Casi 800 millones de personas en el mundo no saben leer ni escribir. La UNESCO recuerda que a pesar de que el analfabetismo se ha reducido en los últimos años, todavía queda mucho camino por recorrer. El 64% de los analfabetos adultos del mundo están en el sudeste asiático. Cinco países, Bangladesh, China, India, Indonesia y Pakistán, representan el 45% de las matrículas mundiales. Aunque han realizado un gran avance en materia educativa, millones de jóvenes no van a la escuela y no reciben una educación adecuada.
Más de la mitad de los analfabetos del mundo son mujeres. Las tradiciones seculares que las expulsan de las escuelas, potenciando la educación de los niños por encima de las de sus hermanas, las bodas prematuras o los ataques de extremistas, dificultan su acceso a la educación básica marginándolas en su aportación al desarrollo de sus sociedades.
En el año 2000 se acordaron en Dakar, durante el Foro Mundial sobre educación, seis objetivos para alcanzar la escolarización completa. 15 años después todavía hay 58 millones de niños fuera de los sistemas escolares y unos 100 millones no acabaran la educación básica. La falta de dinero público impide el acceso a la escuela de millones de menores. Se calcula que la mayoría de los gobiernos no destinan el 20% de sus presupuestos, considerado básico para atender a esta problemática social.
Los seis objetivos establecidos en la capital senegalesa se centraban en mejorar y extender la educación en la primera infancia; la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza primaria; facilitar el acceso equitativo entre chicas y chicos; alfabetizar a la población adulta y mejorar la calidad de la educación. Eso ha permitido que, actualmente en el mundo, 4.000 millones de personas sepan leer y escribir.
Recientemente hemos asistido a los ataques de extremistas religiosos que se oponen a la educación de las niñas. Hace más de 500 días eran secuestradas unas 200 chicas de un centro educativo de Nigeria. Nada se sabe de ellas. Sus padres, a pesar de las amenazas consideraban que era necesario que se formaran en las escuelas con el objetivo de conseguir una vida mejor para ellas.
A principios de verano militantes del grupo yihadista Al-Shabab atacaron una universidad en el norte de Kenia, provocando una matanza y el miedo de los estudiantes a continuar con sus estudios.
Hace 3 años, en octubre de 2012, Malala Yusufzai y otras compañeras salían del colegio en el valle pakistaní de Swat. Regresaban a su casa en un autobús, cuando un grupo talibán abrió fuego contra el vehículo. La imagen de la muchacha trasladada en helicóptero hasta la capital y posteriormente al Reino Unido, dió la vuelta al mundo. Malala no solo había desafiado la prohibición de los talibanes impuesta a las niñas para que no acudieran al colegio, sino que en su blog publicaba las atrocidades que estos grupos cometían en su tierra. Tres años más tarde se ha convertido en una activista mundial por los derechos de las mujeres a la educación, y ha recibido varios premios internacionales, entre ellos el Nobel de la Paz.
No es necesario que más Malalas corran el riesgo de ser atacadas por extremistas o tengan que abandonar sus estudios. Los gobiernos locales, regionales y estatales, deben apostar por la educación de todos sus ciudadanos. La Unesco recuerda que la alfabetización es un motor esencial del desarrollo sostenible. Las competencias de lectoescritura son requisitos indispensables para adquirir un amplio conjunto de conocimientos, competencias, actitudes y valores, necesario para crear sociedades sostenibles.