera el poeta romano en su obra maestra. Zimmerman juega con este prodigio literario con un amor y un cuidado casi reverencial, intentando respetar en todo momento la belleza del lenguaje de Ovidio, pero al mismo creando una obra absolutamente personal que rejuvenece y moderniza la narración de esos versos. Consigue así un texto fascinante, divertido y emocionante que se ha convertido en un pequeño clásico contemporáneo galardonado con multitud de premios, entre los que destaca el Tony a la mejor obra teatral en 2002.
La compañía de Rafael Amargo, nos adentrará, el 16 y 17 de julio, en el mundo de Dionisio, el dios griego del teatro, el vino, el éxtasis y la fertilidad. Lanzando vino sobre la tierra abre a los humanos lo prohibido, la transgresión, el baile, la fiesta.
El Museo Nacional de Arte Romano nos permite conocer hasta finales de diciembre, la figura del Dios Dionysos o Baco, según miremos la mitología griega a o romana, respectivamente. Su figura estaba ligada a las representaciones teatrales y numerosas obras -desde perspectivas trágicas o cómicas- al dios paradigma del placer y el hedonismo. Era una deidad venerada en los siglos V y IV antes de Cristo, en encuentros públicos y privados.
Una de las obras que se expone es el relieve de ménade danzante, procedente del teatro emeritense, en el que se escenifica uno de esos cortejos y danzas orgiásticas que acompañaban a Baco en la sociedad romana. Las pinturas de la Casa del Mitreo pone de manifiesto su simbología en ambientes domésticos dedicados a disfrutar en reuniones y banquetes. Una relación que todavía perdura en las regiones mediterráneas. También se puede disfrutar del mosaico de Baco y Ariadna, en un encuentro amoroso en la isla de Naxos.
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