Los cinco Presidentes de la UE, el Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, del Consejo Europeo, Donald Tusk, del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, del Banco Central Europeo, Mario Draghi, y del Parlamento Europeo, Martin Schulz, han presentado un informe para mostrar un plan conjunto que sirva para profundizar en la Unión Económica y Monetaria (UEM).
Para el presidente Juncker, la moneda que comparten 19 Estados miembros de la UE y más de 330 millones de ciudadanos, «es algo para estar orgullosos», pero debería funcionar mejor. «La Unión Monetaria sigue estando incompleta y cuando asumí el cargo me prometí que iba a trabajar para consolidar y complementar las medidas sin precedentes que tomamos durante la crisis para que sean más socialmente justa y democráticamente legítimas.»
A pesar de los progresos realizados en los últimos años, sobre todo con el lanzamiento de la Unión Bancaria, la UEM sigue incompleta. Las divergencia en toda la zona del euro son significativas y la crisis de los últimos años ha puesto de relieve aún más las deficiencias existentes. La Comisión Europea señala que con 18 millones de personas en paro y muchos de ellos expuestos a riesgos de exclusión social, queda mucho por hacer para convertir la zona del euro -la segunda mayor economía del mundo- en una arquitectura sólida como una roca.
El plan 2025, para fortalecer la Unión Económica y Monetaria se iniciará el 1 de julio y se desarrollará en tres etapas. Entre las medidas previstas se prevé introducir un régimen de Seguro de Depósitos Europeo, intercambiar soberanía entre los Estados miembros de la eurozona y crear un futuro banco del Tesoro de la eurozona.
Según el informe presentado por los cinco presidentes, la Unión Económica de lo que denominan convergencia, crecimiento y empleo debería descansar en cuatro pilares: creación de un sistema de Autoridades de Competitividad; una aplicación reforzada del procedimiento de desequilibrio macroeconómico; un mayor énfasis en el empleo y la política social; y una mayor coordinación de las políticas económicas dentro de un semestre europeo renovado. La primera etapa debería poner la base de medidas prácticas y desarrollar el método comunitario. A medio plazo el proceso de convergencia debería ser más vinculante a través de un conjunto de normas comunes de alto nivel definido en la legislación de la UE. En la tercera fase se debería alcanzar una estabilidad y prosperidad en la zona euro, que serviría de atractivo para que otros Estados miembros, que estuvieran preparados, pudieran unirse.